Por Jaime Farfán.

Para ser una de las principales artistas de su generación, SZA se siente tremendamente real. Ya sea por la honestidad de su lírica, reveladoras entrevistas, o por el recorrido que ha hecho desde sus inicios autodidactas hasta su consagración en la escena musical, la artista estadounidense logra conectar con sus seguidores de manera profunda y genuina, en un mundo donde la autenticidad escasea. La transparencia y crudeza de sus letras destacan en un panorama cada vez más artificial, por eso, brilla como uno de los platos fuertes de la próxima edición de Lollapalooza Chile 2024, preparada para cautivar con su suave, hipnótica y misteriosa voz.

La cantante, que nació en Missouri pero creció en New Jersey, tuvo en su familia la influencia de sus padres, ejecutivos de televisión, y de su hermano mayor, un rapero aficionado conocido como Manhattan. Aunque la música nunca fue su primer amor, Solána Imani Rowi, como es mejor conocida SZA, estudió distintas artes, gimnasia y participó de porrista en su escuela, hasta que partió a la universidad a estudiar Biología Marina. Cuando desertó y no le quedaba otra que pitutear para juntar plata y sustentarse, el destino vino a tocar a su puerta. Todo partió con Manhattan, quien le invitó a grabar hooks y estribillos para sus demos. Pronto le agarró el gusto y empezó a hacerse conocida por sus cálidos tonos vocales, y comenzó a grabar de manera informal con amigos y vecinos, con beats y apps gratuitas que obtenía de internet. Todo culminó en su EP debut See.Sza.Run, lanzado el 2012. Veinticinco minutos en 7 temas que, una vez que llegaron a las orejas correctas, le significaron a la artista un contrato discográfico.

Es que esos primeros intentos llegaron a manos de la gente de Top Dawg Entertaiment, para ese entonces una pequeña compañía que estaba tallando nombres de la talla de Kendrick Lamar y Absoul. Sorprendiendo al presidente de la discográfica con la calidad del material debut, SZA aprovechó el impulso creativo y su sed de crecimiento para lanzarse con un segundo EP, en menos de un año, la mixtape S del 2013. Estas cintas experimentales, sin ninguna ambición inicial más que generar dinero para sustentarse, lograron capturar la chispa y la fibra que teje el entramado futuro de la carrera de la artista. Es honesto, energía pura y sin filtrar. Mezclando soul, hip hop y un buen R&B minimalista, ambos EP se caracterizan por su mezcla etérea, con sintetizadores serpenteantes y bajos explosivos.

De esa manera, para finales del 2012 SZA se transformó en la primera mujer en las filas de Top Dawg. Así, el siguiente paso fue un poco más reflexionado, sentando cabeza para trabajar en lo que, ella decía, sus seguidores se merecían. Pronto, vino el 2014 Z, una mezcla entre EP y LP, donde la cantante no solo sale fortalecida, con el fulgor de una estrella en desarrollo, sino que comienza a cautivar por su calidad lírica. Entre las capas musicales de voces cortadas, revertidas, reorganizadas y reverberadas, surgen sus letras que tocan sexualidad, nostalgia, abandono, autosuficiencia, todas afrontadas con una madurez y reflexión poco común para la escena. Sin embargo, aún faltaba un resto. En los puntos altos de Z, saltan a la vista fragmentos de genialidad que predicen sus capacidades, pero la suavidad de la música hace que en momentos su voz se pierda entre el sonido.

Después de tanto ruido vino silencio. Un silencio largo, cargado de expectativas, alimentado por una ansiosa y perfeccionista SZA que era incapaz de dar por finalizado su nuevo proyecto. Por el otro lado, varios productores y una discográfica que estaban cargadas de ambiciones y esperanzas. De esa manera, lo que tendría que haber sido «A» se transformó en CTRL, el álbum debut de la cantante, que tras ser lanzado el 2017 fue el favorito de la crítica de ese año. En un recuento franco de los altos y bajos de su vida romántica, logra un disco temerario, una pieza poderosa y cohesiva de R&B. Partiendo con «Supermodel», donde la cantante confiesa de entrada a su ex que durmió con su mejor amigo, queda claro que estamos ante una pieza singular. Es ahí donde logra sonar realmente contemporánea, atractiva para los ávidos oídos de las generaciones más jóvenes. Es difícil retratar las contradicciones del amor moderno, las dudas, las peleas, los problemas, y mucho más el desamor y todo lo que viene después. Pero a través de una brutal transparencia SZA suena real, cercana, imperfecta pero consciente de esa imperfección. Tan absoluta que incluso la colaboración con Kendrick Lamar palidece un poco ante las tremendas «Prom» o «Drew Barrymore».

La fusión con Kendrick, tal vez el nombre más grande dentro de Top Dawg fue algo difícil de cuajar, pero que tras varios intentos terminó resultando en un éxito sin precedentes. Juntos brillaron en «All the Stars» que fue el single de la exitosa película Black Panther, una mezcla desafiante que no pasó desapercibida por las listas Billboard ni por las nominaciones a los Grammy o los Oscars, por el año 2019. Para esas alturas el nombre de SZA sonaba por todas partes.

Las relaciones con Top Dawg habían quedado un poco tensas desde el lanzamiento de CTRL, y todos los eventos mundiales que vinieron en los siguientes años no ayudaron mucho a mejorar la relación. Aparte de algunas colaboraciones no se escuchó nada por parte de Solána, nada para satisfacer la curiosidad que había generado. Pero una de esas colaboraciones resultó de maravilla. Junto a Doja Cat lanzaron la tremenda oda bubblegum «Kiss me more», que no solo dominó la listas de más escuchados de ese verano, sino que también le significó ganar el Grammy por Best Pop Duo/Group Performance.

La expectativas fueron creciendo a lo largo de cuatro años, con varios singles promocionales que predecían lo que estaba por venir. Primero fue “Good Days”, lanzado de sorpresa la navidad del 2020. Un tema nostálgico, más melódico que sus predecesores, que pronto subió a lo alto de las listas. Casi un año después vino el siguiente, «I Hate U», anunciando el tono de despecho que marcaría la producción. Seis finalmente fueron los singles que se desprendieron de SOS, la siguiente pieza maestra de SZA. Después de largos anuncios, la fecha de lanzamiento fue el 9 de diciembre del 2022, y el resto fue historia.

Aunque fue lanzado a finales del año anterior, SOS fue uno de los grandes protagonistas del 2023. Porque aunque no supieras quien era SZA seguramente la escuchaste en alguna parte, en la radio, en alguna lista de streaming, en algún reel o tiktok, o esa vez que rondaste de aburrido por el MTV. Prometiendo venganza, que mataría a su ex y su nueva pareja, solo por amor, en «Kill Bill». Veintitrés temas componen el disco que abarca diversas perspectivas del amor y del desamor, del aislamiento y el autodescubrimiento, con una franqueza intoxicante y crudeza que golpea cercano cuando quiere.

Tras una gira mundial el año pasado que llenó las mejores arenas del mundo y agotó entradas en varios países, ahora es el turno de Chile de recibir a Solána Imani Rowe, SZA, quien conquistará tus oídos y tu corazón con su amplio rango vocal, rasposo y melodioso, con capacidad para alcanzar diversos tonos y contextos, experimentado respecto a las filosas verdades de la vida y del amor. Sin duda un show imperdible el próximo domingo de 17 de marzo, cuando junto a Sam Smith, cierre la esperada edición 2024 del festival Lollapalooza.

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