Por Meryth Smirnoff.
El cineasta chileno Pablo Larraín trae a la pantalla grande otro de sus aclamados biopics basados en grandes mujeres de los años XX y esta vez lo hace basándose en la vida de una de las sopranos más importantes de todos los tiempos: María Callas. Este film continúa con el excelente trabajo que ha hecho Larraín para retratar momentos específicos en la historia de mujeres que han sido conocidas por tener una historia de vida tormentosa; travesía dramatúrgica que comenzó con Jacqueline Kennedy interpretada magistralmente por Natalie Portman en Jackie y que se continuó con Lady Di bajo la actuación de Kristen Steward en Spencer; ambos trabajos nominados al Oscar por mejor actriz.
Para María, Larraín se enfoca en los días finales de la cantante, mientras vivía en París, en una historia dramática y nostálgica que fue escrita a la perfección por Steven Knight. La película está protagonizada por Angelina Jolie interpretando a Callas, Valeria Golino interpretando a su hermana Yakinthi y Haluk Bilginer como Aristóteles Onassis, siendo todas actuaciones que quitan el aliento.
Larraín comentó a medios extranjeros: “Tener la oportunidad de combinar mis dos pasiones más profundas y personales, el cine y la ópera, ha sido un sueño largamente esperado. Hacerlo además con Angelina, una artista sumamente valiente y curiosa, es una oportunidad fascinante. Un verdadero regalo” y fue el mismo director quien compartió las primeras imágenes de la filmación, así como también, del estreno de la película en el 81º Festival Internacional de Cine de Venecia.
Y si hablamos del drama sicológico que nos entrega este largometraje, sería como tratar de explicar un arcoíris de emociones, incluyendo los momentos más brillantes hasta tocar la negrura de la oscuridad en donde la angustia presiona el abdomen y la respiración se contiene en los pulmones hasta sentir que te ahoga junto a la historia. Esto es lo que Angelina Jolie provoca al verla en la pantalla gigante. Quizá una de las mejores interpretaciones de los últimos tiempos.
Pero para entender la historia y el trasfondo de la misma, debemos conocer, aunque sea una pincelada de la biografía de la soprano, por lo que a continuación te dejo algunos puntos claves que pueden ayudar a comprender de mejor manera la trama que Larraín nos presenta en la pantalla grande:
● María Callas nace de un matrimonio emigrante griego, un 2 de diciembre de 1923 en New York. Tras la separación de sus padres, Callas se trasladó con su madre a la ciudad de Atenas cuando tenía 13 años y es aquí donde estudia en el conservatorio junto a su maestra Elvira de Hidalgo.
● Solo 2 años pasaron para el debut de María en el mundo de la ópera, en donde interpretó papeles como los de Tosca y Leonore en Fidelio de Beethoven. En 1945, regresó a Estados Unidos y fue descubierta por el tenor italiano Giovanni Zenatello y en 1947 realizó su debut en la Arena de Verona encarnando a la protagonista de La Gioconda de Ponchielli.
● En 1947 regresa a Italia para debutar en Verona y es aquí donde logra forjar su reputación y hacerse conocida como “La Divina”. Entre 1949 y 1951, María Callas interpretó papeles tan importantes como Violetta en la Traviata.
● Un suceso clave en la vida de Callas comienza junto con su éxito; la Diva decide adelgazar perdiendo 40 kilos en solo unos pocos meses impactando no solo a su figura, sino también a su voz.
● En 1958 realizó su debut en la Ópera de París con un esplendoroso concierto de gala. Entre el público se encontraba un hombre que habría de cambiar su vida: el millonario griego Aristóteles Onassis. Callas, casada con Meneghini, un importante hombre de negocios 30 años mayor que ella desde 1949; fue invitada a compartir un crucero con Onassis, también casado, por quien abandonó a su esposo en 1952.
● En 1968, Onassis la deja para casarse con Jacqueline Kennedy, la viuda del asesinado presidente estadounidense, rompiendo el corazón de “La Divina”. Su gran amor muere en 1972 y Callas se refugia en somníferos y antidepresivos.
● Su última aparición operística fue como Tosca, en Londres en 1965 para luego trasladarse a vivir en París. Los últimos años de Callas fueron solitarios y su salud fue delicada. El médico Mario Giacovazzo la diagnosticó de dermatomiositis en 1975, pero no lo hizo público hasta el año 2002 por lo que su diagnóstico permaneció en las sombras durante toda su vida.
● En septiembre de 1977, murió en la soledad de su apartamento en París de lo que se cree que fue un infarto al corazón con tan sólo 53 años.
Teniendo esto en consideración, la película se basa en la última etapa de la vida de la soprano y hace énfasis en el constante abuso de las píldoras para aliviar el dolor que lleva consigo tras perder al gran amor de su vida. El paralelo tormento entre el corazón roto y la pérdida paulatina de su voz, convierten el largometraje en una obra digna de cualquier ópera cuya trama siempre se basa en la tragedia. Una Aria operística de la vida de Callas, tal y como ella misma la describe en el film.
La actuación de Jolie es magistral, con una interpretación sublime que se transmite por la pantalla tanto en momentos de alegría como en aquellos más agónicos del largometraje. Los actores de reparto hacen lo suyo, Pierfrancesco Favino como Ferruccio y Alba Rohrwacher como Bruna, a mi parecer son los grandes ganadores de esta entrega, pues son los personajes que harán que cada segundo final del film mantenga a la audiencia con los ojos abiertos y el corazón apretado.
La fotografía de la película es simplemente exquisita; el arte, los paisajes y los cortes filmográficos son un abanico de deleites para la vista. La música, completamente interpretada por la voz de María Callas (que en momentos se solapa por la voz de Angelina), es de un nivel supremo: “Otello: Ave María”, “I Puritani: Qui La Voce Sua Soave”, “Norma: Casta Diva”, “La Traviata: Sempre Libera”, “Gianni Schicchi: O Mio Babbino Caro”, y “Carmen: L’Amour Est Un Oiseau Rebelle” son algunas de las piezas más memorables de la producción de Larraín.
Sin lugar a dudas, las poco más de dos horas que trae a la pantalla María Callas, son un paseo, no solo por la nostálgica historia de la “La Divina”, sino también un deleite para los ojos y los oídos.