Por Juan Pablo Ibarra.
Es simplemente una nueva etapa. El uso odioso de la comparación con el pasado es algo molesto, más aún cuando se trata de una banda que en sí misma es un fenómeno de alcance e impacto planetario. Esto, por la gran cantidad insoportable de comentarios referidos a este tema (aunque se respetan) y, que por lo demás, -aquí el punto crucial- es que generan un obtuso velo para así impedirnos tener un acceso más pulcro y limpio para la apreciación del flamante The Slow Rush. Aclarado esto. Vamos directo al grano.
Cuando apareció Currents al mercado, el fenómeno Tame Impala se disparó a niveles insospechados. Quien pensaría que una banda que plasmaba el culto y la resurrección del rock psicodélico de los años 70’s especialmente, le torció la mano a sus propias sombras y extendería sus inquietudes hasta consolidar un estilo único, una marca propia en la música, a pesar de seguir siendo más psicodélicos, synth-pop e incluso, progresivos y raperos. Retomando el punto anterior. Luego de la aparición de Currents, el fenómeno de la banda tiene un alcance global y su principal artífice, Kevin Parker, logra el reconocimiento y la atención de músicos famosísimos como Lady Gaga, Travis Scott, Mark Ronson, etc. y hasta del legendario Mick Jagger. Fueron miles y multitudinarios los conciertos que marcaron el devenir en el mundo entero para la banda. Si recuerdo bien, aproximadamente un año después de Currents, el mismo Kevin encendía sin querer la ansiedad de sus miles de fanáticos al decir que ya estaba trabajando en la creación de nueva música. Pero el tiempo pasaba y nada seguro se veía venir. Salvo en 2017, con la publicación de la Versión Deluxe del álbum, la que contaba con tres nuevas canciones desclasificadas del álbum oficial: «List Of People (To Try And Forget About)», «Powerlines» y «Taxi’s Here». Además de dos remixes de las notables «Reality In Motion (Gum Remix)» y «Let It Happen (Soulwax Remix)».
No fue sino hasta los primeros meses del 2019 cuando sorpresivamente veíamos una publicación en su Instagram Oficial la que decía simplemente «All Yours» acompañado de una portada al más puro estilo de la agrupación, la que en el costado superior derecho solo decía: Patience. Y el bullicio de la fanaticada despertó rápidamente al descubrir en esta publicación un nuevo single de la banda, todo esto sin estar acompañado de ninguna información oficial sobre un hipotético nuevo álbum, aunque lo rumores fueron miles y surgieron al unísono. Era solo su nuevo single «Patience» y nada más que eso. Y el disfrute total con esta nueva canción atravesada por un pegajoso y elegante piano y congas y más allá de dejarnos ignotos, nos maravillaron de principio a fin con este track, el que dio a conocer la nueva etapa musical y creativa en la que estaba inmerso Parker y compañía.
Asimismo pasó prontamente con la aparición de su siguiente single, el titulado «Borderline», donde otra vez la banda nos sorprendió con ritmos, compases y estructuras totalmente nuevos en su música. Pero todo quedó ahí, salvo dos videos de presentación de ambos singles, que mostraban a la banda totalmente jovial y renovada con sus nuevas canciones. Era sumamente difícil salir sano y salvo después de la consecución de una obra maestra como Currents, pero los mismos que nos dieron ese gran obsequio, debían ser quienes nos mostrasen que había más allá. El miedo tenebroso de un artista debe ser siempre ese -en el momento del logro de una obra que alcance la cúspide de su creatividad, además del éxito que este alcanzó en todo sentido-. A fin de cuentas. Los meses siguieron corriendo y nada más se supo de la banda, todo quedo ahí. No fue hasta casi los últimos meses del 2019, cuando ya en sus redes sociales y página oficial, la banda publicaba un video mostrándonos a un Kevin Parker sumergido en su estudio y dándonos a conocer varias escenas propias de su quehacer como demiurgo principal del fenómeno Tame Impala. Todas estas preciadas imágenes acompañadas de un peculiar rasgueo de guitarra y además con lo que todos y todas estábamos esperando, la información oficial de su nuevo álbum. El que se proyectó para el 14 de Febrero del 2020 y teniendo como título: The Slow Rush.
Se vino una seguidilla de singles que nos mostraron parte del nuevo trabajo de la banda, canciones tales como «It Might Be Time», «Lost In Yesterday» y «Posthumous Forgiveness».
