Los Tres presentaron «Fome» en Coliseo Santiago: La intensa luz de un clásico
10 de mayo 2019.

Por Rodrigo Guzmán.
Fotografías por Javier Martínez.

En más de alguna ocasión lo he afirmado: la música chilena es un espacio de producción que puede ser considerado con facilidad como un referente regional. Y esto no se refiere al mero ámbito latinoamericano, que no es poco decir, sino americano como tal. Desde Estados Unidos hasta acá. Los distintos álbumes que conjuntos y solistas nacionales han registrado a lo largo de la historia musical de este país consiguen una calidad tal, que no es raro, y hoy mas que nunca, ver a diferentes artistas chilenos girando por todo el continente en presentaciones mas o menos masivas. Como sea, quizás uno de los primero conjuntos que vino a cimentar este camino de internacionalización a punta de excelencia y capacidad de trabajo, fueron Los Tres. Comandados por un frontman que cuenta con las credenciales suficientes del rockstar, junto a músicos técnica y compositivamente sobresalientes, la agrupación de origen penquista no tardó en generar ruido a escala regional desde este rincón del continente. Si bien Los Tres cuentan con una discografía, como tantas otras, algo irregular, poseen álbumes que como pocos, pasaron a formar parte esencial del cancionero nacional. Tal es el caso de Fome (1997), que anoche en Teatro Coliseo fue interpretado en su totalidad ante una audiencia plena. 

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Con cortes como «Olor a gas», «Bolsa de Mareo», «La torre de Babel», «Me arrendé» o «De hacerse se va a hacer», no se hace difícil entender por qué Henriquez y compañía, entraron a dicho sitial y aun son capaces de llenar dos fechas a capacidad completa en el Teatro Coliseo Santiago. Si bien los problemas de salud y la consiguiente vuelta a los escenarios de Alvaro Henríquez ha mermado en algo su capacidad interpretativa (absolutamente estática sobre el escenario) y vocal (algo deslucida e incluso a ratos inaudible), la fórmula trabajada en Fome habla por si sola y prende en el publico, veinte años después, de manera penetrante. 

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Se ha dicho que Fome es un álbum de la ruptura, que los integrantes de Los Tres montaron el primer ladrillo de un edificio cuyo interior nadie había habitado aún en la escena musical chilena. A caballo entre la corriente de las guitarras más ruidosas de «Bolsa de Mareo» o «Libreta», circularon de la mano junto a cortes que sugerían una «folkloridad» tejida a punta de madera y cuerdas de nylon. La severa multiplicidad de Fome hizo de su sonido una oda a la frescura que con el pasar de los años se niega a envejecer. Así quedó demostrado anoche tras la interpretación de clásicos como «Pancho», y «Fealdad», que fueron creados al unísono por el público asistente. 

Sin necesidad de mayor interacción entre músicos y asistentes, las canciones de Fome hablaron por si solas, brillando en su máximo esplendor el trabajo melódico y armónico de cada corte. Esto no es menor, pues el trabajo notable de la melodía en cada una de las canciones contrastó de manera palmaria con el carácter abstracto y más bien hermético de los letras de Álvaro Henríquez. Los cortes de Fome cuentan con un espíritu altamente coreable, a pesar de no ser los más cantables de la extensa discográfia de los penquistas, pues son canciones estructuradas en torno a la nostalgia y la melancolía, compuestas al calor de una etapa turbulenta a nivel de conjunto y a nivel personal.

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Todo lo anteriormente dicho se reflejó con exactitud en una fecha colmada de intensidad, recuerdos y a la vez, frescura sonora. Porque no todo se volcó en la presentación de Fome, ya que tras una dilatada espera, vino un encore donde se sucedieron a modo de sorpresa cortes cuya puesta en escena no veían la luz hace algún tiempo. La dulzura de «Moizefala» llegó a matizar el frenético ritmo de «Camino», que a la vez, fue sucedido por la incombustible «Déjate Caer», para luego dar paso a «La espada y la Pared», interpretada a modo de clausura. 

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A estas alturas, no cabe duda del sitial que Fome detenta en el cancionero nacional. Por lo mismo, la celebración de la segunda década de dicho álbum encuentra su plena justificación allí mismo, junto a la masiva concurrencia y recepción de un álbum icónico, producido al calor de una década cuyo ingenio musical colmó las mentes y dotó las manos de los músicos más audaces y comprometidos con el arte del sonido articulado.

 

Setlist:
Claus
Bolsa De Mareo
Toco Fondo
Olor A Gas
De Hacerse Se Va A Hacer
Antes
Fealdad
Jarabe Para La Tos
Libreta
Me Arrendé
Silencio
La Torre De Babel
Pancho
Restorán
Largo

Encore:
Cerrar y abrir
Camino
Morir de Viejo
Moizefala
Déjate Caer
La espada y la pared

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