María Colores en Teatro Oriente: una noche íntima
28 de octubre 2016.
Por Nicolás Morán.
Fotografías por Felipe Morales.
Sí. Telonear a Coldplay es lo máximo. Sí. Compartir escenario con Pedro Aznar debe ser la hostia y más, y sí, tener 3 discos es muy potente. Pero para todo artista, debe ser la satisfacción suprema cuando logras dar un espectáculo de calidad. Y en eso María Colores no nos dejó al debe.
Me encantó el que haya logrado hacer que me tragara mis prejuicios. Cuando nos equivocamos, hay que asumir hidalgamente. Al momento de entrar al concierto que nos ofreció la noche del viernes, yo la conocía poco y nada. Uno que otro tema -tal como ella misma señaló durante el concierto-, pero debo agregar que las versiones de estudio no le hacen justicia a su voz y vitalidad en vivo.
La elegancia que nos brindó se condecía con la magnificencia arquitectónica del Teatro Oriente. Un sonido limpio y exquisito. Y ya que estamos en aspectos técnicos, le doy un aplauso al encargado de iluminación. Precioso juego de luces. En su medida justa y muy conectado con la intensidad de los temas. Si la canción era lenta, la luz era sobria. Si la canción era rápida, las luces eran una fiesta.
En cuanto al público, no estaba repleto de gente. Se entiende por el espacio donde se hizo y porque el target no apunta al gusto popular. Pero cada uno de los que estuvimos ahí, presenciamos lo que yo llamo noche íntima. Para abrir, fue invitada la cantautora argentina Belén Pasqualini, quien nos deleitó con unos temas influenciados por el Jazz que me hicieron sentir como si estuviera sentado en un bar neoyorquino, bebiendo un martini mientras ella tocaba de esos temas que te parten el corazón. Qué potencia vocal tiene esa mujer. Al punto de que te mueres, revives y te vuelves a morir.
Al terminar, nos dejó con el productor de María que nos explicó cómo se habían conocido y la historia se las resumo así: Año 2010, una chica escribe para participar del micrófono abierto del Club de Jazz. El único inconveniente es que viene en barco desde Alaska –ni más ni menos-. Se gana un espacio como pianista dentro del navío y deja de vender souvenirs. Esta chica llega y el resto es una profecía cumplida. Nace su primer disco y María Magdalena Ortiz sería conocida desde ese día como «María Colores».
Cuando entró la protagonista, el público hizo retumbar las paredes. Había muchos fans incondicionales y mucha gente que se acercaba a conocerla. Hizo una selección de sus hits de ese Pop-Rock desenfadado y pegajoso. Admito que cuando sonó “Llamadas perdidas” yo canté sin pudor. Es increíble cómo una canción se aloja en tu subconsciente y aflora justo en el momento indicado.
En general el show estuvo muy bueno y ordenado. Constaba de tres partes, una por cada disco. Mucha vitalidad y mucha fuerza. Si eso fuera poco, más encima la chiquilla es multi-instrumentalista. Le conté dominar 5. Me recordó un poco a la onda que nos entregaban “Javiera y los Imposibles” y “Cristina y los Subterráneos”. Ese power femenino que nos entregó diversidad dentro de la música hispanoparlante. Hago un punto aparte con su banda. Muy talentosos ellos, pero se llevó mi admiración el baterista de la banda.
Dicen que una persona se mide en tanto logra compartir lo que tiene y Colores compartió las tablas con 3 músicos. Primero tocó con el cantautor chileno Chinoy. Yo, que sin ser fan de su trabajo, considero que armonizó muy bien. Era agradable al oído. Luego invitó a Sabina Odone, quién con su flamante vestido rojo, nos logró mover con su dulce voz. Y al último, mi nuevo amor platónico. La gran artista trasandina, Belén Pasqualini. Espero su gira en Chile.
Siento que de todas las sorpresas que viví este viernes, la mayor es la que me llevé como espectador. Muchos hits que se te quedan como chicle en la cabeza, muchas canciones que no conocía y que me alegra haberlas conocido. Había calidad, había vida y había talento. Todos los que estaban sobre ese escenario de verdad amaban lo que hacían. Daba lo mismo si estaban tocando para el multitudinario público que iba a Coldplay, o para el centenar de personas que estábamos en el Oriente. Tocaron con el corazón y se agradece.
Creo que de todo lo que nos presentó, lo que más me gustó fue el último disco. Mucho más oscuro, mucho más maduro musicalmente. Más rockero que pop. De hecho llegué a escucharlo y sumé un par de temas a mi playlist. Para cerrar, ella agradeció al público y dedicó el concierto a su hija. Las luces se apagaron, empezaron a pasar los encargados de sonido y me levanté lentamente en cuanto prendieron las luces. Vi mi celular y tenía como 4 llamadas perdidas de mi corazón. Creo que las voy a devolver.
Setlist:
Soy para vivir
Paraíso
El mundo de tu mano
Celebrar
No existe la soledad
Llamadas perdidas
Todo se da
Peces
Mil vueltas
Relámpago
Me gusta la vida
Estar de lejos
Llevo la noche
Un lugar
Me verás feliz
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