Ahora bien, comencemos a revisar el disco en sí mismo. La primera impresión que se tiene al oírlo por completo, es algo así como una experiencia de viaje, de una ida y vuelta, un ciclo que se abre y que se cierra, de una etapa que comienza y termina. Desde «One More Year» hasta «One More Hour», tenemos a un Kevin Parker preocupado por el transcurso del tiempo, por el paso incuestionable del devenir de las cosas, añadiendo a eso, su inquietud y sensibilidad artística únicas, nos resulta un producto completamente compacto y que encierra y genera un concepto musical instantáneamente. Aspecto importante para remarcar que el naufragio de los cinco años de espera había concluido y que ya teníamos frente a nosotros y con la mejor evidencia que pueda haber a un Tame Impala totalmente nuevo y renovado, listos para sorprendernos y regocijarnos.
La segunda impresión en general que se tiene con el disco es que hay dos grupos de canciones, el primer grupo constaría de: «One More Year», «Instant Destiny», «Borderline», «Breathe Deeper», «Lost In Yesterday», «Is It True», «It Might Be Time» y «Glimmer». El segundo grupo de canciones serían «Posthumous Forgiveness», «Tomorrow’s Dust», «On Track» y» One More Hour». Más adelante se responderán por sí mismos los justos por qué de esto.
The Slow Rush es un disco muy alegre, con un fuerte espíritu de fiesta y una honda mirada retrospectiva acerca de las cosas que marcan la vida. Como si el tiempo fuese el eje del centro del mundo y así hiciese girar las constelaciones de vidas que experimentan de todo a lo largo de los años y de las horas. Es impresionante ver a una banda de rock incursionar y extremar fórmulas musicales que poco se emparentan con el género que está a la base, géneros tales como la Electrónica, y también la seducción constante que hay con el Rap y Trap de hoy en día, y también con algo que nos sorprendió a todos, y que es la incursión en ritmos más caribeños, o algo por estilo, no lo sé muy bien.
El álbum abre con «One More Year», la que es una canción que me da la impresión de que es como una canción para cerrar algo. Es una sensación extraña. Alegre y críptico poco a poco se va revelando el nuevo concepto de Tame Impala. La canción prosigue en la misma línea siempre, salvo ciertos cortes que le otorgan más elegancia y fiesta. El coro es esplendoroso. Los sintetizadores, la voz, la batería y el bajo crean una sinfonía a la Tame Impala de la cual no quisiéramos despertar nunca. Pero el tiempo pasa. Oír esto es como viajar por un tren alrededor de los confines del universo.
Luego de este auténtico viaje psicodélico/electrónico, viene «Instant Destiny», y la tónica psicodélica y rapera invaden nuestros oídos, todo comandado por la ya icónica voz de Kevin Parker deslumbrándonos. La entrada de la canción se vuelve a repetir y no hay segundo que pase que nos suelte y nos deje tranquilos. La entrada que se repite acaba y lo que sigue hace presagiar en su calma aparente el retorno de la notable fórmula de esta canción. Aún no hay presencias de guitarras. Pero aún es rock, ¿quién puede hacer eso? La canción acaba con los sintetizadores disparados al máximo.
De golpe entra «Borderline», pero algo no anda bien de acuerdo a lo que ya conocíamos de esta canción, es una nueva versión para el álbum con varios cambios sutiles pero que marcan la diferencia. El tema se eleva como una de las canciones más representativas de la nueva era de Tame Impala. Coral y rápida en poseer nuestras mentes y cuerpos, el ritmo simpático y a la vez crudamente nostálgico que tiene, vuelve una y otra vez para extasiarnos simplemente. Una vez más la fórmula sintetizadores + bajo + voz + batería dan los mejores resultados después de años y años de trabajo. Una canción como esta nació para repletar estadios y multitudes inmensas y elevarlos al placer máximo.
