4 de abril 2025.

Por Pablo Álvarez P.
Fotografías por Matías Schwartz.

El cambio es brusco. Salir de un show de los Hermanos Gutiérrez – teloneados por Playroots y su handpan – a una metrópolis como el Gran Santiago, es como que te sacaran de un universo para dejarte caer en otro completamente distinto, donde la calma ya no es reina. Y es que la noche del viernes en el Club Chocolate se asomaba como una llena de música, pero de pocas palabras.

Ya al entrar al recinto de barrio Bellavista se divisaba uno que otro sombrero vaquero y varios bigotes prominentes, todos esperando desde 2023 el regreso de la dupla suizo-ecuatoriana a los escenarios locales. Pero primero fue el turno de Playroots, nombre artístico del DJ y multi-intrumentista chileno Aníbal Valenzuela, quien solamente acompañado con su handpan se sentó al medio del escenario y comenzó a darle golpes a su instrumento de acero con forma de concha, o de platillo volador mejor diremos, para ir sintonizando con el sonido cósmico que planteaba la noche. 25 minutos ininterrumpidos de percusión melódica con golpes de palmas, dedos y hasta de puños a su hang drum, que sirvieron para entrar en una atmósfera y temperatura distintas, gracias a esta música del mundo, a ratos downtempo, a ratos tribal. El público fue entrando de a poco en la propuesta del músico y lo despidió con un largo y cerrado aplauso.

Cerca de las 21:10 horas y flanqueados por 2 saguaros de 3 metros -o más bien la maqueta flúor de ellos- media docena de cactus reales más pequeños y muchas velas blancas, entraron los hermanos a escena. Estevan, con un sombrero negro de ala ancha y camisa celeste manga corta, fue secundado por Alejandro, con una chaqueta azulina y su característico, grueso pero sonriente bigote. Sin mediar presentación ni saludo alguno, la dupla se lanzó con “Lágrimas Negras”, track que también abre su último disco de estudio Sonido Cósmico (2024), seguida por “El Fantasma”, del mismo álbum. Con Estevan en la guitarra eléctrica y Alejandro con su lap steel, la pareja de inmediato nos empezó a dar un sobrevuelo por el desierto, gracias a esa sonoridad tan intrínsecamente norteamericana, pero que no olvida su sangre latina.

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«¿Como están?», dice Estevan. «Qué linda bienvenida se siente. Les quiero presentar a mi hermano Alejandro. Mi nombre es Stephan y nosotros somos los Hermanos Gutiérrez», dice escueto pero preciso el mayor del dúo, antes de iniciar “Thunderbird”, con ambos en guitarras eléctricas ahora. Para “Rain God”, el hermano menor vuelve a su lap steel para exprimirlo con su tone bar, mientras su hermano le da trabajo a su looper pedal para grabar una breve percusión con bongós, antes de retomar su guitarra.

A esa altura de la noche, el Chocolate ya hacía evidente su sold-out, con balcones llenos y público parado hasta en las escaleras de la gradería. Ya estábamos todos en este árido viaje, cuando Alejandro decide llevarnos directamente al desierto de Sonora en México para el primer gran momento de la noche. «Este fue uno de esos viajes muy especiales que hicimos con mi hermano. Muy inspirados escribimos este álbum Hijos del Sol a nuestras raíces», dice la mitad de los Gutiérrez para anunciar la canción homónima. «¿Como que la conocen, ah?», dice en un tono algo socarrón ante la acalorada reacción de la audiencia.

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Ya cabalgando arriba del caballo, llegó el homenaje directo al spaghetti western en “El Bueno y El Malo” (2022), para luego en “Cumbia Lunar” bajar hasta el vecino Perú con una especie de ritmo selvática con Alejandro dándole un sonido más psicodélico a su guitarra que recuerda a Los Mirlos, mientras Estevan se vuelca a la percusión con bongós y claves, antes de retomar su Gretsch G6120T. El ritmo hizo a la masa moverse, e incluso unos pocos valientes se pusieron derechamente a bailar.

Antes de volver a los paisajes desérticos norteamericanos, el mayor de los Gutiérrez hace una confesión: «Yayita fue como mi primer amor», afirma provocando la sorpresa de los presentes al relatar que Chile siempre estuvo en sus vidas porque a su abuelo y su mamá «les encantaba Condorito y había muchas de esas revistas en casa”. Así pasó la desoladora “Agua Roja”, la tranquila “Railroad Vista” y la rítmica “Western Barroco”, un medley que bien resume ese disco de 2020, Hijos del Sol.

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De vuelta a lo más reciente, para la homónima “Sonido Cósmico” la dupla saca a relucir la década que llevan tocando juntos para superponer con perfecta sincronización y timing distintas líneas melódicas con sus instrumentos, acordes y punteos, que hacen sentir el viaje por el desierto como algo mucho más complejo que sol, arena y sombreros de cuero. Con esa atmósfera llega la emotiva “Until We Meet Again”, también del último disco y que simboliza la relación de los hermanos y los inicios en la guitarra del menor del dúo, cuando extrañaba a su hermano mientras éste estuvo una larga temporada en Ecuador. Ambos en guitarra hacen alarde de sus técnicas, Estevan con el fingerpickin y Aleandro con continúas y rápidas subidas y bajadas por su mástil.

Acercándose a la hora de espectáculo, llegaron las favoritas del público en esta jornada: la introspectiva pero rítmica “Low Sun”, que hizo encender varias cámaras de celular en la sala, y “Tres Hermanos”, dedicada a Dan Auerbach de The Black Keys, con quien grabaron la canción y que terminó con una larga ovación del público. Para despedir la primera parte del show, la dupla interpreta “Esperanza”, con especiales agradecimientos a la producción -que pareció sincero más que palabras de buena crianza- y también a la conexión que han logrado con su público, para concluir con la vaquerísima “El Desierto”, antes de abandonar el escenario.

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Luego un par de minutos tras bambalinas, con un público que no dejó de pedir el regreso del dúo, llegó el encore. “El Camino de Mi Alma”, sacada de su segundo disco y escrita tras un viaje juntos por la Ruta del Sol en Ecuador, y “Nuevo Mundo”, con la que es imposible no imaginarse deambulando por el desierto en un largo y extenso periplo, fueron las elegidas para cerrar la jornada y dejar al público aplaudiendo de pie.

Y es que eso es lo que generan con su música la dupla de hermanos: imágenes que traen sensaciones, temperaturas y hasta olores, sin la necesidad de letra alguna. Un show donde ninguno sobresale por sobre el otro, donde cada uno tiene su espacio y encuentra su complemento en el otro, tanto que incluso se turnan para hablar y no pisarse. Cuesta creer que son sólo 2 músicos y 2 guitarras los logran captar por completo la atención del público, generar toda esta atmósfera y crear un pequeño universo, el del desierto sónico de Estevan y Alejandro Gutiérrez.

Setlist:
Lágrimas Negras
El Fantasma
Thunderbird
Rain God
Recuerdos
Hijos del Del Desierto
El Bueno y El Malo
Cumbia Lunar
Deset Medley (Agua Roja / Railroad Vista / Western Barroco)
Sonido Cósmico / Pueblo Man
Until We Meet Again
Low Sun
Tres Hermanos
Esperanza
El Desierto
El Camino De Mi Alma
Nuevo Mundo

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