Por Francisca Neira.
Durante la semana pasada y hasta mañana 8 de diciembre, se ha desarrollado la décimo sexta versión del Festival Internacional de Cine y Documental Musical, In-Edit Chile. El evento, que ya nos tiene acostumbrados a poner atención a la cartelera de cada fin de año, se está realizando pese a las condiciones de distanciamiento físico que la pandemia de Covid-19 ha impuesto no solo en nuestro país sino en el mundo entero. Lo anterior implicó algunos cambios y, aunque se realizaron algunas funciones presenciales, gran parte del programa se encuentra disponible en una plataforma digital que nos ha permitido revisar los filmes en la tranquilidad del hogar.
En lo personal, uno de los aspectos que más aprecio de In-Edit es la exhibición de cortometrajes musicales que en 15 a 30 minutos nos dan a conocer realidades vinculadas a la música y la cultura popular nacional e internacional. Este año se pueden destacar Makiza: hijos de la rosa de los vientos, de Vicente Subercaseaux, que relata la historia de la banda hiphopera y entrega una mirada clara del contexto en el que se creó; El Cometa, de Claudio Marcone y Sebastián Lavados, en la que se narra la historia de la banda ícono del jazz rock nacional que lleva el mismo nombre y José Quilapi: mapuche tenor, de Rodrigo Fernández, donde se evidencia de manera respetuosa la cruza entre la tradición originaria y el canto lírico.
Opciones para ver en un tiempo reducido hay muchas en esta versión de In-Edit y una de las más interesantes es Lakitas Nañapura: Movilizando tradiciones, cortometraje dirigido por Camila Paz y Roberto Salinas que forma parte de la miniserie Mujeres de cambio. En la obra podemos conocer la historia de un grupo de mujeres de Iquique que, tras mucho rechazo y negación por parte de profesores y músicos, lograron organizarse, aprender y dedicarse al “sople”. Cabe destacar que tradicionalmente los lakitas son agrupaciones musicales masculinas andinas que ejecutan diversas sonoridades en base a zampoñas y percusiones; presentándose en festividades (muchas de ellas religiosas) tradicionales de los pueblos del altiplano.
A partir de los relatos y apreciaciones de las integrantes de Lakitas Nañapura, logramos reconocer las dificultades culturales que enfrentaron al momento de interesarse en esta forma de cultura tradicional, tales como los mitos que establecen que el útero no es compatible con la zampoña o que los pechos de las madres recién paridas se secan de tanto soplar. Sin embargo, y quizá esto es lo más importante, también vemos cómo este grupo de mujeres ha conseguido actualizar la tradición al demostrar su capacidad musical, al participar de manera activa en los movimientos sociales reivindicatorios que cobraron mayor fuera el año pasado y a través de la composición de letras actuales y que recogen las problemáticas femeninas y/ sociales desde una perspectiva femenina como el aborto o el rol de la mujer en la religión.
En tan solo 16 minutos el documental de Paz y Salinas emociona, educa e inspira. No se puede sino sentir orgullo frente a la historia compartida de las integrantes de Nañapura y el papel que saben están interpretando en una nueva forma de vivir la tradición: en palabras de Macarena Barahona, integrante de la banda “esta es la primera agrupación que se conforma y disputa espacios de lakitas ocupados otras veces por hombres y en donde oficialmente no eran aceptadas las mujeres”. Así, queda en evidencia que este no es solo un documental que registra el trabajo musical de un grupo de personas sino que es es el registro patente de un cambio cultural profundo que involucra también las creencias y tradiciones más arraigadas de los pueblos originarios de este territorio y cobra vital importancia la dedicatoria que aparece al final de la película: “a todas las mujeres que les dijeron que NO”.