Rafael Lechowski en Teatro Cariola: El espectáculo va por dentro
23 de marzo 2018.
Por Francisca Neira.
Fotografías por Francisco Aguilar A.
Tras la reprogramación de su concierto, fijado originalmente para el 9 de marzo y postergado por problemas con el vuelo del artista, anoche al fin pudimos disfrutar de la lírica y la pasión del rapero polaco-español Rafael Lechowski, quien llegó a nuestro país en el contexto de las presentaciones individuales que se desprendieron de la cancelación del Festival Frontera del año pasado.
La noche se auguraba prometedora y cumplió completamente con las expectativas que el público presente tenía y proyectaba en su recibimiento cálido y efusivo con el músico, quien con una simpleza apabullante logró conquistar a punta de una afilada lengua a una audiencia que escuchaba atenta lo que tenía que decir tanto con sus canciones como con su discurso. Pero la noche partió un rato antes de la presentación del también escritor, cuando subió al escenario el chileno Gran Rah, encargado de abrir la jornada y calentar los oídos de la gente que recién comenzaba a llenar el espacio de la planta baja del Teatro Cariola.
Sergio Miranda, Gran Rah nos entregó aproximadamente media hora de una lírica directa, al hueso, que fluía rápida y sin pausas retratando en palabras su sentir frente a la vida cotidiana. “Hasta que Nunca Sea Siempre” y la más melódica “Bailas?” nos hicieron vibrar y corear a todos quienes aplacábamos la espera con el MC de Puente Alto, aunque, cabe señalar que uno de los puntos más notorios de su show se dio en la interpretación de “Escuela del Vértigo” en la que colaboró, originalmente, con su compatriota Borderline. El adrenalínico recitado fluyó veloz sobre una pista que más que música parecía el ruido que acompaña a la caída libre, generando el ambiente que, precisamente, la canción requería. Para terminar, una crítica rapeada a capella hacia la superficialidad y sinsentido de la música actual, lo que terminó en un aplauso cerrado de parte de una audiencia que, al parecer, coincidía plenamente con lo señalado por artista.
Con la conciencia crítica ya despierta recibimos, unos minutos más tarde, la voz de Lechowski que irrumpió a través de los altoparlantes para señalar que su espectáculo sería interno y que no primarían en él las luces ni la parafernalia, para luego aparecer sobriamente enfundado en su camisa blanca, coronado por su característica boina y declamar sentidamente sobre una base en la que predominaba el sonido de un saxo, los versos de uno de sus poemas cerrando con una frase que, tal vez, englobe la naturaleza de toda su carrera: “que equipaje tan pesado, ir con el corazón a todos lados”.
“13” y “Soy Loco por Ti” mostraron lo mejor de la lírica del rapero/poeta, “Entre Molinos y Campos de Olivo” puso la nota más sentimental al ser dedicada a su padre, fallecido cuando él tenía diez años, y “Artesano del Arte Insano” evidenció con más fuerza que nunca su vínculo con el jazz y el blues. No obstante, hay algo en Lechowski que trasciende a sus canciones y su música y que se evidencia en el discurso que proyecta durante todo el concierto acerca de la necesidad de volver a encontrarnos en las relaciones cara a cara, dejando de lado las interfaces tecnológicas que, muchas veces, promovería un mundo vacío y de falsas apariencias.
En el fondo, Lechowski critica al capitalismo y a las relaciones que él moldea, faltas de alma y de cariño y toma consciencia de su lugar en el mundo señalando que “mi responsabilidad sobre el escenario es llenar el vacío de las personas”. Y lo hace. Sí, lo hace con su lírica, con su energía positiva que llena el espacio sin necesidad de adornos, ni luces, ni ropa estrafalaria, ni joyas, ni nada. Lo hace con el cariño que siente por lo que hace y que es capaz de proyectar en su discurso. Lo hace cuando en vez de llamarnos “Santiago” nos llama “familia”. Lo hace cuando nos habla de amor.
Para terminar, “Por amor al odio”, canción que es coreada efusivamente por todos los presentes y que se transforma en el punto más alto de toda su presentación, breve pero intensa en la que sólo incluyó canciones de su disco Donde Duele, Inspira (2011), dejando de lado cualquier interpretación de Quarcissus: El Arte de Amar, aquel de la polémica por plagio con Kase.O. Para el encore, una improvisación de casi seis minutos en los que defendió su estilo de vida, sus creencias, agradeció a su público y a la vida.
Lo de anoche fue un concierto redondo, intenso, emotivo, de aquellos que generan complicidad entre quienes llegan a experimentarlo. No hay duda de que Lechowski tiene un don y no hay duda, tampoco, de que nosotros lo agradecemos.
Setlist:
Versos
Caviar
13
Soy Loco por Ti
36500 Días
Entre Molinos y Campos de Olivo
Cantar y Coser
Artesano del Arte Insano
Por Amor al Odio
Encore:
Improvisación
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