Frank’s White Canvas en la Sala SCD Plaza Egaña: Labor y pasión como emblema
26 de agosto 2017.

Por Rodrigo Guzmán.
Fotografías por Gabriel Padilla.

Juan V. es un buen amigo con quien compartimos varios gustos, como la literatura y la música. Le parecía dudoso que desde que escribo en este medio nada me hubiese parecido malo, como si la crítica siempre tuviera que ser mala de por sí, a lo Passalacqua. Y la verdad es que aún no tengo la posibilidad de asistir a un mal show, porque Chile, probablemente, está produciendo la mejor música a nivel regional, junto por supuesto, a Estados Unidos. Y hay que decirlo, Frank´s White Canvas forman parte de ese espectro.

Frank’s White Canvas, es un dúo apenas formado el 2014 por Karin Aguilera (guitarra/voz) y Francisca Torés (batería), que han editado dos EP, Intuition (2015) y Exist (2016) de forma completamente independiente y con un estilo único, confirmando a la vez la presencia y el desarrollo profesional de la música que las mujeres tienen en Chile y el mundo. Anoche se presentaron en la sala SCD de Plaza Egaña con entradas agotadas, donde publicaron un nuevo video clip y se pasearon íntegramente por su breve, pero categórica discografía. Abrieron su show a las 21:30 horas, con “Bullseye”, seguida de “Hector”, “Grey Devenir” y “Wake Up”, hasta llegar a la interpretación de “Beat It” de Michael Jackson, temas interpretados con rotundidad y oficio, donde destacaron la contundencia de Torés en la batería y la amplia y melodiosa voz de Aguilera, generosa en octavas, impecable en ejecución.

Luego de “Good Enough”, balada rock que recuerda no sólo en su nombre a Evanescence, vino la interpretación de “Be Quiet”. Esta fue precedida por las palabras de Francisca Aguilera, quien nos recordó la función social de la música o la posibilidad de esta para poder enarbolar discursos sobre la fraternidad humana. De cierta manera, esta intervención rememoró las palabras del querido Jorge González, cuando en el festival El Abrazo denunció con palabras inflamadas las vergonzosas dinámicas del poder en Chile y el mundo, invitando finalmente al público a escuchar música “porque es lo único, lo único, lo único con lo que no le hacemos daño a nadie”. Sólo la música tiene esa capacidad de convocatoria y de épica y sólo la música puede desplegarse con la pasión con que Frank´s White Canvas interpretó sobre el escenario cada uno de sus temas. Así sucedió con su sencillo “Let It Go” y luego, tras una baja en los decibelios, se armaron con guitarra acústica y voz para la presentación de “Damage” y “Thursday Morning”, relacionado este último con la pérdida de un compañero de vida a quien algunos llaman mascota. Aguilera profundizó brevemente en la entrañable relación entre el hombre y el animal, colmando de emotividad la SCD, evidenciando de dicho modo las dinámicas y posibilidades expresivas de la música, para luego cerrar con “Good Rebel”, corte que conjugó de manera impecable el dream pop, el emo y el rock como tal.

A título personal, y como buen fanático de las frecuencias bajas, se echó de menos la presencia escénica de un bajo, el sonido rítmico que colma todos los espacios donde se presenta, aunque los constantes juegos y redobles, potentes y presenciales, en los toms de la batería de Torés suplieron en cierto modo esta ausencia, junto a algunas programaciones sampleadas del instrumento de Jaco Pastorius, Geddy Lee y Les Claypool.

Recuerdo bien una entrevista de Mauricio Hidalgo, ex baterista de Weichafe, quien afirmaba que el componente esencial para la profesionalización de la música y del músico es el trabajo en serio, eliminando así el “carrete” y el “hueveo”, tal como dijo. He conocido multitud de bandas y agrupaciones que naufragan porque las ganas de ser rockstars superan a las de hacer música con honestidad y dedicación, pero felizmente este no es el caso de Karin Aguilera y Francisca Torés. Es impresionante que en tan sólo tres años una agrupación alcance el fiato, el sonido, la presencia y la seriedad de Frank´s White Canvas. Es impresionante, pero no increíble, porque ese trabajo, dicha dedicación, se advierte de lejos tanto en su videoclip como en sus composiciones y presentaciones en vivo, donde se dan el tiempo de cambiar de vestuario repetidas veces, interactuar con el público, alterar el pulso y la intensidad de la tocata y, sobre todo, la capacidad de transmitir cuánto disfrutan lo que hacen. Tras este tipo de presentaciones, quedo con la sensación de que hoy en Chile y tal como su gloriosa selección de futbol, la música vive su época dorada. Bien por las chicas.

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