Banda invitada: III
7 de Abril 2024.
Por Carlos Barahona.
Fotografías por Marcelo González.
Para quiénes han forjado su identidad sonora en las sombras y derivados del post rock, post metal, y todas esos derivados oscuros, densos, llenos de capas que llevan a la reflexión y el autoconocimiento, pensar que alguna vez veríamos a una banda como Russian Circles, parece algo de no creer. Herederos y contemporáneos de bandas como Neurosis, Swans, Boris, Isis, Helmet y cuantas más, el trío norteamericano ha forjado su sonido certero y poderoso a punta de Lp’s cada vez más complejos y en los que siguen reinventando su sonido una y mil veces, captando cada vez más seguidores del fuzz, de los riffs metálicos, de los muros de sonidos que generan esas capas de ruido que nos hacen sentir vivos y furiosos.
El reducto seleccionado para esta presentación fue la mítica discoteque Blondie, la que una vez más volvió a esconder su bola disco y su mítico cubo en el que miles han bailado frenéticamente más de una vez, para dar paso a la oscuridad y a la contemplación sonora. La jornada dominical, con cambio de hora incluido durante el día anterior en el Chile continental, no impidió que parsimoniosamente los asistentes fueran ingresando al recinto de la alameda poniente, quienes, ataviados con ropajes negros, barbas frondosas y cabelleras extensas, con una cerveza o piscola en la mano, esperaran pacientemente el inicio de la velada.
A las 20 horas y con una encomiable puntualidad, los locales IIII (o Cuatro, como ellos dijeron) subieron al escenario, sorprendiéndonos con su propuesta sonora cargada de elementos cercanos al doom, al sludge y al blackened hardcore, ganándose a pulso los aplausos del respetable. Tracks como “Sceleratus”, “Fauces” o “Polifemo” destacaron en la precisa presentación telonera, la cual duró alrededor de una media hora.
Con el tiempo preciso para ir a la barra a recargarse los brebajes, enrolar cigarrillos de sustancias no tan lícitas y ponerse al día con los amigos, a eso de las 20.45 comenzó la impaciencia, al ver a los mismísimos integrantes alinear sus instrumentos, verificar con los roadies los últimos elementos previos a la presentación, y también, tibia y vergonzosamente saludar lejanamente a quiénes se agolpaban en la reja para estar más cerca de la banda.
21 horas en punto y el público, preparado a lo que venía, se alineó frente al escenario – los más doctos ajustaron sus tapones de oídos -, para dar rienda suelta a la maravilla que estaba por suceder frente a nuestros ojos. Con “Ghost on high” como intro, uno a uno subió al escenario Dave Turncratz a la batería, Mike Sullivan a la guitarra y el mismísimo Brian Cook en el bajo – conocido por su participación en bandas como Botch o These Arms Are Snakes -, quiénes al ritmo del 1, 2, 3 de las baquetas, dieron rienda suelta a 10 canciones que demolieron a los presentes. “Station” y “Harper Lewis” fueron el bis perfecto para partir la velada. Canciones icónicas de la placa del año 2008, a punta de sus quiebres sonoros, riffs más filosos que nada, y una batería sincronizada, desplegaron toda la tensión a la que la banda en sus discos nos tiene acostumbrados.
El motivo de la visita era la gira de Cook y compañía presentando Gnosis, su última placa y “Conduit” fue la primera canción elegida para mostrar en el escenario. La cara de asombro de las y los presentes ante la potencia de los de Chicago se dejaba ver en los gritos de emoción, headbangings y puños en el aire que emergían cada cierto tiempo. Las y los presentes estábamos en un trance, en una procesión interna, que te llevaba a visualizar los parajes más recónditos e inaccesibles de nuestros pensamientos más ocultos.
“Afrika” y “Quatered” continuaron con la hermosa capa sonora que reverberaba en una Blondie que se vestía de gala para la ocasión, ecualizada a la perfección y con un juego de luces que acompañaba y destacaba los diferentes momentos de cada track. “Betrayal” puso la cuota de black metal necesaria, recordándonos un poco a ese Deafheaven que apareció a inicios de la década pasada. Junto a “Gnosis”, fueron las canciones elegidas para mostrar las pinceladas maestras de ese último lienzo sonoro editado el año pasado.
“Deficit” nos traslado a una atmósfera más gélida, rememorando parajes solitarios y que no vislumbran nada bueno. Sullivan se destacó particularmente en esta canción. Su forma de tocar pausada pero no menos intensa, destacaba ante el contraste que nos ofrecía Cook en el bajo y al ritmo frenético de Turncrantz. Para ir cerrando la velada, “Youngblood” del mítico Station se llevó todos los vítores y algarabía del popular, que junto a “Mlàdek”, pusieron el broche dorado a una presentación que rozó la perfección.
Ante la imposibilidad de muchas veces decir cosas en palabras, el sonido se convierte en un arma letal, y vaya que de eso sabe Russian Circles. Un sueño cumplido para quiénes pudimos asistir y un deleite por donde se le mirase.
Setlist Russian Circles:
Station
Harper Lewis
Conduit
Afrika
Quartered
Betrayal
Gnosis
Deficit
Youngblood
Mlàdek
>>> REVISA NUESTRA RESEÑA FOTOGRÁFICA PINCHANDO EN ESTE TEXTO <<<