Por Francisca Neira.
El próximo jueves 3 de mayo está marcado en rojo en muchos de los calendarios del país no porque sea feriado sino que porque es el día en el que está fechado el regreso del dúo británico Erasure a suelos nacionales. Andy Bell y Vince Clarke llegan juntos a Chile por tercera vez, al Movistar Arena en esta ocasión, en el marco de la promoción de su más reciente trabajo discográfico World Be Gone (2017), el décimo séptimo (¡!) de su carrera musical.
En esta oportunidad (al igual que en las anteriores, en todo caso) los músicos llegan precedidos de una crítica envidiable y de un acervo de hits que auguran una fiesta de proporciones y un show de primer nivel. No obstante, aquello no se logra por suerte ni de la noche a la mañana. Erasure es una agrupación que cuenta en su historia con más de 30 años de desarrollo en el mundo de la música en los que no solo han creado sus propias composiciones, sino que también han colaborado con otros artistas y con diversas causas sociales y culturales y se han convertido en el bastión de lo que podemos llamar synthpop europeo.
Nacidos como banda en 1985, tras la salida de Clarke de Depeche Mode (agrupación de la cual fue co fundador) y de su proyecto posterior, Yazoo, Erasure publicó en 1986 su debut discográfico Wonderland, que no tuvo muy buena recepción por parte de la crítica ni de los seguidores del trabajo de Vince Clarke y que incluía canciones como “Who Needs Love Like That” y “Oh L’Amour” que, en gran parte y con posterioridad, fueron las responsables de que se re-valorara este LP, ya sin la sombra que pesaba sobre la figura de Andy Bell.
El segundo disco del dúo, The Circus, llegó al año siguiente para cambiar por completo la visión un poco fatalista que existía en torno a la banda, ya que muchos esperaban que no durara mucho o que Andy Bell no soportara la presión que sobre su figura recaía. La tónica bailable de esta entrega llevó a Erasure a girar incansablemente, contando con una recepción envidiable que daba cuenta de los cimientos que estaban construyendo para un estilo musical que nadie con anterioridad había podido “sostener”. “Sometimes” (que posteriormente se reeditó y se incluyó como single en un álbum recopilatorio) y “Victim Of Love” son claros ejemplos de por qué este disco sembró la fama y reconocimiento que cosecharían más adelante.
Lo que siguió en la carrera de Clarke y Bell fue realmente espectacular ya que en un periodo de cinco años (entre 1988 y 1992) publicaron los discos The Innocents, Wild y Chorus; los EPs Crackers International y Abba-esque (con cuatro covers de la agrupación sueca) y el primer recopilatorio, Pop! The First 20 Hits, todos los cuales llegaron a encumbrarse en el nº1 del UK Chart, estableciendo un momento de real gloria y apogeo para los británicos que se mantuvieron fieles a su estilo, criticado en un primer momento y que no necesariamente se ajustaba a los sonidos más oscuros que dejaban los resabios del new wave. Son muchísimas las canciones que podemos destacar de este periodo, pero algunas de las más representativas son “Ship of Fools”, “Chains of Love” y las ya convertidas en himno “A Little Respect” y “I Love To Hate You”.
Cabe destacar que fue al principio del periodo recién mencionado que Andy Bell mostró abiertamente su homosexualidad, cargando de una connotación política el discurso y el estilo de la banda, algo que se mantiene hasta el día de hoy y que, también en relación a otros temas, se manifiesta fuertemente en su último disco.
Hacia el final de aquella época dorada, específicamente con el disco Chorus (1991) se dejó ver un cambio (quizá el único realmente radical) en el sonido de Erasure, ya que Vince Clarke retomó el uso de los sintetizadores análogos que había abandonado incluso antes de la formación del dúo, en parte tal vez para marcar una diferencia con sus proyectos anteriores. Esta placa también significó un acercamiento con el público hispanohablante y con el italiano, ya que algunas canciones fueron versionadas en dichos idiomas.
El año 1994 trajo consigo la entrega de I Say I Say I Say que, aún sin recibir mala crítica, marcó el final de la racha de números uno en los rankings británicos que había caracterizado a los años anteriores. Para el año siguiente, la edición del disco homónimo de la banda significó un paréntesis experimental en el que Erasure “estiró” el formato de canción pop para componer piezas mucho más extensas y con largos pasajes instrumentales lo que se entendió como una etapa en la historia de la agrupación, pero que, inevitablemente, fue el inicio del descenso de la popularidad del dúo. De todas formas, resulta evidente que lo anterior no habría sido la única razón ya que, contextualizando, la década de los ’90 estuvo fuertemente influida por el rock más duro y tradicional del grunge, las letras oscuras e introspectivas y la electrónica quedaba relegada a trabajos más bien conceptuales o de actitud rebelde, como pudimos ver, por ejemplo, en el giro que tuvo durante el mismo periodo Depeche Mode.
