Parque Ciudad Empresarial, 8 de noviembre 2024.

Por Carlos Barahona.
Fotografías por Javier Martínez.
Foto de portada por Fauna Primavera.

El reloj no claudica en su marca serena pero intempestiva sobre lo que implica el paso del tiempo. Con una severidad cancina, pero implacable, nos recuerda que cada día nos alejamos o acercamos a momentos significativos en nuestras historias individuales y/o colectivas, generando nuevos recuerdos, los que esperan ser recordados y compartidos de generación en generación. Así pues, hace no mucho estábamos vibrando con las portentosas presentaciones de Blur y Pulp en lo que fue Fauna Primavera 2023 y nos retirábamos de Huechuraba, en la zona norte de la capital, con cansancio y satisfacción, pero también con nostalgia sobre lo mucho que faltaba para la próxima edición del festival y que sorpresas nos depararía. Y pasaron las estaciones: un verano preocupante por su exceso de calor y los desastres ocurridos en la V región producto de la avaricia y desprotección humana; un otoño que cada vez se nota menos y un invierno gélido, el que al parecer nos trajo lo que serán las últimas grandes lluvias por un largo tiempo. Pero siempre sigue volviendo la primavera, con sus rayos de luz más cálidos, con la extensión de los mismos producto del cambio de horario, lo que nos lleva a disfrutar más de las tardes y de los espacios públicos luego de extensas jornadas laborales, de estudio, o de la actividad que realicemos.

Y el regreso a esta maravillosa estación nos vuelve a reunir en el Parque Ciudad Empresarial para una nueva versión del Fauna Primavera, a realizarse este fin de semana, los días 8 y 9 de noviembre. Con un sol apremiante y un calor que nos doblegaba a ratos, la local Chini.png fue la encargada de dar el batacazo inicial con un set que se destacó por su energía electrificante y su capacidad para ir mezclando géneros como el indie, el pop experimental y el rock alternativo, creando una atmósfera envolvente que conectó rápidamente con el público que de a poco comenzar a llegar a la zona norte de la ciudad.

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El show comenzó con «Venenos», con un ritmo pegajoso y un sintetizador envolvente. Desde el primer acorde, la banda logró captar la atención de la audiencia, que rápidamente se sumergió en el mundo sonoro que Chini crea con sus composiciones. La energía de «Venenos» fue contagiante, y el público comenzó a moverse al ritmo de la música, generándose una conexión inmediata. Continuaron con «Lava», un tema que mostró una faceta más experimental, llevando la canción a territorios más introspectivos y abstractos, mientras que la batería mantenía la base rítmica fluida y precisa. «Marzo» jugó con un ritmo marcado por el bajo y los teclados, mientras que las guitarras de Chini daban una capa más orgánica a la propuesta electrónica. «Fuego» mostró que la agrupación no solo es una banda de temas melódicos y suaves, sino también de momentos de gran potencia sonora. La siguiente pieza, «Laurel», ofreció un respiro más introspectivo y melódico, con un tempo más relajado en comparación con los temas anteriores. Para el cierre de su show, Chini.png eligió «Reflejo», una canción que se sintió como una culminación natural del concierto. Con su mezcla de electrónica experimental y melodías más complejas, «Reflejo» ofreció un cierre emotivo, a la vez que mantenía la intensidad de la presentación.

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La legión de músicos locales que participan en el festival también estuvieron representados por Francisco Victoria, quien ofreció una presentación que mostró como se ha ido consolidando su posición en la escena musical chilena. Desplegando un repertorio que abarcó su corta pero sólida trayectoria, combinó ritmos suaves con letras introspectivas, estableciendo una conexión inmediata con el público. Durante el show, Victoria invitó al escenario a Akrilla, la estrella ascendente del conocido como género urbano, pero que ha sido reconocida por la transversalidad de sus influencias.

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Lo de Chini.png y Francisco Victoria vuelve a demostrar la potencia de los proyectos locales más nóveles, que se caracterizan por su trabajo serio, propuestas sonoras interesantes y por sobre todo una curiosidad de exploración que los hace cartas seguras de calidad para festivales de esta envergadura.

