Robbie Williams en Movistar Arena: El rey del espectáculo
5 de noviembre 2018.

Por Francisca Neira.
Fotografías por Francisca Aguilar A.

Hace un buen tiempo abandoné la costumbre, tan propia de la era Youtube, de “preparar” los recitales mirando los videos que otras personas suben de los conciertos anteriores de una gira determinada. Verlos hace el trabajo más rápido, es cierto, pero también hace que vivir la experiencia de asistir a un show se vuelva mecánica y se transforme en un esperar constante: esperar que pase lo que viene después, sin disfrutar lo que sobre el escenario acontece. Es por eso que anoche, en la nueva visita de Robbie Williams a Chile, agradecí profundamente haber tomado esa decisión y poder disfrutar en pleno de un espectáculo lleno de sorpresas y basado 100% en la interacción con el público local.

Para empezar, y antes de que cualquier persona pisara el escenario, las luces se apagaron y en la pantalla gigante (gran complemento durante toda la velada) comenzaron a aparecer las letras tipo karaoke de lo que sería un himno al propio Williams. “God bless Robbie” fue la primera frase en cambiar de color y lo primero que pensé fue que el ego de este tipo no podía ser más grande. Sin embargo, con el correr de los minutos y los temas, el británico se mostró con un gran sentido humor, riéndose de sí mismo y de las situaciones particulares de la interacción con el público; y rupturista en todo momento, jugando con la coquetería y la sensualidad para romper estereotipos y cánones de género.

Enfundado en una falda de tablas aparece sobre escena el cantante y compositor, flanqueado por seis bailarinas que lo acompañarían durante gran parte de la jornada. Para cuando suena “Let Me Entertain You” no queda nadie de pie y mientras el protagonista de la noche avanza raudo por la pasarela que lo adentra en la cancha del Movistar Arena la devoción de los asistentes se vuelve sacrílega. Al griterío ensordecedor el responde con un “aquí está su papi […] ¿me extrañaron?” y sigue la fiesta en la que no solo sonaron temas propios sino un par de covers de otros artistas y numerosas alusiones a las canciones propias del cancionero anglo radial, como el guiño a “YMCA”, al que Williams se refirió como “una basura” o el medley de estribillos que el artista comenzó para que el público terminara de cantar, entre los que sonaron “Rehab” de Amy Winehouse, “Kiss” de Prince y “Back for Good” de su banda de origen, Take That, entre otras.

“Minnie the Moocher”, original de Cab Calloway fue la primera reversión que escuchamos por los parlantes, en la que el cantante caminó por la pasarela como un maestro de ceremonias, seguido por sus tres notables coristas que le dieron profundidad a cada una de las canciones que se sucedieron durante las dos horas de concierto; seguida de una impecable interpretación de “Freedom” de George Michael que fue precedida por un “no soy gay, pero le haría sexo oral” de un desafiante Williams. Al final del show, en todo caso, sonaría “My Way”, track popularizado por el mítico Frank Sinatra y que después de la interpretación que de él hiciera el bajista de los Sex Pistols, Sid Vicious, adquirió un tinte bastante radical y transgresor en Inglaterra y que el gran performer de la noche cantó solo acompañado por un piano y con el telepronter de cara al público para que siguiéramos la letra como si (de nuevo) de un karaoke se tratara.

Como era de esperarse, los momentos emotivos no estuvieron ausentes de la presentación y se evidenciaron con claridad en “Love my Life”, dedicada a todos los padres y madres presentes y que sonó después de una alusión a sus hijos y a lo feliz que le hacía la paternidad; y en “Better Man”, el primer tema del encore, que fue interpretado a dúo con Pete Williams, su padre, quien se llevó la ovación eufórica de todo quien estuviera en el recinto.

Uno de los momentos más notables de la noche fue la interacción con el público para encontrar a alguien que se supiera las letras de sus canciones y subiera a acompañarlo en “Something Stupid”, placer que se llevó una uruguaya pifiada a más no poder al decir su nacionalidad. Tanta fue la “mala onda” que el propio Williams, irónico, le repitió la pregunta y le pidió (al oído pero micrófono en mano) que dijera que era chilena, a ver si eso calmaba un poco a los chauvinistas chilenos. Y la interacción siguió: selfie, beso y un autógrafo a una fan que levantaba un cartel en el que señalaba que su firma se convertiría en su tatuaje. “No me toquen mientras escribo que no quiero arruinarlo” dijo el cantante mientras cumplía el sueño de la fanática.

¿Y los puntos más altos de la noche? Por qué sí, fue intenso todo, pero hubo algunos momentos más grandilocuentes aún. “Kids”, cuya versión original grabó con Kylie Minogue y que anoche interpretó por turnos con cada una de sus coristas, se robó el espectáculo con su cadencia y melodía dulzona; “Feel”, coreada a todo pulmón, de principio a fin y “Angels” en la que recogió una bandera chilena de entre el público para envolverse en ella.

Entonces suena la última canción y pienso que he vivido una noche notable, un espectáculo de principio a fin… Ah! Williams aún se encuentra sobre el escenario, solo, sin coristas ni bailarinas ni músicos ni nada. Solo él, como si no se quisiera ir y, claro, como un niño comienza a cantar a capella las canciones que más impacto generaron durante el show, seguido de la multitud de voces diversas que aún repletan el lugar. Y, ahora sí, la despedida final. Definitivamente, no podría haberse escogido un mejor nombre para la gira que trajo devuelta a Chile a Robbie Williams, “Heavy Entertainment Show Tour”. Así de simple.

Setlist:
Heavy Entertainment Show
Let Me Entertain You
Monsoon
Party Like a Russian
Bodies
Minnie the Moocher
Freedom
Love my Life
Come Undone
Millennium
Something Stupid
Rudebox / Kids
Tripping
She’s the One
Feel
Rock DJ

Encore:
Better Man
Angels
My Way

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