24 de julio 2024.

Por Jaime Farfán.
Fotografías por Francisco Aguilar A.

Era un miércoles tranquilo. Mientras algunos mataban las últimas horas de la larga jornada, junto a unas cervezas heladas, se fue formando un pequeño pero animado grupo en la acogedora Sala Metrónomo. Todos expectantes al debut de VK Blanka, el versátil compositor japonés, cuya música trascendió sus exitosos pasos en el animé, llegando a resonar con fuerza en este pasillo al final de Latinoamérica. Una gira discreta al otro lado del mundo, que también lo llevará por México, y que debutó por todo lo alto ante una fanaticada que lo recibió entre vítores y alegría.

El músico japonés, originario de Aichi, llamó la atención desde su inicio por su falsetto y sus canciones destiladas en base a un pop electrónico y manufactura delicada. Después de ganar el Minami Wheel del 2012 en su país de origen, se ganó su primer contrato discográfico. Trepó rápidamente por las listas de éxitos, llevando sus hits a comerciales y series. El ascenso definitivo se produjo después de que le pidieron contribuir con el opening para el popular animé “Black Clover”, convirtiéndolo en un éxito internacional. Poco después, aportó con un melancólico tema de cierre para el reboot de “Fruits Basket”.

Pasados casi cinco años desde su debut, y tras la buena acogida de su último disco BEST ALBUM SUPERVILLAIN el 2022, VK Blanka terminó por capitalizar su éxito y salió a girar el mundo. Mientras, prepara el estreno de su nuevo EP, Worldfly, que recoge sus vivencias en varios de los países que ha visitado. En esta parada, desde que sube al escenario, es indudable que también le resultará difícil olvidar Santiago. Puntual, abre con «Soten no Vampire», una mezcla perfecta entre energéticos beats de EDM y su estridente pero dinámica técnica vocal, que fue recibida con admiración. Una serie de frenéticas visuales, sacadas de un implacable juego de carreras, te va hipnotizando y sumergiendo en las ricas texturas de la música, con patrones geométricos y colores neón.

El japonés no se intimida ante el cambio de recinto, y saca los mejores colores de Metrónomo con una seguidilla de temas animados y algunos momentos introspectivos. Los recursos que utilizó eran humildes, pero no por ello menos capaces de transmitir su intrincado concepto musical: su piano característico, el que domina con gracia y fluidez, unos cuantos controladores de DJ que le permitió tener una base y manipular beats y una guitarra eléctrica, que rugió hambrienta, pulsante y urgente en «Black Rover».

VK Blanka se observó disfrutando, y expresó su gratitud a menudo. Se mueve hábil, saltando entre instrumentos. Ríe ampliamente cuando los entusiasmados seguidores le gritan cosas en español, entendiendo apenas nada, y los graba para sus redes sociales. El cariño una vez más supera la barrera idiomática, y termina de conquistar la noche con una mezcla entre Death Dance y Fate, que puso todos a bailar, «Lucky Ending» que sonó melancólica y poderosa, y una versión semiacústica de «Luca», que habría sido escogida ante la solicitud de un fan. Así, se desarrolló una noche de mágica conexión entre el cantante japonés y su audiencia, un viaje atmosférico, emotivo y lleno de pequeñas explosiones de melodía. Blanka dejó a todos con una anticipación palpable y con deseos de más, no solo reafirmando sus talentos, sino que también consolidándose como un artista cuyo viaje musical estaba destinado a trascender idiomas, fronteras y corazones.

Setlist:
Soten No Vampire
Shekebon!
Black Rover
ファビュラ
Want you Back
Death Dance / Fate
Never Run
Slave of Love
Lucky Ending
WALK
Snake
Ca Va?
ウララ
Black Catcher
Winter Beat
Stray Cat