Los siguientes en salir a escena fueron los trasandinos de Usted Señálemelo, con un setlist lleno de energía y creatividad, la banda ofreció una experiencia sonora que recorrió lo mejor de su repertorio y mostró su sello único, que fusiona el indie-pop con elementos experimentales y psicodélicos, siguiendo lo que hacen bandas como Bándalos Chinos o Conociendo Rusia. Liderada por Martín Rodríguez (voz y guitarra), Juan Mansilla (bajo), Damián Triolo (batería), y Maximiliano Castro (teclados), logró capturar la atención del público con una performance atractiva. El conjunto se caracteriza por un sonido multifacético, donde las guitarras eléctricas, los sintetizadores y los ritmos complejos se combinan para crear una atmósfera envolvente y dinámica. El setlist de los trasandinos estuvo perfectamente estructurado para llevar al público por una montaña rusa de emociones, oscilando entre momentos más tranquilos y melódicos y otros de mayor intensidad y experimentalismo. La banda ofreció una muestra variada de su discografía, con énfasis en sus últimos trabajos y sus grandes éxitos.

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Abrieron su show con «Nuevo Comienzo», una canción que rápidamente introdujo al público en su universo musical caracterizado por una base rítmica envolvente y una melodía pegajosa. Este tema, cargado de energía, dejó claro que la banda estaba lista para ofrecer una experiencia inolvidable. A continuación, «Las flores sangran» ofreció una transición hacia un sonido más introspectivo, pero no por ello menos cautivador. La instrumentación suave, con la mezcla de sintetizadores y guitarras, crea una atmósfera que lleva a la audiencia a una introspección melancólica. Las letras poéticas y su interpretación vocal provocaron una respuesta emocional inmediata entre los asistentes. «Pana», uno de los grandes éxitos de la banda, causó una de las reacciones más enérgicas del público. Con una pegajosa línea de bajo y un ritmo pulsante, esta canción se convirtió en un himno para los fans más jóvenes de la banda. El público respondió al unísono, cantando a todo pulmón cada verso. En un cambio de ritmo, «Bajo la luna» ofreció una apuesta más tranquila, con un marcado ritmo de percusión que llevó a la audiencia a un estado de contemplación. La canción se caracteriza por su densidad sonora, que teje elementos de lo electrónico con la psicodelia, creando una sensación de viaje.

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Con una atmósfera más juguetona y ligera, «Tu madre se fue de viaje» llegó como un respiro dentro de la actuación, gracias a su ritmo acelerado y una guitarra electrificada que aportaba una dosis de dinamismo al set, el tema logró mantener la energía del público y preparó el terreno para lo que seguiría con el cierre con «Un sueño», cerrando con broche de oro. Este tema es una muestra perfecta de la capacidad de la banda para equilibrar lo experimental con lo melódico, creando un final memorable para una performance vibrante y energética.

A posteriori, y nuevamente en el escenario Vans, fue el turno del primer show anglo, a cargo de Lianne La Havas. Una de las artistas más singulares y completas de la música contemporánea. Su estilo fusiona soul, R&B, jazz y pop, destacándose por su impresionante voz, su destreza en la guitarra y su habilidad para transmitir emociones profundas a través de sus canciones. Acompañada solo del instrumento de seis cuerdas, la nacida en Londres ofreció un show cautivador en el que resonó la elegancia de su propuesta musical. Canciones como «Sour Flower», «Wonderful», «Seven Times» y «Midnight», conectaron con el público en un nivel más profundo, entregándonos uno de los momentos más íntimos en la tarde que empezaba a ser más amigable con el público, al empezar a ceder el calor.

El festival tiene un sello marcado esta edición: al igual que el año pasado, la potencia de la última década del siglo XX es su sello. En una de las presentaciones más esperadas de la velada de ayer, sobretodo por los fans del rock alternativo y el grunge, Jerry Cantrell, piedra angular de los icónicos Alice in Chains, nos entregó una presentación que destacó por su intensidad, su virtuosismo en la guitarra y la emotividad en cada una de las canciones interpretadas.

