Es el punto de encuentro más importante en términos socioeconómicos para la región.
La fiesta de La Tirana, que se realiza la segunda semana de julio por 10 días, es una de las ceremonias religiosas más grandes del país y la más importante en términos socioeconómicos para la región de Tarapacá. Este año no se realizará debido a la pandemia Covid-19, trayendo consigo una serie de coletazos de gran magnitud ya que estas fiestas son puntos de encuentro que enlazan patrImonio cultural, turismo, comercio formal e informal, generando una economía muy fuerte que es más necesario que nunca reactivar.
La festividad reúne a más de 250 mil feligreses provenientes de Perú, Bolivia, y el sur de Chile que peregrinan hasta la Pampa del Tamarugal, junto a más de 200 compañías, comparsas, grupos de danza, y bandas de bronce -específicamente hasta la pequeña localidad de La Tirana, habitada por no más de 800 personas. Son 10 días en que la industria cultural, el turismo, y otros sectores reúnen gran parte del capital que les permite vivir el resto del año.
El Consejero Regional José Miguel Carvajal, dice: “Quienes somos de esta región empatizamos con estos sectores que dejan de percibir el ingreso más importante del año: por un lado los habitantes de la localidad, al arrendar sus piezas, ofrecer servicios y venta de alimentación, bebestibles, artesanías, entre otros, y por otro la pérdida de toda la industria religiosa, turística y cultural que se mueve en torno a la fiesta y que se puede ejemplificar en las agrupaciones de bailes religiosos y las bandas de bronces que son indispensables –cerca de mil músicos- ya que acompañan con diversos ritmos de morenos, saltos, tinkus, a cada agrupación de baile”.
Y agrega: “Ellos así como la industria cultural en general, han dejado de percibir su principal ingreso anual que permite la compra de nuevos instrumentos, ayudar a sus familias o realizar posteriores inversiones que les permite mejorar la calidad de vida de los suyos”.
“El sector cultural queda en abandono nuevamente. Hasta hoy no hay un mensaje, herramienta de apoyo, un plan. Los muchachos – la edad promedio de estos músicos es de 25 a 30 años- lamentablemente no son parte de la prioridades del Gobierno, tampoco los promotores y músicos y artistas, en general”. “Por eso es imperativo que el Gobierno envíe fondos para reintegrar aquellos recursos utilizados en esta emergencia y poder entregarlos a los gestores culturales y demás entidades”.
Cristóbal Navarrete, promotor y gestor cultural de Nomadesert comenta: “Buena parte del dinero que se mueve en las economías regionales proviene del turismo cultural que representan estas festividades. Además de La Tirana, existe el Tambo Andino, San Lorenzo, el Carnaval Andino, todas convocan a muchas personas”. Y agrega: “La Tirana es una feria de comercio gigantesca, por mucho que su génesis sea una fiesta de fe cristiana”.
Sobre el futuro del sector dice: “Como productor doy por perdido este año, quizás para el verano del 2021 podamos hacer algún evento de convocatoria reducida y en espacios abiertos, 200 a 300 personas máximo, como están haciendo en Europa. Estos meses hemos estado tirando líneas de cómo volver a trabajar. Por ejemplo, nos favorece que los espacios de la región son mucho más holgados. No tenemos la densidad urbana de Santiago o Viña del Mar; es decir, podemos levantar eventos en el desierto, en las playas, buscar sectores que reúnan las condiciones. Los hay, e implica una logística mayor: cómo llevar agua y sombra, por ejemplo, Pero acá en regiones, sabemos hacerlo, pero los costos serán más altos”.
“Para recomenzar, reactivar se van a necesitar fondos porque “el colchón”, la base que tenías guardada para mantener la actividad, ahora se ha ido en mantener a las familias. Subvenciones, financiamientos compartidos entre lo público y privado para llevar adelante eventos como el Carnaval Andino, Tambo Andino, el Findatz, Festival de Cine de Iquique y el Festival Desierto Sonoro, y las varias ferias gastronómicas que se realizan durante el año”. Y agrega: “Creo que Zofri y las mineras deberán estar si o si integradas a esta nueva manera de financiar el reinicio de la economía turística y cultural, entendiendo que sin programación para el turista, jamás van a poder funcionar los servicios y los comercios al 100%”.
Jose Miguel Carvajal resume: “Convertir a Tarapacá en una industria turística no sólo pasa por mayores inversiones en infraestructura, capacitar a nuestros operadores turísticos, o difundir las bondades de la región, es necesario también profesionalizar a nuestra economía creativa, por dignificar a personas que se dedican al arte, como estos muchachos de las bandas de bronces Un conservatorio, instrumentos de financiamiento, y programas de administración, contabilidad, son muy necesarios. Causa frustración no poder colaborar con ellos, y ver que algunos, aunque puedan, no desean hacerlo”.