El primer trío de canciones de The Slow Rush se compactan perfectamente en todo sentido, hay un concepto que las entrelaza. Pero como en los grandes discos progresivos, eso es nada, y los cambios súbitos son los que sobresalen. Es el tiempo de oír la triste balada «Posthumous Forgiveness», la que es inicialmente comandada por un triste arpegio de guitarra. A medida que avanza, el canto melancólico y desesperado de Parker prosigue con ese precioso lamento a su estilo. Digo esto porque en el casi minuto y medio, hay un recurso que quiebra la estructura de la canción como en «Let It Happen» y que aquí también es utilizado, pero más brevemente, para dejarnos flotando en su ritmo característico y luego así sonar un sintetizador que tiene reminiscencias con el canto de la primera parte de la canción. Luego de eso todo vuelve a lo que era y prosigue repitiéndose. Al momento que vuelve el recurso de la repetición, este es renovado con más sonidos y extendiéndose hasta un pequeño interludio de congas. La canción finalmente, y la emoción que recorre a su compositor, se quiebran, y aún queda la mitad de la canción, y es inhóspito el horizonte que tenemos frente a nosotros. Pero como el sol sale siempre después de las tormentas, o como la calma vuelve después de los calvarios, comienza una de las partes más originales, tiernas, épicas y grandilocuentes en lo que va del disco y que se desmarca por completo del primer trío de canciones. Todo avanza y una paz sazonada por los ritmos y sonidos más tiernos en lo que va del álbum, nos deja con el corazón en las manos. Es notorio que la creación de una canción como esta, es capaz de espantar definitivamente los viejos demonios que persiguen a Parker.
Van tan solo 4 tracks y el viaje del tiempo en la vida es impresionante. Son solo escasos 20 minutos aproximadamente, en los cuales hay un espíritu por completo fundiéndose en estas melodías y sacrificándose a través de estas canciones para hacernos tan solo gozar y gozar.
Pero la momentánea crudeza y reivindicación de «Posthumous Forgiveness» acaba, lo que estaba antes de ella vuelve con la notable «Breathe Deeper». Sigilosa y elegante, transcurre dejándonos ya en las cúspides del nuevo álbum. Me recordó mucho a lo que hacían en sus más gloriosos tiempos Simply Red. Algo también nuevo e inusual en Tame Impala. Pero ya todo lo hagan es una completa sorpresa para nosotros. Repetitiva y abarcadora, la piel se nos pone de gallina ante tal canción. Es una de las canciones más placenteras en lo que van del álbum, ya que es rápida de digerir y aparece desplazando todo el vértigo anterior. Luego de los cuatro minutos hay un corte y el sonido disminuye y luego hay otro corte y comienza un extracto final que solamente está hecho para el disfrute de los oyentes.
Es el turno de «Tomorrow’s Dust. Psicodélica» y más simple -en apariencia- que las anteriores, este track se construye en la medida en que avanza, por suaves ritmos de batería, guitarra y voz y a lo lejos unas congas y sintetizadores que ayudan a complementar las nuevas ideas de Parker. Crepuscular es su ambiente. Creo que en esta canción hay la primera guitarra con distorsión. Pero esta nos deja rápidamente para tomar el comando el piano y la voz. A la mitad todo se repite sumándose variaciones nuevas de sintetizadores y percusiones. Esta canción tiene también un parentesco en lo que produce la escucha en «Breathe Deeper». Hay un mínimo hilo que las conecta. Casi al final el riff con distorsión vuelve y el piano y el sintetizador y la voz lo llevan todo a un leve extremo para dejarle el paso al sintetizador y es el bajo el encargado en comandar el cierre de esta espectacular incursión en nuevos sonidos por parte de la banda. La canción cierra con un breve extracto de «Breather Deeper» más murmullos de voces de personas.
Pero el placer instantáneo se suspenden otra vez y la intriga y el misterio invaden el curso del álbum, es la solemnidad del comienzo de «On Track». Estamos en presencia de una nueva balada, esta vez esta canción tiene más una tónica de reconciliación, de búsqueda, de anhelo, de paciencia, de una sagaz fuerza para afrontar el devenir del tiempo imparable. Estamos justo en la mitad del álbum. Y nuevamente me es sorprendente cómo en estas pocas canciones hay tanta vida, hay tanto de lo humano que las invade y que nos hacen replantearnos a los apasionados oyentes del álbum. La canción avanza en los mismos compases, teniendo sus crecimientos en la medida en que el coro llega varias veces y con eso, «On Track», sigue demostrándonos el potencial de búsqueda en nuevas formas musicales. Es impresionante. Esta canción nos recuerda un poco a Yes I’m Changing, aunque es diferente. Me refiero solo a la respiración/emoción en específico que la recorre.
