Por Juan Pablo Ibarra.
Este regreso inesperado, después de más de veinte años sin ninguna publicación de nuevo material, es un argumento en sí mismo, bastante sólido para dedicar algunas líneas a Inlet, el quinto disco de la banda de Champaign, Illinois, Hum.
Más allá de especular sobre los porqués que los llevaron a tomarse tanto tiempo de supuesta inactividad creativa, hablaremos un poco sobre lo que nos suscitan las ocho piezas que nos ofrecen en esta nueva propuesta, en este nuevo sonido, en definitiva: la nueva etapa que atraviesa a estos veteranos del continente norteamericano. La pesada apertura llena de riffs destacables, es una constante que se mantiene hasta el final. “Waves” nos lleva de inmediato al submundo púrpura de estas metálicas, pero melódicas melodías.
Es evidente la trayectoria como músicos y artistas que se nos presenta al escuchar estas canciones, puesto que la cohesión entre pares y la originalidad que rodea cada una de estas estructuras alternativas, no es algo que a nuestro juicio se vea tan rápidamente en las propuestas musicales de estas categorías: la paciencia, al parecer, sería el gran factor que ha posibilitado la concepción de una obra como esta. Con “In the Den” podemos escuchar ciertas reminiscencias a discos como Black Gives Way To Blue de Alice in Chains o trabajos más antiguos (pero no menos actuales) como Nowhere de Ride.
La densidad balanceada presente en estos esquemas sonoros en ningún instante se lleva al extremo, todo va siendo sostenido y las texturas vocales parecieran ser el punto donde lo demás mantiene su clímax y el sonido va transformándose para hacernos parte de otros matices novedosos. El extenso final de “Desert Rambler” nos sumerge en una repetición de riffs totalmente memorables.
No hay descanso alguno entre una canción y otra: la continuidad de Inlet es sorprendente. El solo de guitarra de “Step Into You” es como unir algo de rock alternativo con metal de corte más melódico. “The Summoning” es como un zénit que los músicos nos obsequian en su nuevo universo púrpura. Es la más pesada de todas las demás: su ritmo lento se extiende completamente.
A estas alturas, cabe ponerse a pensar, por qué el reconocimiento masivo no ha sido quizá tan amigable con la agrupación, pero en vez preocuparnos de eso, su música y propuesta renovada en esta ocasión, derrumba todo prejuicio, para instalar frente a nosotros este trabajo que, miremos por donde lo miremos (para quienes gustamos de estos géneros), es un muy destacable esfuerzo en este año y en la carrera de la banda. Es como el renacimiento de un ave fénix que, por largos años, esperó para emprender su majestuoso vuelo y, a fin de cuentas, la completa reproducción de Inlet, a nuestro juicio, presupone el cumplimiento de tal imagen.
“Cloud City” sale de la densidad y convierte el ambiente en algo más tranquilo y estable, es el sabor que, en general, deja el álbum, el que con sus dos tracks finales, solo nos sigue llenando de orgullo y buenas energías.