23 de marzo 2023.
Por Carlos Barahona.
Fotografías por Francisco Aguilar A.
Desde esa primera fiesta realizada en unos oscuros y peligrosos recovecos de Nueva York, en donde emergieron los primeros scratchs que comenzaron a definir el sonido y el camino del hip hop como estilo musical, han pasado un lustro de años. La evolución, transformación y creación del género fue adquiriendo matices según la esquina, el barrio y las vicisitudes vitales de sus cultores. Una de las principales riquezas que sumó a sus variantes, fue la posibilidad de adaptación a cada una de las diferentes lenguas que se mantienen vivas y vigentes en el orbe. Y cuando el hip hop se amalgamó con el castellano, el juego cambió para siempre. La ampliación en términos de palabras, combinaciones y métricas hizo que quiénes se destacaran con un micrófono en la mano, pudiesen entrar directamente a ese olimpo compuesto por los Wu Tang Clan, por las Salt’n Peppa, 2Pac, Biggie, solo por decir algunos de los nombres más respetables.
En esta misteriosa y azarosa existencia humana, desde Zaragoza, España, emerge una de esas voces que se pueden sentar con total propiedad en la mesa de estos gigantes. Si te digo Javier Ibarra (1980), ese nombre no te debe sonar mucho. Pero desde que Ibarra tomó un micrófono y forjó a esa monstruosidad artística denominada “Kase.O”, todo el mundo de habla castellana y que se arroga ser erudito de la cultura hip hop, sabe quien es. Culto, rapero, liricista, desde que en los años noventa irrumpió Violadores del Verso – junto a los también titánicos SHO-HAI y Lírico, más las tornamesas de R de Rumba – nada volvió a ser lo mismo. Jamás.
Y si creímos que el juego se acabaría cuando los integrantes de VV decidieron separar sus caminos, Kase.O nos volvió a patear el tablero y emergió con una nueva sonoridad, refinando su lírica al sumar una banda en vivo que fusiona la sutileza del jazz con la fuerza del rock. Una fórmula letal y vigorosa: Kase.O Jazz Magnetism. Desde ese primer disco, ya pasó una década. Y Kase.O nos debía una celebración como correspondía – sí, maldita pandemia, una vez más -. Y la gente cultora del verdadero género urbano en nuestro país no dudó en sumarse a la fiesta. Las ansias se sentían desde temprano en el mítico reducto de calle San Diego. Con un fervor futbolero emergían los gritos desde platea, cancha, todas las direcciones “Ohhh, Kase.o, ohhh Kase.O, dale Kase.O”. La caldera estaba hirviendo, solo faltaba el ingrediente principal.
A eso de las 21.30 se apagan las luces y Los Magnéticos – la banda que toca con Ibarra – sale a escena. Comienzan a tocar con un flow y ritmo frenético, hasta que el maestro de ceremonias salta a la tarima. Sonriendo, saltando y agradeciendo, Kase comienza con su clásica intro, disparando palabras con el swing que lo caracteriza. Con el aplomo de casi tres décadas de trayectoria, agradece el poder estar en el país nuevamente, a las deidades por poder reunirnos nuevamente y que este concierto sea un espacio donde podamos ser completamente libres. Empiezan los acordes de “Libertad”, del disco homónimo y cada persona en el público parecía un MC más, rapeando a rabiar “Coge este tren que se te ofrece, vete libre, vive crece, sé tú jefe”. Acá el saxo, a cargo de Hugo Astudillo se roba toda la película, con un delirante momento de improvisación, llevando el rapeo al instrumento de viento. Con referencias al pueblo mapuche y abogando por su libertad, empiezan a pasar raudamente hit tras hit. En “Esto no para”, Kase pidió a todo el público saltar y en clave bien punk, la canción se hizo un cañonazo. “Yemen”, por su parte, con una sonoridad cercana al ska, sirvió para demostrar que la banda soporte también tiene en su adn la métrica y versatilidad del zaragozano, quien despliega en su letra toda la importancia que tiene en el género: “mientras sueltas esas rimas flojas, ¿de qué te quejas? ¿te has parado a revisar tus hojas? ¿lo que reflejas?”.
“Pavos reales” y “Mazos y catapultas” fueron una dupla letal. En la primera contamos con la posibilidad de ver a Jonas Sanche acompañando en las rimas, demostrando una vez más porque es uno de los MC´s más cotizados de este terruño, llevando a Kase.O a rememorar su conexión con el hip hop nacional, recordando un concierto dado junto a los Panteras Negras en Pudahuel durante la década de los noventa. El barrio siempre presente. Y, en la segunda, canción que pertenece a la elogiada placa El Círculo, Javier desplegó toda su métrica avocada a la sensualidad de una musa casi inalcanzable.
“Pura droga sin cortar” trajo a escena el recuerdo de los Violadores del Verso, su banda madre, y los fans de la vieja escuela gozaban el fraseo egocéntrico de “Me considero del género referencia, esa tendencia a negar la evidencia. Se acabó, el que nos odie que se arme de paciencia”. En “Ninguna chavala tiene dueño”, Kase se despachó una de las mejores frases de la jornada: “Es el tiempo de las chicas, los hombres hemos fracasado”.
Así fueron pasando las canciones como “Billete De Ida Y Vuelta”, acompañado de Sharif el incomparable – quien, de paso, está por primera vez en el país – “Repartiendo arte”, “Como el sol” y “Boogaloo” – teniendo un momento incómodo frente al ingreso de una fan al escenario y teniendo que ser sacada a la fuerza por la seguridad del recinto -.
“Mitad y mitad” empezó con la intro realizada por Nawja Nimri – reconocidísima actriz española – y el teatro se vino abajo ante la arremetida de tensión sexual que contiene en su letra. Kase.O mostraba toda su versatilidad en diversos estados anímicos y fluires de la conciencia, pero en “Basureta”, mostró sus demonios y debilidades, lo que se notó en la performance de la canción. Escenario sin luces, él sentado en una silla e iluminado con una tenue luz vociferando lánguidamente: “Blanco sobre blanco. Negro sobre negro. Y así sucesivamente ser uno con el vacío y, tumbado, caer, decaer y recaer profundamente”. Por lejos, el momento más íntimo de la jornada.
“Que no hay alcohol” y “Ballantines” volvieron a subir los ánimos y el baile en el Teatro. En “Tiranosaurus Rex” volvió a desplegar su trayectoria sobre la tarima. Para el broche de oro, Javier desplegó rimas a capella, “Cantando” de su época con los Violadores del Verso y cerró con “Renacimiento”, una oda a la elección de una vida feliz, disfrutando de esos pequeños placeres de la vida, alejados de la pantalla de un celular o un computador.
Kase.O sigue viviendo con más fuerza y lo de ayer fue una pincelada del último trayecto creativo de uno de los exponentes más lúcidos del hip hop en castellano. Un agradecimiento a un estilo musical que ha salvado la vida a millares de personas, dándole sentido a estos tiempos difíciles de existir.
Setlist:
Intro
Libertad
A Solas Con Un Ritmo
Esto No Para
Yemen
Pavos reales (con Jonas Sanche)
Mazas y catapultas
MC Escandaloso Expósito
Pura droga sin cortar (Violadores del Verso cover)
Ninguna Chavala Tiene Dueño
Billete De Ida Y Vuelta (with Sharif)
Repartiendo arte
Como el sol
Boogaloo
Mitad y mitad
Ringui Dingui / Señores Del Brunch
Basureta
Que no hay alcohol
Ballantines
Tiranosaurius Rex
Medley Acapella
Cantando (Violadores del Verso cover)
Renacimiento
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