Banda invitada: Decessus
12 de diciembre 2024.
Por Carlos Barahona.
Fotografías por Javier Martínez.
Emulando a Julio Cortázar en ese primer apartado de su afamado libro Historia de Cronopios y Famas, en los que da instrucciones para diversas acciones, yo les presento lo que sería dar una patada directo al cráneo. Primero en un sentido literal: «Para ejecutar una patada al cráneo, comienza colocando una pierna en posición elevada, alineada con la cadera. El movimiento se inicia al girar el torso ligeramente hacia el lado opuesto al de la pierna que va a impactar. Usando la fuerza de la cadera y el abdomen, extiende rápidamente la pierna hacia adelante, con la punta del pie dirigida al objetivo. Es fundamental que el pie golpee el cráneo con el área superior del pie, buscando un impacto preciso y controlado. La pierna debe regresar a su posición inicial con velocidad, manteniendo el equilibrio y la estabilidad del cuerpo durante todo el movimiento».
Y ahora en un sentido musical: «Imagina la patada como un acorde fuerte y resuelto que surge de la percusión de un ritmo acelerado. Es como un golpe de bajo profundo en una pieza de metal o hardcore, donde la cadencia no es solo un desplazamiento físico, sino una explosión de energía concentrada. Comienza con un crescendo de tensión, como una línea de guitarra que se construye en intensidad, hasta que, en el clímax, la patada se despliega como un riff potente y cortante. El golpe final resuena con la misma fuerza que un golpe de tambor en el centro del escenario, justo cuando la música alcanza su punto máximo. El cuerpo se mueve al ritmo, y la patada se convierte en una armonía breve, pero rítmicamente precisa, que corta el aire con la misma precisión de un instrumento afinado en el momento exacto».
Eso fue lo que sucedió en la jornada del 12 de diciembre en el Teatro Caupolicán, en el marco de la gira conjunta de los alemanes Heaven Shall Burn y los ucranianos Jinjer, quienes literal y metafóricamente rompieron cabezas con la crudeza y técnica de sus propuestas metaleras. Antes de esta puesta en escena, y como es tradición – y ley – una banda local abrió los fuegos, siendo en esta oportunidad los nóveles Decessus los encargados de ese rol. El conjunto compuesto por Ignacia Fernández en voz y guturales, Carlos Palma en guitarra, Jaime Pape en bajo y Martín Fénix en batería, con su propuesta de un death metal progresivo, que apela a la rudeza a partir del tecnicismo, nos dejó con un grato sabor en la boca. Son una banda con un potencial tremendo. Tracks como “Traitor”, “Red Abyss” o “Deliverance”, dejaron en claro que todo el hate que se han tenido que bancar es innecesario, y que si bien son un conjunto que puede seguir puliéndose, cuenta con toda la base y energía para poder hacerlo. Enhorabuena por las agrupaciones que cuenten con una frontwoman a la cabeza.
Luego fue el turno de Heaven Shall Burn. A las 19.30 horas en punto, la banda alemana, conocida por su mezcla explosiva de metalcore y death metal melódico, nos ofreció un show demoledor que combinó intensidad musical con mensajes cargados de conciencia social. El setlist, cuidadosamente seleccionado, arrancó con “Awoken”, una introducción instrumental que marcó el tono de la velada Inmediatamente después, “Endzeit” desató una oleada de energía en el público, con riffs afilados y la voz gutural de Marcus Bischoff liderando la carga. El público respondió con una entrega total, a punta de severos moshpits cargados de brutalidad.
El tercer tema, “Bring the War Home”, se consolidó como uno de los puntos altos de la noche, con una ejecución impecable que mezcló melodía y agresión. “Übermacht”, uno de los temas más recientes de su discografía, trajo una vibra distinta al set con su ritmo marcial y sus coros impactantes, demostrando la capacidad de la banda para reinventarse sin perder su esencia. Clásicos como “The Weapon They Fear” y “Hunters Will Be Hunted” destacaron por su carga emocional y letras que invitan a la reflexión sobre temas de injusticia y lucha. Antes de interpretar “The Weapon They Fear”, Bischoff dedicó la canción a la memoria de Salvador Allende y Víctor Jara, figuras que, según mencionó, han inspirado a la banda desde sus infancias en la Alemania Oriental, forjando su nexo con nuestra nación.
La parte central del show incluyó “Voice of the Voiceless” y “Behind a Wall of Silence”, piezas que no solo demostraron la calidad técnica de la banda, sino también su capacidad para conectar profundamente con la audiencia. El público, envuelto en la intensidad de la música, respondió con más mosh pits y aplausos ensordecedores. Un momento emotivo llegó con “My Heart and the Ocean”, una canción cargada de melancolía y belleza que mostró el lado más melódico de Heaven Shall Burn. Este contraste dio paso al clásico “Black Tears”, un cover de Edge of Sanity que la banda ha hecho suyo, desatando otra ola de entusiasmo entre los asistentes.
