6 de Abril 2024.
Por Rocío Belén.
Fotografías por Marcelo González.
El festival progresivo más importante de Latinoamérica tuvo lugar este agradable sábado de otoño en el Teatro Caupolicán, concretando así su segunda versión tras un exitoso debut en abril de 2023. CL.Prog se instaura en el coliseo metropolitano como una de las instancias progresivas más trascendentales del continente, para posicionarse finalmente como el encuentro más influyente del género en esta zona del globo. En esta oportunidad, la jornada estuvo protagonizada por 6 exponentes que hicieron de este un verdadero estallido musical, donde Octopus Dúo (Chile), Orphaned Land (Israel), Gong (Reino Unido), Mono (Japón), Vola (Dinamarca) y Riverside (Polonia), demostraron una vez más que el Rock y Metal Progresivo es uno de los movimientos más vigentes del momento.
Octopus dúo comienza su presentación inaugurando el domo capitalino a las 17 horas en punto. Salen al estrado los reconocidos músicos chilenos Cristóbal Orozco en la batería, quien ha participado y colaborado con innumerables artistas de calibre internacional, y el guitarrista Koke Benavides, endorser insigne de Overdrive & Neural DSP destacado por su agilidad y destreza en las cuerdas de su Strandberg headless. El prog metal atmosférico de los nacionales denota potencia e imponencia total, un instrumental de dos piezas que no necesita más actores satisfacer a la audiencia, seduciendo el escenario con una amalgama de brutalidad y progresión inmersiva. La agrupación, que no pisaba un escenario oficialmente desde 2017, encendió la llama de Caupolicán en sus 30 minutos de presentación dejando la vara de nuestro país mucho más arriba de lo alto.
Orphaned Land, nativos de Israel, ocupan el segundo lugar saliendo a escena a las 18 horas. El cuarteto compuesto por dos guitarristas, un percusionista y un vocalista, se paran en el escenario a punta de riffs bastante pesados, comenzando a conquistar terreno y conectando de inmediato con el público que asienta presencia en cancha ya a más del 50% de su capacidad. El frontman y fundador Kobi Fahri se presenta frente a nuestros ojos con una sotana negra y descalzo, pauteando una diferencia ante lo que acostumbramos, destacándose vocalmente con su particular mezcla de voces naturales con guturales. La Gibson Les Paul de Chen Balbus ilumina con brillo propio la escena entre solos y rasgueos a dúo junto a la PRS Tobacco Sunburst de Idan Amsalem.
Añadiendo a sus tintes power y heavy metal algunas disonancias melódicas, se posicionan utilizando escalas menores armónicas para transportarnos progresiva-mente hacia medio oriente, dentro de un estilo ecléctico que a ratos texturiza con homofonías autóctonas de los israelíes, dándole nombre en terreno al género Oriental Metal. Para celebrar los 20 años del disco Mabool (2004), retumbó “The kiss of Babylon”, destacando el trabajo en la batería de Matan Shmuely, quien lució su toque percutivo con impecables redobles y un uso totalmente controlado de su instrumento. Le siguió “Ocean Land” del mismo disco, pasando por “Like Orpheus” de su último disco Unsung Prophets & Dead Messiahs (2018) para terminar de elevar el rito sabbático con “Sapari”. Con intermitentes fallas y desniveles sonoros, la presentación se desarrolló de manera óptima, mejorando los imperfectos de volúmenes y micrófonos a medida que transcurría la jornada.
Cuando pensamos que ya habíamos experimentado con todas las conjugaciones musicales, Orphaned Land no deja de sorprendernos con su exótica mezcla músico-cultural, pues si ya era un tanto extraño el metal cristiano por sí solo, el metal progresivo abrahámico de los huérfanos terrenales superó con creces esta combinación, mezclando piezas del judaísmo, el islam y el cristianismo en una convergencia única y exótica.
Son ya las 19:20 y suena el gongazo a propósito de la próxima banda en salir a escena, los europeos que contrastan a sus antecesores con un rock espacial y psicodélico, mixeando colores progresivos con el jazz fusión en una mística secuencia instrumental. Conquistan a toda la camada old-school hija de los clásicos, fanáticos de Deep Purple, Pink Floyd, Rush, Camel, Yes, Genesis o King Crimson calzan perfectamente con la estética sonora de los ingleses Gong, nivelada a la perfección desde las perillas del FOH. Ese sonido tradicional nace primitivamente desde la guitarra rítmica de Kavus Torabi, una Jazzmaster single-coil avejentada en tonos ocre y ornamentación dorada, que con sutiles distorsiones logra llevarnos de vuelta a los años setenta, maquinando un complemento perfecto junto a las 6 cuerdas de la Fender Stratocaster roja y blanco del brasilero Fabio Golfetti. Una de las mayores atracciones fueron definitivamente los bronces en manos del saxofonista y clarinetista Ian East, que le dieron sabor y sazón al atmosférico contemplativo de los franco-ingleses.
