Desorden Público en Chile: Ska en hermandad
Club Chocolate, 2 de junio 2017.
Por Jorge Fernández.
Fotografías por Felipe Morales.
Viernes 02 de junio, pasadas las 10 de la noche. Un conjunto de instrumentos está instalado en el escenario del Club Chocolate. Sólo junto a la batería hay un músico, quien se cuadra frente a ella y comienza a agitar sus baquetas. El público capta el mensaje y los primeros aplausos surgen de manera voluntaria. El monólogo es pequeño pero suficiente como para crear el ambiente adecuado de lo que será una verdadera fiesta. Tras bambalinas, el resto de la agrupación espera impaciente para entrar en escena. Cuando lo hacen, el recinto se viene abajo. Desorden Público está en Chile y su fanaticada lo tiene claro.
La previa del show de los venezolanos estuvo amenizada de manera perfecta por la banda Johnny Olas, agrupación nacional que mezcla sonidos de ska, reggae y punk más melódico. Durante la presentación, desfilaron gran parte de los temas que pertenecen a su primera placa La Contradicción, un disco potente de principio a fin donde destacan temas como “Entrefuego”, “Tú, el Océano” y la siempre coreada “Irracional”. Cabe destacar, la entrega incansable que, como buenos representantes de la onda ska, desatan en el escenario. La idea fue siempre tocar y disfrutar. Así lo sintieron ellos y de la misma forma se vivió en el público donde tras cada partitura, los aplausos iban en constante aumento, “Vigilados” se llama su excelente nueva canción, la que también formó parte de la presentación. Además hubo tiempo para mostrar pequeños compases de “Molotov Love” de Desorden Público, rindiendo pleitesía a la banda que esa noche estaba como plato principal. Al final, todo fue fiesta. Su movido tema “Bailando Afuera”, selló con ovación su presentación, la que, debido al disfrute constante, se tornó demasiado breve. No cabe duda que Johnny Olas va por buen camino.
32 años en el ruedo llevan los venezolanos de Desorden Público. Décadas en las que han cultivado de manera intachable toda la onda ska latinoamericana, pues al día de hoy, son una de las bandas más populares del continente en este estilo y lo que se vivió en su reciente presentación en Chile, confirma con creces esta aseveración ya que el lugar estaba repleto de fanáticos que corearon sus canciones durante las dos horas que este duró.
El espectáculo fue un transitar por toda su trayectoria. Desde su disco homónimo en 1988 hasta su reciente placa Bailando Sobre las Ruinas (2016), motor central y que le da el nombre a la gira que los trajo de regreso al país.
Sólo se puede alabar un show de estas características. Todo el grupo de músicos que se reúnen en el escenario lo hacen con vitalidad, fuerza y una entrega sin igual. La frente suda la gota gorda pero el movimiento de pies y de cadera no cesa. Hay alegría y hay pasión. Su finalidad es precisamente no terminar y dejar el alma en el escenario que, con cada acorde, tiembla.
Horacio Blanco es el frontman y uno de los fundadores. Como tal, se roba las miradas constantes, porque en esencia es quien lleva la batuta. El público se entrega a cada una de las peticiones que el venezolano hace, desde corear sus nuevas canciones hasta los juego de grupos que mantienen en constante dinamismo al público que escucha, mira y siente, embelesado.
Puntos álgidos de su presentación estuvieron determinados por sus más grandes clásicos, entre los que destacan “Tiembla”, “Valle de Balas”, “Todo está muy normal” y la potente “Alla Cayó”, casi al final. Su último disco viene recargado de canciones que siguen el mismo camino exitoso de sus placas anteriores. La canción homónima habla de no echarse a morir por la cruda situación que está viviendo su país sino más bien tratar de salir airosos de la mejor manera posible. De ahí que con el humor negro que les caracteriza hayan decidido titularla “Bailando Sobre las Ruinas” porque es la mejor terapia para sanar de esa enfermedad. Otros temas que destacaron y gustaron fueron “Ska Mundo Ska” y “A Mí Me Gusta el Desorden”. Sin Embargo, uno de los momentos más nostálgicos de la noche se vivió cuando interpretaron “Los Que Se Quedan, Los Que Se Van”, canción que seguramente se convertirá en un himno para todos aquellos venezolanos que están pasando tormentos por la situación política y social que está viviendo su país.
En el lugar, el 90% de los asistentes eran venezolanos. Entre banderas, camisetas de fútbol y beisbol, disfrutaban a una de las agrupaciones musicales más emblemáticas e importantes de su país. Eran los dueños de casa y entre canción y canción recordaban con emoción a su querido país y de paso, llenaban de agradecimiento a este Chile que los cobijó, tal como ellos lo hicieron hace unas cuantas décadas atrás cuando la situación tormentosa era inversa.
Hubo magia en su presentación. Se dieron tiempo para compartir escenario con su panas ska de Chile, donde destacó la presencia de Corsario (Santiago Rebelde) y de Pancho Padilla (Johnny Olas) y regalaron un festín de lujo para mostrar rayos de sol donde se hayan perdido.
Las barreras sociales desaparecieron. Desorden Público y sus letras dejaron en claro que el racismo es una enfermedad, que la vida da vueltas y que es mejor estar bailando, gritando y pataleando una vez más. Así todo contratiempo deja de existir.
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