30 de Noviembre 2023.

Por Carlos Barahona.
Fotografías cortesía de DG Medios.

¿Han pensado alguna vez lo contradictoria y cíclica que es la historia de Gran Bretaña? Por un lado, es una isla que por lo que se hizo mundialmente respetable es a partir de la invasión y colonización de diferentes naciones a lo largo de varios siglos. Experiencias terribles como el apartheid sudafricano o la partición entre India, Bangladesh y Pakistán. Ni hablar de los robos a Egipto en pos de la “preservación cultural”.

Pero por otra parte es cuna de grandes artistas, personas sensibles y representativas de sus respectivas épocas, capaces de rescatar lo más puro de los afectos y sensibilidades de la naturaleza humana. Mary Shelley, Jane Austen y Oscar Wilde, por nombrar a algunos de los más respetables. Y en el ámbito de la música la historia vuelve a repetirse: desde los Fab Four en adelante, oleadas de músicos, cuales conquistadores, nos han hechizado a punta de riffs, sintetizadores y demases, haciéndonos, bailar, reír y llorar por décadas.

Casualmente durante la última semana fuimos testigos de grandes exponentes de esta camada artística. Blur y Pulp nos atraparon con su lectura irónica de lo que hoy por hoy representa la idiosincrasia de esa isla en el lejano hemisferio norte. Y ayer jueves, vino la guinda de la torta, el punto final a esta inflexión de sonidos envolventes y sentimientos duraderos en el tiempo. Una banda que tiene un lazo forjado en la piel con esta larga y angosta faja de tierra. The Cure

Ante todos los males que han azotado en los últimos años. Robert Smith y compañía trajeron una cura ante la melancolía y frustración imbricada a nuestra conciencia colectiva, esa que no nos permite ponernos de acuerdo y avanzar como nación justa y solidaria. Tuvo que pasar una década para volver a presenciar un vivo un acto musical de The Cure y vaya que los echábamos de menos. En esta oportunidad, el Estadio Monumental fue el punto de encuentro de 42.000 almas que repletaron a más no poder el lugar. Sabida es la interacción que Smith mantiene con sus fans e incluso estuvo consultando por bandas para que telonearan el acto principal. Friolento, The Cruel Visions y Just Mustard abrieron los fuegos para paulatinamente ir recibiendo a las y los participantes que por oleadas iban copando cada espacio del reducto ubicado en Macul.

Si bien al inicio de la temporada primaveral nos vimos sorprendidos por lluvias asociadas al ya famosísimo fenómeno del niño, ya las últimas semanas el calor ha sido terrible y el nuevo fiel compañero de la temporada estival que se avecina, haciéndonos sufrir, beber en exceso agua y otros brebajes para sobrevivir. Coincidencia o no, previo al inicio del show principal, a eso de las 20.50 horas comenzó a sonar lluvia, truenos y relámpagos, los que sumados a la agradable brisa que empezaba a correr por la sombra mientras el dios sol se escondía para darnos una tregua, dando paso a la oscuridad que nos empezaría a abrazar.

Pasado las 21 horas, Simon Gallup, Mike Lord (en reemplazo de Roger O’Donnell por esta gira), Jason Cooper, Perry Bamonte y Reeves Gabrels se subieron al gran estrado, tomando sus instrumentos, comenzando a tocar “Alone”, mientras la gente gritaba y buscaba como podía con la mirada a Robert, quién apareció instantes después con su look de siempre: pelo escarminado, estricto color negro en sus ropajes y calzado caña alta. El distintivo era una polera con una bandera chilena en forma de mariposa. Llamó la atención que la primera acción que realizó fue recorrer de punta a punta el escenario, de una manera misteriosa, tímida, pero con un paso ceremonioso y litúrgico también.

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Se sabía de antemano que el setlist era extenso, por lo que, sin mayores preámbulos, la banda se lanzó en la travesía interpretativa de 28 canciones, las que, de una manera que incluso puede sonar como un eufemismo, fue impresionante. No hubo puntos bajos, canciones poco rescatables, ni nada por el estilo, todo lo contrario. “Pictures of you” fue el primer hit que sonó en la velada, pero “And nothing is forever” de Lost World creó el primer momento íntimo, ante un estadio que iluminó con las linternas de sus celulares, cuales luciérnagas llenas de amor siguiendo a ese faro mágico llamado Robert Smith.

“Burn” es de esas canciones que se nota que a la banda le gusta tocar en vivo, mostrando dedicación y goce. En “Fascination street” y “A night like this” vimos la sincronía ente Robert y Simon, viejos amigos, compañeros de batalla eternos. Luego vino una tríada de hits que removieron a la audiencia: “Push”, “In between days” y “Just like heaven” prendieron las llamas de nuestros corazones. Ese “Youuu, soft and lonely, youuu lost and lonely” retumbó en toda la Region Metropolitana, sin duda.

“A forest” nos vislumbró y la conexión con Gallup con ese bajo interminable que se sincronizó de manera natural con una doble palma del público, fue una sincronía majestuosa. La noche era perfecta y recién íbamos en la mitad del espectáculo, por lo cual la felicidad era rotunda. “Endsong” terminó la primera parte del show y no había cansancio, solo trance en nuestros cuerpos, ganas de seguir y no parar. El primer encore vino recargado a las canciones largas e introspectivas. Esa marca registrada de la banda de crear atmósferas tensas, reflexivas a partir de capas y capas de cuerdas y teclados interminables, nos dieron un pequeño descanso para lo que vendría de cierre final. “It can never be the same” y “Disintegration” fueron las más ovacionadas por lejos.

Por su parte, el segundo encore nos golpeó directamente en los pies. Si bien partió con “Lullaby”, en la cual como un vil arácnido, The Cure fue tejiendo redes para azotarnos con lo que vendría. “The Walk”, “Friday i’m in love” nos hicieron movernos, saltar, cantar y gritar amor por Robert y compañía. “Close to me”, aquella magnética canción, alegre pero triste en cierta medida, y “Why can’t i be you?” nos llevaron directamente a bailar, a sentirnos en esos especiales de música brit que bailamos cada fin de semana para sobrevivir a la rutina que nos aqueja. El punto cúlmine fue una versión más ralentizada del himno “Boys don’t cry”, el cual no requiere mayores descripciones. Un cierre perfecto. Luego de eso, la banda se despidió y Smith volvió a pasearse de punta a punta agradeciendo nuestro compromiso. Con un tímido “See you son” se marchó, dejándonos felices, a pesar de la caótica salida para poder retornar a nuestros hogares.

The Cure sigue estando vigente y con más ganar de seguir cobijándonos. Son parte de la cara más carismática de la Bretaña Moderna, conquistadores de emociones y de sensibilidades. Que no pase una década más para volver a verlos. Y si llega a ser así, que no quepa duda de que volveremos a rebosar cualquier recinto musical.

Setlist:
Alone
Pictures of You
High
Lovesong
And Nothing Is Forever
Burn
Fascination Street
Kyoto Song
A Night Like This
Push
In Between Days
Just Like Heaven
At Night
Play for Today
A Forest
Shake Dog Shake
From the Edge of the Deep Green Sea
Endsong

Encore #1:
It Can Never Be the Same
Want
Plainsong
Disintegration

Encore #2:
Lullaby
The Walk
Friday I’m in Love
Close to Me
Why Can’t I Be You?
Boys Don’t Cry