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Cantrell arrancó su set con la potente «Psychotic Break», canción de su último álbum Brighten (2021), un tema que mostró su habilidad para fusionar el rock pesado con momentos más introspectivos y experimentales. La energía desde el primer minuto fue alta, y la interacción con la audiencia se notó de inmediato, ya que los asistentes comenzaron a corear las letras con entusiasmo. Mención aparte los gritos de “completos, completos”, dados los registros en que el estadounidense fue captado el día anterior a su presentación comiendo uno de nuestros alimentos que forjan el carácter de nuestra nación.

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Una de las características más destacadas del show de Cantrell fue la combinación de su material solista con los grandes éxitos de Alice in Chains, lo que permitió a los fans experimentar tanto la potencia del grunge como el lado más melódico y profundo de su carrera en solitario. Después de la explosiva apertura con «Psychotic Break», el set continuó con «Them Bones» de AIC, una de las canciones más emblemáticas de la banda. La interpretación de Cantrell en vivo fue impecable, tocando sus famosos riffs de guitarra con precisión, mientras la audiencia respondía con un fervor impresionante. Este fue uno de los momentos más celebrados del show, ya que la nostalgia de los cultores del grunge se mezcló con la intensidad del momento.

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«Man in the Box», otro clásico de Alice in Chains, llegó más tarde en el set y fue otro de los peaks de la presentación. La canción, conocida por su riff icónico, fue recibida con gran entusiasmo, y Cantrell, acompañado de su banda, logró capturar la atmósfera cruda y energética que caracteriza a este tema. Durante la interpretación, Cantrell mostró su dominio total de la guitarra, mientras el público coreaba cada palabra del coro.

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Entre los temas más destacados de su carrera en solitario, Cantrell incluyó «Angel Eyes», una balada de su álbum Degradation Trip (2002), que fue interpretada con una suavidad y una melancolía que emocionaron a los presentes. El contraste entre las potentes canciones de AIC y los momentos más introspectivos como «Angel Eyes» ofreció una dinámica emocional que cautivó a los asistentes.

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Uno de los momentos más emotivos fue cuando Cantrell interpretó «Rooster». Aunque originalmente una canción de Alice in Chains, la versión en solitario del músico logró capturar toda la melancolía y la tensión que caracteriza a este clásico del grunge. La banda, que en ese momento era un conjunto sólido y compenetrado, supo transmitir la emocionalidad de la canción, mientras Jerry cantaba con una vulnerabilidad palpable. Los asistentes, en su mayoría familiarizados con la canción, cantaron cada verso con una conexión profunda.

El setlist de Jerry Cantrell fue una mezcla perfecta de su legado con Alice in Chains y su carrera en solitario, lo que permitió a los fans disfrutar de un recorrido por su trayectoria musical más allá de los hits más conocidos y lo que nos lleva al inicio de una reflexión que se profundiza con las siguientes dos presentaciones: ¿Cuál nostalgia noventera? La calidad de los shows siguen demostrando vigencia y originalidad ante todo.

A posteriori y luego de la fuerza contenida de los riffs de Cantrell, fue el momento de la elegancia y perfección: Air, el icónico dúo francés formado por Nicolas Godin y Jean-Benoît Dunckel, ofreció una presentación soberbia con un setlist que abarcó la totalidad de su histórico disco Moon Safari y más, el show no solo celebró la esencia de su sonido electrónico ambiental, sino que también llevó a los asistentes en un viaje sensorial gracias a un juego de luces envolvente que acompañó cada nota. Desde el primer acorde, el público fue transportado a un espacio donde la música y la visualidad se fusionaron en perfecta armonía.

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La banda subió al escenario con una presencia tranquila y elegante, acompañados por sus músicos adicionales, quienes manejaron una compleja configuración de sintetizadores, teclados y guitarras. Las primeras notas de «La Femme d’Argent» inundaron el espacio, transportando al público a ese mundo intangible que Air ha sabido crear a lo largo de su carrera. Las luces, suaves pero determinantes, se proyectaron en patrones cambiantes que complementaron la atmósfera de la canción, haciendo que cada nota se sintiera aún más envolvente.

