Muros (o la socialización amorosa): Es tiempo de pensar
Teatro Mori Bellavista, 25 de enero de 2017.
Por Gabriela León
Fotografías por Carla Cáceres
Muros (o la socialización amorosa), obra dirigida por Soledad Lagos, se presentó ayer 25 de enero en el Teatro Mori de Bellavista, en una tarde acalorada, donde todos intentábamos escaparnos un poco del calor asfixiante de la capital.
Esta obra, protagonizada por Nicole Gutiérrez-Perret, Annie Murath, Silvia Novak, parte del Colectivo Acá Seguimos, ya había sido presentada en el mismo recinto un par de meses atrás, en el marco de un ciclo creado por el mismo teatro, dedicado a la escena más experimental.
Pasadas las 20:00 hrs. entramos a la sala y nos recibieron tres mujeres de diferentes edades, que se encontraban cantando una canción con tonos africanos, melodía que una de las mujeres no tenía miedo de bailar. A lo largo de la obra, la relación entre ellas se hace más cercana, como amigas, aunque en ningún momento de la obra se especifica cuáles son sus nombres, edades y menos la relación que existe entre ellas. Todo esto acompañado de un hombre con alas, interpretado por William Aravena, quien las acompaña a lo largo de toda la obra con la intervención de su cajón peruano.
Cabe destacar que la música es protagonista de esta historia, la cual acompaña el baile del comienzo (interpretadas por ellas mismas), pasando por finas interpretaciones por la destacada cantante y actriz Annie Murath, que nos dejaron a todos atónitos por su hermosa voz.
Esta obra, a través de diferentes relatos, nos habla del concepto del amor y la relación de sus protagonistas con este sentimiento. Uno de los relatos más impactantes se da al inicio de la obra, cuando la mujer que se encontraba bailando, comienza a contar parte de lo que sería su historia junto a su ex esposo. Hablaba sobre el paso de sentirse esclava a la liberación, sentirse mujer de nuevo, y que puede hacer lo que quiera, que es dueña de su vida. Se toma algunos minutos para explicarnos el porqué lo dejó, cómo la obligaba a sentirse enferma y a tomar medicamentos para que pudiera mejorar.
Muros, a través de sus diferentes escenas, nos recuerda lo importante y lo frágil que es amar. Constantemente se nos habla de lo hermoso y maravilloso que es este sentimiento, pero, como bien “Muros” lo ejemplifica, nadie nos da posibilidades ciertas y concretas de que el amor que encontremos cumpla con esas expectativas, con lo que esperamos, que nos cuide, que no nos degrade y que nos haga sentir mujer. Cuántas veces tenemos que ver que mujeres que creían haber encontrado el amor de su vida, en este momento se encuentran con más de alguna herida por ese amor, o siendo más directa, ya no están con nosotros. Muros nos recuerda que el amor no se consigue en todos lados, que debemos cuidarlo y que debe cuidarnos. Que el amor es disfrutar, gozar, bailar y cantar juntos y querer estar bien juntos.
Es también darse cuenta, a tiempo, que muchas veces el amor no es el que creemos y es mejor hacerse un lado, dejarlo ir y estar bien, que es mejor estar solo que mal acompañado.
Muros nos recuerda y nos hace pensar en nuestros amores y en los que vendrán. Definitivamente es una obra que deja preguntas sobre la mesa, con la esperanza que sus espectadores mediten y elaboren su concepto del amor, la compañía y el valor de la soledad, no como castigo si no como opción.
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