Un detalle que quedó grabado en el corazón de los fanáticos fue la entrada de Marcus Bischoff al escenario luciendo una camiseta de la selección chilena, gesto que desató una ovación masiva y reforzó el vínculo especial entre la banda y el público chileno. El cierre estuvo marcado por “Corium”, una pieza poderosa que selló la noche con una energía arrolladora. El Teatro Caupolicán vibró con cada nota y cada grito, dejando claro que Heaven Shall Burn es una banda que trasciende géneros y fronteras para entregar un mensaje universal de lucha y esperanza.
Continuando con el programa y en horarios exactos, a las 21 horas los ucranianos Jinjer subieron al escenario del reducto de calle San Diego con una sola misión: patear y remover cada hueso que compone nuestro cráneo humano. La banda, liderada por la imponente y carismática Tatiana Shmailyuk, ofreció un viaje musical lleno de potencia, virtuosismo y emociones profundas, reafirmando su lugar como una de las propuestas más sólidas del metal moderno. El setlist de la noche fue una verdadera montaña rusa de estilos y estados de ánimo, abriendo con «Just Another», un tema que estableció de inmediato la energía explosiva que marcaría el resto de la presentación. Continuaron con «Sit Stay Roll Over» y «Ape», demostrando su capacidad para combinar la agresividad del metalcore con estructuras progresivas que mantienen a la audiencia en constante sorpresa. Los moshpits no se hicieron esperar.
Uno de los momentos más destacados fue la interpretación de «Retrospection», donde Tatiana hizo una pausa para conectar con el público y expresar su gratitud hacia los fans chilenos, un gesto que resonó profundamente en la audiencia. La fuerza emocional del tema, con letras que exploran el pasado y la identidad, fue complementada por la ejecución impecable de los músicos. El himno educativo «Teacher, Teacher!» puso a todos a corear en un éxtasis colectivo, mientras que «I Speak Astronomy» transportó al público a un viaje cósmico, gracias a sus complejas transiciones y la impresionante versatilidad vocal de Tatiana. La banda también se permitió momentos introspectivos y delicados, como en «Pisces», una de sus canciones más icónicas, que cerró la noche con una mezcla perfecta de melancolía y poder.
Entre los temas más agresivos, destacaron «On the Top» y «Copycat», donde las guitarras de Roman Ibramkhalilov rugieron con riffs precisos y demoledores, mientras el bajo de Eugene Abdukhanov añadía un groove visceral que hizo temblar las paredes del Caupolicán. Vladislav Ulasevich, en la batería – quien además fue agasajado con una torta y un cerrado canto de “Feliz Cumpleaños” debido a su natalicio- se lució con su capacidad para alternar entre patrones intrincados y explosivos, manteniendo la intensidad al máximo. La interpretación de «Kafka» y «Rogue» ofreció una muestra del talento lírico de la banda, las que no solo son parte de aquellas canciones que escuchamos en vivo por primera vez, al ser parte de su ep Green Serpent, lanzado este año, sino que contienen letras que exploran temas existenciales y sociales, llevando al público a seguir siendo agasajados con la brutalidad y la complejidad musical a la que el cuarteto ya nos tiene acostumbrados.
Anoche, cada asistente fue removido en cada una de sus fibras. Se vibró con cada nota, cada grito gutural y cada melodía hipnótica. El público, fiel y apasionado, respondió con una energía contagiosa que elevó aún más la experiencia. Jinjer y Heaven Shall Burn demostraron que no solo son músicos excepcionales, sino también narradores emotivos y comprometidos, dejando una huella imborrable en los corazones de quienes asistieron a este concierto.
Setlist Decessus:
Traitor
My War On Pain
Red Abyss
Dying Hope Blossoms
The Eve Of Severe Tongues
Deliverance
Setlist Heaven Shall Burn:
Awoken
Endzeit
Bring the War Home
Übermacht
The Weapon They Fear
Hunters Will Be Hunted
Voice of the Voiceless
Behind a Wall of Silence
My Heart and the Ocean
Black Tears
Corium
Setlist Jinjer:
Just Another
Sit Stay Roll Over
Ape
Fast Draw
Green Serpent
Retrospection
Teacher, Teacher!
On the Top
I Speak Astronomy
Someone’s Daughter
Kafka
Copycat
Perennial
Rogue
Pisces
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