Pasamos la mitad del álbum, y otra vez la sorpresa es un regalo. Es el turno de «Lost In Yesterday». Otra vez nos vemos poseídos por ritmos construidos para ser disfrutados al máximo. El bajo sorprende por la complejidad en su estructura. Bailable. Cantable. Éxito de radio. El tema nos deja en claro porque debió pasar tanto tiempo para tener un nuevo álbum de la banda. La repetición juega a favor en esta canción, ya que hace que nos impregnemos más aún con el nuevo espíritu de la banda. Todo está en su máximo despliegue, en especial la voz y el canto de Parker, quien en esta canción nos entrega uno de los cortes más cantables del álbum. En el espacio que sea, desde el espacio íntimo del hogar, el transporte público, la calle, la playa, etc. etc. Sea donde sea, esto te hace gozar de la música de manera única. Antes del final, hay un pequeño corte en la música y queda sonando un robusto sintetizador y poco a poco todo comienza a entrar hasta reventar en el coro característico y dejarnos totalmente pasmados.
Rápidamente entra «Is It True», de inusuales ritmos más latinos para seguir y seguir extendiendo la fiesta total que significa el disco. El bajo da la tónica de la canción. Casi todo se construye en base a eso y desde allí todo varía y explora. Esta canción es nueva en relación a todas las anteriores, a pesar de compartir algo similar en el espíritu que nos trasmite Tame Impala con las otras canciones, es un producto novedoso, y que imagino le tomó mucho tiempo en la construcción de la misma a Parker.
El viaje continúa y aún queda mucho. Es el turno de «It Might Be Time», de entrada psicodélica y cantable. Otra vez tenemos la ocasión para el disfrute máximo de la nueva era Tame Impala. Pasados los primeros 30 segundos queda solo un sintetizador y la voz de Parker, acompañada por un bajo que entra y la batería que también entra y sobresale por su brutal sonido orgánico y potente. Nuevamente queda el corte precedido por la psicodelia al máximo y es la voz aguda del interprete la que toma las riendas para acariciar nuestros oídos, hasta que otra vez el sintetizador queda solo y la batería rompe y acompaña a todo lo demás a seguir en el disfrute de la ejecución de estos potentes ritmos y melodías.
Sin dejar espacio a nada, solo a unas lúdicas voces que dialogan y ríen, «Glimmer», como un relámpago en tan solo dos minutos da entrada a la incursión más evidente en el campo electrónico con base de banda-rock. Solamente son dos minutos para dejar en calma todo lo anterior y darnos paso a la canción final del álbum. La psicodelia nuevamente es la tónica. De batería galopante y sintetizadores agudos, la canción es el puente más genial y más ad hoc para el cierre del álbum, otorgándonos casi una hora de trance musical.
Ni más ni menos que una canción como «One More Hour» puede cerrar este álbum. Canción que incluyo en el segundo grupo de canciones que se dijo casi al principio de este texto. La suavidad y el suspenso avanzan reventando en ciertas partes a base de batería y guitarra con distorsión principalmente. Cuando esto llega a un límite, la paz retorna en los segundos que le siguen, y un leve sintetizador y la voz de Kevin y un bajo bastante rítmico, que poco a poco casi como que dialogan en el transcurso de la canción, los que dan pie a la entrada a otra de las partes que más me impactan en la escucha de este álbum. Precedida por potentes cortes en la batería y riff de guitarra. Esto es desde el minuto 5 y 6 en adelante. Toda la pasión artística y el genio creativo de Parker caen en cuenta a otro de los extractos más impresionantes y sublimes. Básicamente con las voces que entran en juego y sin ningún sobresalto, sostienen la expectación y el disfrute de la volátil opera solitaria del músico en cuestión. Es el cierre perfecto para una obra como esta. La que también es el perfecto indicador del concepto nuevo que atraviesa por completo a The Slow Rush.
Como palabras finales simplemente invitar a conocer esta nueva obra maestra de los australianos, los que en su minutos podrían llegar a ser catalogados como unos nuevos Pink Floyd, unos nuevos The Beatles.
Aunque más lentos para lanzar nueva música, cualquier tipo de espera se condice con lo que aquí tenemos. Desde el inicio del primer single de la nueva etapa, «Patience», de todas las posibilidades habidas y por haber, solo esta era la que debía ser, es decir, tener con nosotros y para nosotros, en este planeta, el planeta tierra, una obra que pareciera haber sido sacada de otra galaxia. Larga vida a Tame Impala.