El show continuó con una mezcla de composiciones clásicas y algunas sorpresas, con un setlist que abarcó tanto Moon Safari como otros tracks clásicos del repertorio de los franceses, que evidenciaron la versatilidad de la banda. La apertura con «La Femme d’Argent» fue un inicio suave y envolvente, donde los sintetizadores de Godin y la percusión sutil crearon un espacio de calma. La canción fue presentada con una atmósfera flotante que se complementó perfectamente con las luces que proyectaban ondas de colores suaves. «Sexy Boy» tiene una cualidad casi seductora, y en el escenario, la combinación de su ritmo pegajoso y la iluminación cambiante generó una atmósfera sensual que cautivó al público. Las luces y el sonido se entrelazaron en una danza perfecta, mientras la audiencia disfrutaba de cada acorde de este icónico tema. «All I Need» llegó como un suave respiro dentro del set, su melodía dulce y su tono introspectivo se destacaron por su simplicidad y belleza. En el escenario, la canción cobró vida con la presencia de Dunckel al micrófono, quien imprimió una carga emocional profunda a la interpretación. La canción fue acompañada por una iluminación suave y envolvente, creando una atmósfera de calma absoluta que permitió a los asistentes sumergirse en la melancolía y la serenidad de la pieza.

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Con un aire más espacial y experimental, «Kelly Watch the Stars» llevó la energía del show a un lugar más introspectivo. La canción, con sus sonidos flotantes y sus capas de sintetizadores, evoca imágenes de viajes espaciales y paisajes distantes. En vivo, esta pieza fue acompañada por luces que cambiaban lentamente, como si estuviéramos flotando a través del cosmos, un momento verdaderamente etéreo. «Talisman», uno de los temas más atmosféricos de Moon Safari, fue ejecutada con una calma tan profunda que hizo que el público se desconectara por completo del mundo exterior. La canción, que es completamente instrumental, se destacó por su complejidad y sus capas de sonidos etéreos que se desplegaron lentamente. Las luces, casi en su totalidad apagadas, acompañaron la textura sutil de los sintetizadores, creando una experiencia sensorial inmersiva. «Remember» es una pieza instrumental que se aleja de la estructura tradicional de las canciones pop. En vivo, la canción destacó por su sutil complejidad y su capacidad para evocar emociones sin necesidad de palabras. Los sintetizadores dominaron la escena mientras las luces creaban un ambiente relajante, pero lleno de energía vibrante, que mantenía al público en un estado de observación profunda. «You Make It Easy» aportó una textura más suave y melódica a la noche. Con una estructura sencilla pero pegajosa, la canción se desarrolló en el escenario con una delicadeza que mantuvo el ambiente introspectivo, pero con un toque más alegre y accesible. Las luces brillaron suavemente, acompañando las melodías de los sintetizadores con un tono cálido y relajante.

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«Ce matin-là» fue presentada con una belleza serena, manteniendo la atmósfera tranquila pero cargada de sentimiento. La interpretación en vivo hizo que la pieza cobrara una nueva dimensión, mientras las luces y la proyección visual completaban la atmósfera melancólica. El siguiente tema fue «New Star in the Sky», una de las canciones más evocadoras del set. Con su tono melódico y sus suaves arreglos, la pieza transportó a los asistentes a un lugar de calma, mientras las luces se difuminaban en tonos pasteles, creando una atmósfera de serenidad y magia. Es una de esas canciones que se sienten como un sueño, y su interpretación en vivo no hizo más que potenciar esa sensación de trascendencia, para finalizar la presentación del álbum con «Le Voyage de Pénélope» fue una de las canciones más profundas de la presentación, con una estructura que se fue desarrollando lentamente, mientras las luces proyectaban sombras suaves y las capas de sonido se entrelazaban de forma envolvente.

