Bandas invitadas: Chico Trujillo y The Twinkle Brothers
8 de diciembre 2024.
Por Francisca Neira.
Fotografías por Marcelo González.
Bien sabido es que cuando empieza a subir la temperatura y los días se alargan es señal inequívoca del inicio de la temporada de conciertos y festivales que se extenderá, probablemente, hasta abril del año que viene. Opciones hay muchas, demasiadas a veces, y todos los gustos se ven satisfechos en esta avalancha primaveral de música y espectáculo. Sin ir más lejos, este fin de semana se concretaron dos fechas esperadas con ansias por dos públicos que tienen varios puntos en común, entre los que destaca el apoyar un discurso contracultural (por distintas razones, con diferentes argumentos) que ha trascendido décadas de novedades y, cómo no, de imitadores.
Una de esas fechas fue el esperado retorno a los escenarios nacionales de The Skatalites, quienes regresaron a nuestro país en el marco de la celebración de sus 60 años de historia musical, marcados por la prolífica publicación de discos, conciertos por todo el mundo y, como sería de esperarse después de tanto tiempo, la rotación de algunos de sus integrantes, así como la increíble permanencia en el tiempo de varios otros.
Pero partamos por el inicio de la tarde, que fue temprano, antes de las 16 hrs., cuando el colectivo nacional Roots HiFi Soundsystem recibió a los primeros asistentes con música ad hoc a las presentaciones posteriores, creando un ambiente de previa de fiesta del que era imposible escapar y que, de hecho, se mantuvo a lo largo de toda la jornada cuando en los intermedios volvían a hacer sonar sus parlantes para que la gente en cancha les bailará de frente, como en una especie de ritual.
Puntualmente, de acuerdo con el cronograma publicado, a las 17.45 salió al escenario la primera de las bandas invitadas a la celebración, Chico Trujillo, quienes, con la primera canción, «Cariñito», pusieron a un Caupolicán casi lleno a saltar, bailar y cantar con un nivel de energía que pasó de cero a cien en dos acordes. Los músicos, liderados por el versátil Aldo «Macha» Asenjo, tuvieron una performance impecable, rapidísima, llena de cumbia y rock’n roll, pero también, y como es costumbre, de homenajes sentidos a quienes recorrieron el camino antes, en este caso con una muy calmada alusión a “Duerme, duerme negrito” y «El derecho de vivir en paz» de Víctor Jara en medio de la frenética «Pájaro Cenzontle», evidenciando la siempre presente intención de enaltecer el trabajo y el discurso de Jara. Más tarde, otro homenaje, esta vez en vida, realizaron al invitar al escenario a Carmen Maureira, icónica voz de la Nueva Ola, con quién interpretaron «Bésame Mucho» y «Compromiso». Ella, agradecida, saludó envuelta en su chaqueta de lentejuelas y no sólo hizo bailar a los presentes, sino que los conminó a cantar sentidamente, desde el fondo del corazón, aquellas canciones que transportan a otras épocas y a otros amores. Así, diferentes tributos como el guiño a Juan Gabriel o el cover de Inti Illimani al cerrar, plagaron de sentimiento la bailable presentación de los nacionales.
No hay ninguna duda de que, independientemente de la calidad musical y del show de Chico Trujillo, es inevitable valorarlos por su incansable trabajo de rescate de las raíces de la música popular nacional y latinoamericana que han perfeccionado y defendido durante 25 años de trayectoria. Una y otra vez vuelven al bolero, a la cumbia, a la saya y a los bronces altiplánicos que no sólo forman parte de la tradición folclórica chilena sino de todos los pueblos que comparten territorio en las alturas de la montaña. De hecho, está vez, al igual que en ocasiones anteriores, fueron acompañados por una banda de bronces que, en la calurosa tarde dominguera, le dieron una profundidad casi hipnótica a la música de la ecléctica agrupación.
Más tarde, y con el público ya más que dispuesto a celebrar todo lo que quedaba de día, fue el turno del sexteto jamaiquino The Twinkle Brothers y su debut en tierras chilenas. Comandados por Norman y Ralston Grant, vocalista y guitarrista originales de la banda formada a principios de la década del 60 y que se ha mantenido activa y fiel al estilo que los vio nacer, anoche, en un show de 90 minutos desplegaron todo el reggae que bien saben hacer y que los ha llevado a formar parte de la historia de la música de su país y del género. Canciones como “Faith Can Move Mountains” o “Babylon Falling” mantuvieron a la audiencia tranquila, pero sin dejar de moverse, atentos a los mensajes de no violencia, de justicia social y de respeto que colman las letras de las canciones de los jamaiquinos y que poblan también el discurso que sus integrantes enarbolan cada tanto.
No es difícil notar el oficio que The Twinkle Brothers han desarrollado a través del tiempo y que los trajo a mostrar un setlist que va in crescendo en energía, que en un comienzo fue más calmo y que terminó haciendo bailar a todos al ritmo de juegos vocales de los que nadie logró quedar exento. Mención aparte la muy sutil referencia a «Space Oddity» de David Bowie y a la sencillísima pero emotiva interpretación de «Redemption Song» de Bob Marley, el clásico himno a la libertad que fue coreado fuerte por todos los presentes.
Y así hasta que llegó el plato fuerte de la noche: ocho músicos en escena dando vida una vez más a la maquinaria sexagenaria que es The Skatalites y que sigue convocando a una cantidad importante de personas en cada una de sus visitas a nuestro país. «Freedom Sound» abrió los fuegos de la noche y no tomó mucho tiempo para que ninguna butaca de la tribuna quedara ocupada porque todos entraron en el juego bailable del ska dirigido por Larry McDonald y Val Douglas, dos de los integrantes más antiguos de la banda.
Mientras avanzaban los minutos, cada vez más el público se entusiasmaba y la respuesta del público al sonido del clásico “Rock Fort Rock”, cover que ya casi suena como si fuera de ellos, fue una demostración del cariño que la audiencia chilena le tiene a la banda. Además, sirvió como preámbulo de dos de los momentos más vitoreados de la noche: la aparición en el escenario, primero, de Álvaro Henríquez, líder y figura de Los Tres, con quien interpretaron una versión ska de “Amor Violento” que fue coreada a gran volumen por todas y cada una de las personas que llegaron al recinto de San Diego; y, segundo, el tándem con Macha Asenjo, con quien elaboraron una versión impecable de “Fuera de mi Vida” que, si bien se ajusta completamente al sonido de los visitantes, le quita algo de drama a la versión original. Ambas presentaciones generaron un ambiente único y distinto de otras presentaciones de la agrupación en nuestro país, cautivando una vez más a los fans.
La verdad es que es hablar de The Skatalites es mucho más que referirnos a sus integrantes y discografía, que varios cambios y altibajos han tenido, es hablar de una tradición musical que ha influido fuertemente en el nacimiento y desarrollo de numerosos estilos y corrientes musicales, estéticos y contraculturales. Muy conocida es la relación del ska y particularmente el trabajo de estos jamaiquinos con el punk inglés, el OI! y el movimiento obrero de esas tierras, el nacimiento del Rock Steady y el despliegue de una iconografía que se mantiene vigente hasta el día de hoy. En Latinoamérica, por su parte, la presencia del aura de Ska-talites colma el trabajo de bandas desde Desorden Público hasta Los Fabulosos Cadillacs, pasando por los teloneros de la noche, Chico Trujillo.
Y pareciera que esa es la clara explicación a la permanencia durante tanto tiempo de la magia de una banda que es un todo. Y ese todo es ciertamente mucho más que la suma de sus partes.
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