Miguel Bosé en Movistar Arena: El eterno amante bandido
22 de febrero 2018.
Por Nicolás Morán.
Fotografías por Francisco Aguilar A.
Si alguien sabe lo que es ser un músico con arrastre multitudinario, ese es Miguel Dominguín Bosé; quién decidió darle relevancia a su madre para su nombre artístico hasta que, con el tiempo, terminaría invirtiendo sus apellidos de manera definitiva y legal. Decimos multitudinario, porque anoche estaba lleno hasta las tribunas el Movistar Arena.
El joven que viera a grandes como Camilo Sesto, enamoró a miles desde su entrada en la música a mediados de la década de 1970; sin embargo, este efecto no explotaría sino hasta 1980, con su disco Miguel, que fue un éxito a nivel europeo y latinoamericano. En ese instante, Bosé sabía que estaba para quedarse, puesto que sus composiciones y trabajos grabados con diversos autores de la llamada “Movida madrileña” lo llevarían a hacer música de forma más profesional y, finalmente, a cosechar una carrera fecunda y contundente. Es esta misma carrera la que lo trajo a nuestro país nuevamente para este concierto.
En esta ocasión las expectativas eran altas y existían una serie de dudas sobre cómo se desarrollaría el espectáculo. Se le venía complejo al español desde un par de días antes, ya que, tras su presentación en el Festival de la Canción de Viña del Mar, fue acusado en redes sociales y los medios de no cantar y hacer playback. Lo anterior hizo que se especulara dentro de la prensa y los asistentes al show de anoche sobre si repetiría la acción o se reivindicaría con su público. Sin embargo, bastó con escucharlo cantar “Sereno”, su primer tema, para captar que Bosé venía con todo. Si bien se hace notar que hay un desgaste de la voz (muy lógico en artistas que alcanzan cierta edad), aún mantiene la prestancia en escena y una capacidad vocal que cautiva.
Con un concierto que se extendió por cerca de dos horas en el que nos dio un recorrido por sus 40 años de trayectoria musical e hizo gala de un show excelente. Estuvo acompañado por tres coristas que tenían una potencia extraordinaria y de músicos instrumentalistas que mostraban una maestría envidiable. Todo eso, en conjunto, hizo que la noche fuera un real agasajo para los fans, quienes cantaron cada uno de los temas a todo pulmón, como si no hubiese más en el mundo.
El show incluyó canciones que son íconos de la música hispana, tales como “Linda”, “Si tú no vuelves”, o “Morena mía”, canciones que todos tenemos en nuestro inconsciente, por lo que era un show altamante disfrutable tanto para aquellos fanáticos acérrimos como para quienes no lo son de forma tan devota. Así, Miguel Bosé crea una atmósfera única y rescatable, pues la idea es que la música sea un espacio para compartir y disfrutar. Cantantes como Bosé trascienden generaciones, debido a que es un pop melodioso y pegajoso, por lo que muchas veces puedes sentarte con tu mamá, pololo, polola a escuchar su música, cosa que no pasaría con otros artistas u otros estilos.
Los minutos pasaban y sonaba un éxito radial tras otro. Era increíble ver la emoción de madres, padres, hijos y nietos compartiendo la noche. Está claro que su voz no es la misma que hace 20 años y quizás debió apoyarse más en sus coristas al momento de lanzar notas altas; aún así, su presentación desprendía sensualidad y poesía, puesto que su desplante sobre las tablas, te invitaba a seguirlo con la mirada y, con movimientos casi hipnóticos, hizo que transcurrirá más de una hora sin que nos diéramos cuenta.
Se acercaba el primer encore tras finalizar con “Gulliver”. Volvió al escenario con “Bambú” y cerró con la que debe de ser una de sus creaciones regalonas, “Amante bandido”, puesto que adornó la canción con fraseos, le pidió ayuda al público y le dio un beso en la boca al guitarrista, por lo tanto, ustedes entenderán que el recinto explotó en vítores y aplausos con esa acción.
Cuando creíamos que ya era todo y nos disponíamos a salir, Miguel salió nuevamente para enloquecer a sus seguidores tocando dos canciones más: “Hacer por hacer” y “Te amaré”. Este gesto enamoró aún más a un público que no cabía de alegría porque su ídolo se despedía con palabras que se escucharon tan sinceras sobre la música y sobre la vida.
En síntesis, la presentación fue de una altísima calidad y cuidado estético, con buena iluminación, pero sobre todo con buen audio. Los músicos sabían perfectamente lo que debían hacer y lo hacían con precisión, notándose el trabajo acucioso que hay detrás. Por último, Bosé mostró que es un maestro en el arte de encantar, porque su elegancia era la protagonista y, en particular, todavía conserva esa mística que lo hace un grande de la música romántica. Eso es lo que lo vuelve, para muchas de sus fans, sin importar los años, su amante bandido.
Setlist:
Sereno
Duende
Nena
Aire soy
Amo
Mirarte
Nada particular
No hay ni un corazón que valga la pena
Amiga
Morir de amor/Creo en ti
Linda / Don Diablo / La chula
Estaré
Como un lobo
Olvídame tú
Sevilla
Morena mía
Si tú no vuelves
Gulliver
Encore 1:
Bambú
Solo si
Amante bandido
Encore 2:
Hacer por hacer
Te amaré
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