Además del disco, el dúo nos deleitó con otras piezas clásicas: «Cherry Blossom Girl», «Run”, «Highschool Lover», del ost del film de Soffia Coppola “Las Vírgenes Suicidas” y «Don’t Be Light» fueron puntos culminantes. Air ofreció una actuación que llevó a la audiencia a través de un recorrido sonoro lleno de introspección, ritmo y belleza. Calidad y elegancia directamente desde la francofonía, una trayectoria sólida y potente.

Pero el broche de oro, es lo que vino después con The Smashing Pumpkins. El show estuvo marcado por una calidad sonora impecable, propia de una banda de su calibre. Las guitarras de Billy Corgan y James Iha brillaron con potencia y claridad, especialmente durante los momentos más intensos de la actuación. Corgan, con su distintivo tono de guitarra y su presencia arrolladora, guiaba cada tema con una energía desbordante, mientras que Iha complementaba perfectamente las composiciones con sus capas melódicas, las cuales se tejían en una atmósfera rica y envolvente. El bajo de Jack Bates, la tercera guitarra de Kiki Wong y la batería de Jimmy Chamberlin proporcionaron una base sólida, a veces pesada, a veces más etérea, dependiendo del carácter de la canción.

El set comenzó con «The Everlasting Gaze», una de las canciones más emblemáticas del álbum Machina / The Machines of God (2000). La banda arrancó con una energía imparable, y la sección rítmica, especialmente la batería de Chamberlin, marcó la pauta. El riff inicial de guitarra es fuerte, abrasivo, y el público lo recibió con entusiasmo. Las características líricas de Corgan, introspectivas pero llenas de angustia, fueron perfectas para abrir el show con un tema que encapsula la esencia de la banda.

Con un cambio hacia el presente, «Doomsday Clock», de su álbum Zeitgeist (2007), aportó una vibra más urgente. El tema, que habla de la ansiedad y el miedo ante el futuro, fue uno de los favoritos del público. Iha y Corgan ofrecieron un intercambio sólido de guitarras, con la atmósfera general del tema añadiendo un tono de desolación que se ajustó perfectamente al clima del festival. El primer clásico de la noche fue «Today», uno de los himnos más representativos de Siamese Dream (1993). La canción, con su pegajoso riff inicial, hizo que el público cantara al unísono, evocando recuerdos de los días dorados de la banda. La poderosa interpretación vocal de Corgan, combinada con la energía en el escenario, mostró la razón por la cual «Today» sigue siendo un tema que conecta tanto con los fans más antiguos como con las nuevas generaciones.

Siguieron con una sorpresa para muchos, el cover de «Zoo Station» de U2, una canción de su álbum Achtung Baby (1991). Los Pumpkins le dieron su propio giro a este tema con su característica energía cruda y un enfoque más pesado, pero sin perder la esencia de la canción original. El público reaccionó de manera entusiasta a esta versión fresca. El siguiente tema fue «That Which Animates the Spirit», un corte más reciente que muestra la madurez de Corgan como compositor. Este tema refleja la mezcla de sonidos melódicos y atmósferas psicodélicas que la banda ha venido explorando en sus últimos discos, y fue recibido con entusiasmo por los fanáticos más recientes de la banda.

«Tonight, Tonight», con su imponente intro orquestal, se alzó como una de las canciones más aclamadas de la noche. Los asistentes se dejaron llevar por la emotividad y la majestuosidad de este clásico de Mellon Collie and the Infinite Sadness (1995). «Beguiled», uno de los singles más recientes de ATUM (2024), llegó con su poderoso ritmo y su pegajosa línea de bajo. La canción mostró el regreso de la banda a un sonido más energético y de corte alternativo, con Corgan deslumbrando al público con su característico tono vocal.

«Ava Adore» de Adore (1998) llevó la atmósfera a un lugar más sombrío y melódico. La canción, que ha sido una de las favoritas de los fans, sonó fantástica en vivo, destacando la capacidad de Corgan para mezclar lo oscuro con lo romántico. El público respondió con emoción, reconociendo su importancia dentro del repertorio de la banda. «Disarm», otro clásico de Siamese Dream, sigue siendo un momento emotivo en cada show. El sonido de cuerdas en vivo y la delicadeza de Corgan al interpretar esta canción resultaron en una de las partes más conmovedoras de la noche. El público coreó con pasión los versos, mientras la banda mantenía la atmósfera tranquila y melódica.

