Por Jorge Fernández.
Durante la Segunda Guerra Mundial, pilotos de diferentes nacionalidades, divisaron luces incandescentes en el cielo. Las teorías han sido diversas, entre ellas, la que resuena con mayor brío, es la que hace alusión a visitas extraterrestres en tiempos en que nuestro mundo era un lugar absolutamente hostil como para ser visitado. La idea trascendió en el tiempo y se le denominó Foo Fighters. Hasta hoy, no hay certeza de que esto haya sido real.
Décadas después, un grupo musical homónimo se gestó desde las cenizas ingrávidas de una pérdida musical reciente. Tan solo unos pocos meses habían transcurrido luego de la muerte de Kurt Cobain, cuando Dave Grohl soltó las baquetas (aunque no completamente) y dio curso a su proyecto personal, poniendo en la palestra del sonido sus ideas musicales más íntimas. De esto ya han pasado 23 años, diversas formaciones y nueve discos de estudio. El último de ellos es el vanagloriado Concrete and Gold, publicado el pasado 15 de septiembre y que, nuevamente, los ha llevado a ser número uno en las principales listas del orbe.
El álbum, que tiene como referentes directos a géneros y estilos musicales del rock del siglo pasado, está compuesto de once canciones en las cuales hay colaboraciones importantes y, además, está la inclusión de Rami Jaffee en teclados, como miembro oficial de la banda, quien se suma al mencionado Dave Grohl en voz y guitarra, Chris Shiflett y Pat Smear, también en guitarras, Nate Mandel en bajo y Taylor Hawkins en batería.
La producción de Concrete and Gold estuvo a cargo de Greg Kurstin, una especie de rey Midas musical, pero en el género del pop. Esta innovación ha hecho que muchos críticos musicales vetustos hablen de que la esencia del grupo se ha perdido o que hay más de lo mismo, pero con sonidos poco interesantes. La propuesta musical del disco, sin embargo, los abofetea, intermitentemente, con acidez sonora que se mezcla de forma repentina con melodías apacibles y relajadas.
El primer sencillo del álbum, “Run”, salió a la luz un par de meses atrás, específicamente el primero de junio, fecha en que también se estrenó un poderoso videoclip donde los protagonistas son los mismos músicos, pero envejecidos, formando parte de un asilo de ancianos en el que la aparente tranquilidad se vuelve distorsión conforme avanzan los minutos y la elevación de los decibeles. Con una propuesta característica de Foo Fighters, aunque en un tono mucho más potente, la canción nada entre intervalos melódicos y gritos desaforados de Grohl, repitiendo constantemente la frase: “Corre conmigo para salvar tu vida”. El tema incluye riffs de guitarra pesados y retorcidos, asociados al hard rock y al heavy metal, lo que lo hace original dentro de su repertorio clásico. Cabe destacar, además, que este primer single, sin duda estará posicionado junto a los llamados himnos de la banda pues queda retumbando en los oídos de quien lo escucha, tal como ha sucedido con las canciones “Walk”, “The Pretender”, “All My Life” y la inicial “This is a Call” sólo por nombrar algunos emblemas de diferentes discos.
“The Sky Is a Neighborhood” fue el segundo sencillo promocional, el que también se presentó antes del estreno del disco, y al igual que su predecesor, venía acompañado de un videoclip. En él, se incluye a las hijas de Dave Grohl, quienes leen la letra de la canción en un antiguo libro, mientras la banda la interpreta sobre el techo de la habitación en la que ellas están. La canción habla precisamente de lo que su título hace mención: “El cielo es un vecindario” en el que las estrellas y constelaciones son diferentes barrios donde habita quién sabe quién. Para Grohl, es esta una de las canciones de mayor logro musical alcanzado por la banda.
El disco parte con “T- Shirt”, canción breve e introductoria que representa la globalidad temática de lo que será el álbum. Hablar de la contingencia social y política sin aires de creerse una voz superior a las demás. “Yo no quiero ser rey, sólo quiero cantar una canción de amor, hacer como que no hay nada malo. Puedes cantar conmigo”. A partir de esta canción nos damos cuenta que hay una temática esencial que atravesará el disco: la esperanza.
“Make It Right” tiene la particularidad de riffs acelerados y nutridos por una tónica al mejor estilo inspirador de Led Zeppelin. Los coros están a cargo, además de Taylor Hawkins, de Justin Timberlake, estrella pop que aprovechó el acercamiento de la banda con este género para ser un agente secundario que, para muchos, pasa desapercibido.
“La Dee Da”, a diferencia de las anteriores, es una de las canciones de corte más moderno, ya que juega con las distorsiones vocales y, en su mayoría, se mantiene uniformemente en el rango más ruidoso y de voz rasgada donde las guitarras y la batería son constantes y certeras en su magnitud.
“Dirty Water” es una canción con aires de romanticismo clásico: “Soy un desastre natural y tú eres la mañana después de todas mis tormentas” aparece entre bebederos de agua sucia, de sangre sucia, de aire sucio, lo que, además se manifiesta en los ecos desfigurados de la melodía disonante que la compone, pues de un momento a otro, está agua sucia pasa de ser apacible a un territorio de aguas movedizas.
“Arrows” es una canción cargada de melancolía y nostalgia. En su letra se dibuja la figura de una mujer sufriente, cuya vida transcurrió en medio de sobresaltos mundanos: “Ella tenía flechas en los ojos, miedo donde debe estar su corazón, guerra en su mente, vergüenza en sus gritos”. “Happy Ever After (Zero Hour)” es una balada pura con aires beatlemaníacos, en la que se recrimina constantemente sobre la búsqueda infructuosa de ese lugar ideal luego que el sol ya se escondió. Sin duda, está es la canción que al contrario de “Lee Dee Da” se mantiene en todo momento de manera acústica y serena.
Tal como si hubiese sido un llamado inspirador, inmediatamente a continuación llega “Sunday Rain”, canción que tiene varias particularidades entre las que destaca a Taylor Hawkins como vocalista para dejar al mismísimo Sir Paul McCartney en la batería. Este intercambio e inclusión de roles hace que de este tema uno de los futuros grandes éxitos de la placa.
“The Line” es uno de los últimos temas del disco. Entre búsquedas sinceras de las percepciones humanas, la canción sigue la ruta de sus predecesoras en cuanto al sentido angustioso de una esperanza que se cree, perdida. Esa línea se traza, no sólo en los sonidos fisurados, sino también en ese triste, pero esperado final: de una vida o de un disco. A estas alturas, se permite la confusión.
“Tengo un motor hecho de oro, algo tan hermoso. El mundo nunca lo sabrá. Nuestras raíces son más fuertes de lo que sabes. A través del concreto, creceremos” así comienza “Concrete and Gold”, la última canción del disco homónimo, y así mismo se sintetiza el concepto que este trae bajo el brazo. Hay mucho por respirar todavía. Pese a las incongruencias sociales que aquejan el mundo, existe algo más allá que espera: un recuerdo, un vecindario en las estrellas o simplemente una canción, pero no cualquier canción, una que esté compuesta tanto de armonía ideal como de descontrol total. Tal como lo explicó Grohl cuando se refirió a este disco como un pastiche en el cual podemos encontrar retazos de The Beatles, Motorhead y Slayer, entre otros tantos de los que forman parte de nuestro abanico musical.