Tras la experimentación con Erasure, en 1997 Clarke y Bell editan Cowboy como un retorno a la esencia pop de la banda, con canciones más cortas e incluyendo sonidos y canciones más familiares o directamente conocidas de la época, como el cover de “Rapture” de Blondie, en la que Vince Clarke canta un fragmento, algo que no hacía desde el periodo pre Erasure, cuando aún sostenía el dúo Yazoo. Con posterioridad a este disco, por primera vez la banda se toma un receso para, después de tres años regresar con Loveboat (2000) que se configura como el primer gran fracaso de la banda en términos de rankings y ventas.
En los años que siguieron el dúo se mantuvo siempre activo como banda, mas sus intereses personales comenzaron a expandirse, lo que dio pie a que incursionaran con proyectos personales que fueron siempre muy bien recibidos. No obstante, como banda editaron Other People’s songs (2003), un disco de covers; Hits! The Very Best of Erasure (2003), el segundo recopilatorio de su historia; Nightbird (2005); Light at the End of the World (2007) y Total Pop! The First 40 Hits (2009), el tercer “grandes éxitos” de los británicos y que está conformado por tres CDs, un DVD y un libro de colección.
Durante este periodo hay dos eventos realmente importantes en la carrera de los músicos. El primero dice relación directa con la producción de su catálogo musical ya que en 2006 editan Union Street, el único disco de todo su catálogo en el que no usan ningún sintetizador para dar pie a revisiones de algunas canciones antiguas, pero en formato acústico, lo que se yergue como una verdadera rareza en la carrera de estos pioneros y pilares del synth pop. Por otra parte, y en un nivel mucho más personal, en 2004 Andy Bell había revelado ser portador del virus del SIDA, lo que acentuó el compromiso de la banda con las causas ligadas a su prevención y al tratamiento de los contagiados, pero que también agudizó el discurso crítico en contra de la ignorancia que existe en torno a la homosexualidad, en general, y al contagio y la enfermedad, en particular.
Durante la segunda década del presente milenio, Erasure ha sido tan prolífico como en años anteriores de su carrera, pero no ha podido remontar en los niveles de éxito que alcanzó a principios de los ’90, aunque durante toda su carrera han afianzado una relación de verdadera confianza y cariño con sus seguidores más acérrimos, para los cuales han ofrecido shows exclusivos y en quienes se basa su fanaticada actual. En 2011 los británicos publicaron Tomorrow’s World (cuyo tercer sencillo, «Fill Us With Fire», tuvo tres videos promocionales, uno de los cuales se grabó en el Observatorio Paranal en nuestro país), Snow Globe llegó en 2013, incorporando tanto temas de composición propia de la banda, como algunos villancicos clásicos y The Violet Flame, de 2014 es la primera entrega en la que no trabajan solo los dos integrantes del dúo, sino que incorporaron a Richard X en los créditos autorales debido a su participación en el desarrollo de las letras junto a Andy Bell.
En los últimos cuatro años, y haciendo gala de su prolífica historia, Erasure no se ha detenido y, por el contrario, se ha mantenido tan activo como siempre: En 2015 se lanzó Always-The Very Best of Erasure a modo de conmemoración de los 30 años de la banda, en 2016 editaron From Moscow to Mars-An Erasure Anthology el último trabajo recopilatorio (hasta el momento) del dúo y que intenta dar cuenta de forma acabada de la carrera de la banda y, ya en 2017, publicaron World Be Gone, disco que nuevamente rompe con lo que conocemos acerca de los británicos ya que solo contiene dos temas bailables (el primero y el último) para dar paso a una musicalización más tranquila y una lírica más crítica.
Al mirar la historia de Erasure en forma condensada no es difícil notar que a lo largo de los años se han mantenido fieles a un estilo, a un discurso y a una forma de enfrentarse a la vida y a la música que, en comparación, resulta mucho más estable que las de otras bandas como los mismos Depeche Mode, cuna de la carrera de Vince Clarke. Más allá de lo bueno o malo que aquello pudiera parecernos, no es posible poner en duda la relevancia que esta dupla tiene en la música contemporánea, especialmente la bailable, y cómo una y otra vez se han erguido como bastiones de una comunidad que por largos años ha sido relegada al invisibilizamiento y la opresión, pero que gracias a estos paradigmas (y a muchos otros factores, claro está) ha logrado sobreponerse a la adversidad.
En definitiva, ver a Erasure este próximo 3 de mayo es un indispensable del 2018, ya que será una de las pocas oportunidades en que asistiremos a una fiesta en la que bailar y disfrutar no es lo único que pasará.