El momento de intimidad vino de la mano de Corgan, quien en un momento se subió solo con una guitarra acústica a tocar «Landslide» de Fleetwood Mac, siendo una de las sorpresas de la noche. También la interpretación de «Shine On, Harvest Moon», una canción clásica de Ruth Etting, sorprendió al público, mostrando el respeto a los ancestros de la música norteamericana. «Mayonaise», uno de los temas más queridos de Siamese Dream, fue un momento en que todos los asistentes se unieron al cantar. La canción, con su melancólica belleza y su potente sonido de guitarra, se convirtió en uno de los picos más altos del concierto, con la banda mostrando su destreza en vivo y la perfecta sincronización de sus guitarras. Uno de los sencillos más emblemáticos de la banda, «Bullet With Butterfly Wings», trajo la energía más cruda de la noche. El riff inconfundible, combinado con los gritos de Corgan, hizo que el público se entregara completamente. La interpretación fue poderosa, y la intensidad del tema se sintió en cada rincón del recinto.

«Empires», un tema más reciente, continuó con la energía fuerte y pesada. La letra de la canción, que habla de la lucha interna y el desarraigo, fue interpretada con gran pasión. La banda brindó una actuación cargada de emoción, y el tema resonó con el público más joven. «Perfect», hizo su aparición, tocando una cuerda emocional en aquellos que vivieron la transición de la banda hacia un sonido más electrónico y melódico. La actuación fue cautivadora, y la lírica de Corgan fue entregada con una vulnerabilidad impresionante. Si bien fue una versión diferente, más ralentizada y enfocada en capas de cuerdas, demostró la calidad de la banda, su originalidad y vigencia.

«Sighommi», de su último álbum, mostró la faceta más experimental de la banda. Con su ritmo intrincado y su atmósfera densa, la canción transportó a los asistentes a un lugar más introspectivo y oscuro. Este corte fue una muestra clara de la evolución musical de The Smashing Pumpkins. «1979», con su suave ritmo y tono nostálgico, fue otro de los momentos de mayor emotividad de la noche. La canción resonó en los corazones de los fans que crecieron con ella, y la interpretación en vivo la convirtió en una experiencia profundamente emotiva. A pesar de ser uno de los hits, o el hit más reconocido de la banda, no fue particularmente el punto de ebullición de los fans, lo que demuestra que la gente que asistió a la velada destaca otros elementos de la trayectoria del grupo.

Otro elemento importante de destacar es el magnetismo que genera Billy Corgan como frontman. Un aura vampírica, en su enorme metro noventa, pero que transmite vulnerabilidad, pasión, rabia y también, notas nihilistas, pero llenas de una pasión desgarradora. Momento mágico fue cuando dijo que Chile estaba muy presente en su corazón, y no como mero slogan clásico que dicen los grupos en cada concierto, sino puesto que aquí, en su última visita, se enteró que sería padre junto a su esposa. Una declaración de cariño hacia la mágica cordillera.

«Jellybelly» trajo consigo un toque de pesadez y agresividad. El tema, que muestra la energía cruda de la banda, hizo que el público se entregara completamente al espíritu del rock alternativo. «Gossamer», un tema que muestra la capacidad de la banda para mezclar texturas sonoras, fue seguida por un outro épico con «The Spaniards», un tema solista de Corgan. Este momento fue uno de los más experimentales de la noche, con una atmósfera que se extendió hacia nuevos territorios sonoros, reminiscencias al noise rock puro y maduro- El concierto cerró con «Cherub Rock», uno de sus grandes himnos de Siamese Dream. y con Zerocon su potente riff de guitarra y su mensaje de desconfianza y rebeldía, fue el broche de oro para un show épico.

Tal como comentamos más arriba, la nostalgia noventera no es real, puesto que no se añora un tiempo que ya pasó, sino que, todo lo contrario, lo de ayer fue una oda a la calidad y a la prestancia vigente de los grupos que siguen creando y experimentando en los sinuosos caminos del rock.

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