Solar y la celebración de 20 años de su disco «Play»: Calidez y brillo solar
Club Chocolate, 27 de junio 2017.

Por Rodrigo Guzmán.
Fotografías por Felipe Morales.

Se sabe. En los tiempos que corren los ejercicios de nostalgia se suceden a diario y uno de los campos culturales más explotados en dichos términos es la música. Si hace un par de años atrás los ochenta volvían de una y mil maneras ante nosotros con su espantosa moda, hoy son los noventa la década que busca ser revivida a toda costa y por un momento. De esta manera, distintas tendencias y grupos musicales vuelven a la palestra y este es el caso de los nacionales Solar, que tras un dilatado mutis de trece años se reunieron para conmemorar el vigésimo aniversario de su álbum debut, Play. Sin embargo, urge mencionar algo, y es que lo efectuado por el quinteto sobre el escenario de un Club Chocolate repleto fue algo más que mero gesto de nostalgia.

Si hay que partir por un lado, se debe mencionar que Solar fue una banda de rock independiente formada en 1994 por Alejandro Gómez y Ricardo Contesse (integrantes luego de Alamedas) en voces y guitarras, además de José Domínguez al bajo y Javier Pañella en el teclado, junto finalmente a Claudio Olguín en la batería. Preocupados siempre por su propuesta y estética sonora se pasearon por los muy británicos registros e influencias de My Bloody Valentine, The House of Love y Ride. Asimismo, fueron asociados al sonido de Soda Stereo, a quienes telonearon en su última presentación por estos lares, e incluso al de La Ley. Como sea, por esos años no existía en Chile una escena musical nutrida ni en cuanto bandas ni en cuanto a estilos, por lo que Solar se convirtió, a la luz de estos días, en una agrupación pionera del rock independiente de Chile, aunque la “crítica” musical de dicha época no les haya prestado mayor interés.

Pero a diferencia del escritor John Kennedy Toole, quien no pudo soportar la indiferencia de los críticos y terminó suicidándose, los nacionales decidieron continuar y editar dos discos más, Sábado (2001) y el póstumo Sentido Común (2006). Sin embargo, fue Play el álbum que los lanzó a la fama y los mantuvo tocando durante algo más de una hora en el recinto de Ernesto Pinto Lagarrigue 192, LP que dicho sea de paso fue producido por Barry Sage, productor de los Stones y de New Order.

De esta manera, Play fue reproducido íntegramente por el conjunto ante una entusiasta audiencia, amplia como pocas y que coreó al unísono el nombre del conjunto como si de cualquier banda extranjera se tratara. Por ello, y para retribuir la calidez y avidez con que el público los esperaba, los metropolitanos abrieron fuego con “Saber de mí”, pasando por “Siete días por semana” hasta llegar a “Armonía”, track que posee un tempo algo más bajo y que fue ataviado por la voz precisa y dulce de una corista, que además hacía juego con las texturas proporcionadas por Javier Pañella desde el teclado, cuyo trabajo, hay que decirlo, fue notable a lo largo del show, dotando de un halo de ensueño a cada tema interpretado por la banda.

Tras dicho pequeño hiato, el conjunto volvió a su habitual estado enérgico y psicodélico a ratos, bajo la presentación del single “Por costumbre”, cuyos versos fueron entonados por una enfervorizada audiencia. Luego de tocar “La casa del amor”, el colectivo dio paso a la interpretación de “Port a luz”, pieza que, si en el álbum suena orgánica y precisa, en vivo obtuvo aplausos cerrados por parte de la audiencia tras una impecable presentación. Por supuesto, otro de los puntos álgidos de la velada se concentró en la intensa puesta en escena de “Medícame” que terminó con un jubiloso Gómez dando saltos junto al público abajo del escenario, en un momento de euforia y sincera buena onda. Esta intensidad se materializó también en una pequeña anécdota, pues en plena interpretación de “Voy a marte” Ricardo Contesse cortó una cuerda de su guitarra. Por otro lado, y si bien el público recepcionó de manera muy positiva la performance de Solar, tras una larga espera de 13 años, hubo ciertos elementos que aunque no lograron empañar la presentación en general sí al menos fueron bastante notorios, ya que los constantes problemas de ecualización en la guitarra de Contesse y una quizás excesiva amplificación del bombo de Olguín se transformaron a ratos en pequeñas desazones, junto también a una iluminación excesiva que tendía más a encandilar a los asistentes que a resaltar la actuación del conjunto.

Con todo, y tal como lo adelantamos en un principio, la (re)presentación íntegra de Play, 20 años después de su edición, constituyó más una muestra de vigencia musical con independencia del estado actual de la agrupación que un ejercicio de nostalgia, puesto que Solar logró dar con un sonido, tanto en vivo como en estudio, que se mantiene vigoroso y presente, muestra de aquello fue el fervor cuantitativa y cualitativamente demostrado por los asistentes. De este modo, se logra advertir en Solar a uno de los pioneros del indie rock chileno, pionero que de una u otra manera logra mantenerse en forma tras el paso, demoledor para algunos, del tiempo.

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