Tiësto en Movistar Arena: El aguante
18 de febrero 2023.
Por Jaime Farfán.
Fotografías por Matías Schwartz
Había transcurrido cerca de la mitad de la explosiva y prolongada fiesta junto a Tiësto, el reconocido músico neerlandés, y el ánimo estaba por los cielos. La escena electrónica es una que ama los himnos, es cuestión de hábito humano. Año tras año, surge alguna canción pegadiza, algún gusanillo de oreja que se repite en variados sets, desde las más diversas mesas de mezclas a lo largo del mundo. El mítico DJ, un experto en leer la atmósfera, con una expresión de confianza absoluta soltó uno de los golpes de gracia de la noche, consciente de la efectividad que la bomba tendrá sobre el público. En los grandes parlantes sonó el dinámico y recién estrenado remix del tema principal de la serie de HBO, White Lotus, y el Movistar Arena se desbordó de emoción.
Casi medio siglo de trabajo, sobre las pistas de baile, se concentran en Tijs Michiel Verwest, llamado la mayor parte de su vida, con cariño, Tiësto. A sus 54 años no da señales de desgaste en su pulida y musculosa técnica, ni en la compleja arquitectura de sus beats. Adorado por los fanáticos locales, las tierras chilenas no son desconocidas para el DJ. Aunque la última presentación estaba muy atrás, por allá en la versión 2019 del Lollapalooza Chile. Con una cita a mediados de febrero, la fecha era ideal para volver a reencontrarse con el maestro de electrónica y escapar por un momento del ajetreado calor capitalino.
Los fuegos se encendieron desde temprano en los alrededores del Movistar Arena, donde interesantes artistas locales entibiaban los cuerpos de aquellos que alegraban la tarde con alguna cerveza. Mientras tanto, el escenario principal estaba atrapado bajo las rosadas garras de Gisela Lindhorst. Con su propuesta OhMyGi!, repite el éxito del último Creamfields y sacude el recinto con sus frenéticos ritmos bubblegum, pegajosos y modernos, y se despide en medio de una cariñosa ovación.
Bajo una densa luz ultravioleta que hace brillar todo distinto, los colores neón, los vestidos de lentejuelas y las coronas con luces led, repletan rápidamente el espacio, mientras cada uno buscaba el mejor puesto para disfrutar de la experiencia. Para algunos, el brillo del momento es tal, que necesitan lentes de sol. Estimulados por las variadas sustancias que ya son clásicas de este tipo de ocasiones, arman su propia fiesta interior. En los demás brotó luego la impaciencia, los silbidos exigiendo que empezara pronto el espectáculo iban aumentando, a medida pasaban los minutos desde la hora prometida, las 22:00. Las expectativas eran altas.
El canto de “Olé, olé, olé, Tiestö, Tiestö” resonaba por toda la arena cuando el DJ toma posición sobre el escenario, y en menos de un minuto hace explotar el asunto. Con un set cuidadosamente seleccionado, desencadena una fiesta atrapante y sin tregua. Pronto vienen las guirnaldas de papel, el confeti blanco y un complejo juego de láseres a encender aún más el ambiente. Los suspiros de admiración no se hacen esperar, y una ola de celulares procede a dominar la visión central, desesperados por capturar un fragmento de la emoción.
En dos horas y media, el neerlandés no da descanso, y entregó toda la fuerza de su talento a aquellos que querían disolverse en el baile. Sus manos saltan sobre el deck, y en la primera mitad de la noche se concentró en varios cortes modernos, sonando para el deleite del público los monstruosos hits “Don’t be shy”, “The motto” y “Lay Low”, además de mezclas de los necesarios himnos, como “Baila conmigo” y “Pump it Louder”, el remix de Tiësto al clásico de los Black Eyed Peas. La prolongada experiencia del DJ se hace patente en la facilidad con la que mezcla los temas haciéndolos atemporales, cuando brilla “Kids” de MGMT, junto a la ya consagrada institución de “Quédate”, de Quevedo con Bizarrap.
La segunda mitad del set puso a prueba el aguante de los locales, con una ola de trance y house profundo e hipnotizante. La noche no parecía acabar nunca y avanzó mucho más allá de lo esperado. Tiësto se entregó por completo y dejó satisfecho y agotado al público chileno, quienes se van felices sin ni siquiera intentar pedir encore. El DJ cubre todas las bases y no da respiro esculpiendo una fiesta imparable, sacando desde su amplio catálogo pista tras pista lista para explotar. Y si alguien se lo hubiera pedido, me da la sensación, de que el carrete podría haber continuado hasta el amanecer.