El integrante de Niños del Cerro presenta la vereda más iluminada de su composición en una analogía que invita a andar en patineta sin temerle al error.
Que la caída no signifique quedarse en el suelo; que la caída nos haga aprender. Simón Campusano, guitarra y voz de Niños del Cerro, se arriesga en solitario en un proyecto que presenta la parte más luminosa de su composición. Un trabajo que se ha ido moldeando por años, que ya está listo para ver la luz bajo el sello Quemasucabeza.
“Brillo” es el título de este largo y de su primer sencillo, “una canción que habla sobre salir a andar en patineta y caerse, pero que no es más que un pretexto para hablar sobre el pudor, la vergüenza o la humillación como algo más trascendental, e incluso necesario”, dice el cantante.
Un track luminoso, por qué no optimista, que invita a procesar las caídas y convertirlas en experiencias positivas. Un imaginario que sigue el recorrido de “Lance”, pero con una perspectiva de tiempo que permite encontrar los rincones más honestos de la vida y su relato.
La candidez de la sencillez en esta canción que funciona como un pie forzado para hacer todas las partes que componen el disco, un trabajo producido por Martín Pérez Roa (Merci Merci), que propone sintetizadores y cuerdas acústicas a la par, todo inundado de influencias de Diego Lorenzini, quien es parte de las armonías y coros del estreno.
El pavimento hace perder todo brillo, y tras sentir que ya nada queda, Campusano se atreve a dar la vuelta para intentarlo otra vez. Una aventura musical que nos permite conocer las distintas capas de profundidad que componen a uno de los cantautores más frescos de Chile.