Fuertes y misteriosas lagunas oscilan en el repertorio, que a ratos es una fiesta, a ratos ritual, a ratos folk, a ratos excesivamente psicodélicos, y bien que le hacen honor al zenith de Gong, manteniendo la esencia que Daevid Allen implantó en 1967 tras un poderoso y revelador viaje en LSD que le dio vida a la agrupación. El ascenso percutivo de Orlando Allen en “Lunar Invocation” justo al medio del show fue sólo un espectro más del trance que vivimos durante todo el show de Gong, uniendo fuerzas junto al paisaje sonoro del bajista Dave Sturt en una mezcla equilibrada de ritmos y bajos, sumándose a la inagotable fuente energía de Torabi, quien inquieto y carismático interpretó con excedente vigor el set de principio a fin, conectando holgadamente con su público que saltaba y coreaba los sencillos a la par de los saltos y trotes de lado a lado que daba el frontman sin dejar de tocar su guitarra.
La percepción de progresivo es muy amplia musicalmente hablando, la experimentación rítmica y la duración de las canciones siempre ha sido un tópico descriptivo del género, sin embargo es Gong uno de los más icónicos, y como tal nos presentan lo mejor de las raíces, el nacimiento crudo y duro en un show sólido, atractivo y empapado en carisma, sin dejar de mencionar el virtuosismo cargado de groove y funk provenientes de la escuela jazz de la banda, además se le suman una serie de «soniditos» que aparecen en ciertas secciones, dándole una agilidad interesante al entorno y completando en su totalidad el histórico, colorido, espacial y psicodélico espectro musical de Gong. Con propiedad podemos decir que tuvimos el placer de presenciar un viaje de aquellos junto a uno de los padres del progresivo en nuestro país gracias a CL.Prog.
Continuamos con los japoneses Mono, quienes suben a partir de las 20:40 horas en un Santiago ya a oscuras. El cuarteto se presenta con 3 de 4 miembros sentados, siendo la bajista Tamaki Kunishi la única en mantenerse de pie a lo largo de todo el show. Empiezan suaves para converger en una atmósfera densa y estática, un tanto oscura e hipnotizante, mezclando lo mejor del experimental instrumental con el shoegaze en un destilado minimalista que hay que fermentar, procesar y digerir con calma, pues el sonido espeso de los asiáticos puede ser una patada en la guata si no vas preparado para presenciar un espectáculo perturbantemente bello.
Harto noise, harto wah, harto reverb, harto delay, harto chorus y harto sustain en la guitarra Fender Jazzmaster Vintage sesentera de Takaakira Goto «Taka», que es finalmente quien construye el ambiente sonoro a través de su guitarra y amplia pedalera de efectos, mientras lo acompaña Hideki Suematsu «Yoda» con su guitarra hermana, una clásica Strato Fender en las tonalidades agudas, generando esta mística brutal-minimal que converge en un hermoso y caótico encuentro musical acompañado de un impactante juego de luces a cargo de Willy Rojas en la mesa de efectos. En cuanto a Dahm, se lució en las percusiones no sólo haciendo uso de macetas en sus baquetas para nivelar las intensidades, si no además nos regalaron un bello momento cultural a través del uso del xilófono en “Ashes in the snow”, añadiendo un poco de magia oriental al Caupolicán.
El progresivo de los japoneses transmite esa necesidad musical de buscar contar una historia a través de las intenciones y pasajes de una composición, por eso la gran parte de sus piezas convive en crescendo, es una progresión literal desde lo suave e incluso lo tierno, que se desarrolla hasta el punto final de éxtasis y distorsión máxima. Se percibe melancolía, rabia, nostalgia, angustia e incluso adrenalina a través de una acústica teatral y vanguardista. Para los más puristas del género puede ser una banda fome y desabrida, quizá por la apatía hacia lo emocional, o fobia a lo distinto, sin embargo es evidente que el objetivo de Mono no es mostrarse como los músicos más virtuosos del rock progresivo atmosférico, sino más bien apuntar al «menos es más». A los fans del prog que admiran a Yngwie Malmsteen les salen ronchas con bandas como Mono, y es por eso que hoy se paran en el escenario de CL.Prog, porque es una propuesta distinta, amplia y directa, que a pesar del momentáneo corte de luz, la admiración de la audiencia fue perpetua a lo largo de toda su presentación, en la hora exacta que tuvo de duración.
Uno de los platos fuertes y más esperados de la noche fue VOLA, la banda oriunda de Dinamarca que sentó cabeza en el Teatro Caupolicán como cuarta banda en subir al estrado a eso de las 22 horas. Con una propuesta mucho más moderna que navega entre las polirritmias contemporáneas clásicas de la nueva ola progresiva, se presentan en el escenario de San Diego los daneses tras un año y medio desde su última vez en Chile. Lejos de ser sólo rock, podríamos catalogarlos tranquilamente dentro de la gran camada que incluye bandas con incisos metal como Leprous, Soen, Tesseract o Haken. Tienen su cuota de pesadez, esa misma que coquetea con los lentos y los coros pegajosos, pero sin perder el estruendo de los tarros, dándole todo el color al compás de las luces y las torres led que acompañan el escenario, añadiendo un toque estético y visual mucho más elaborado a través de juegos lumínicos que acompañaban la parrilla principal.
Desde el primer minuto la puesta en escena fue un punto diferenciador, optando por un sistema de iluminación con pantallas led de tipo tubo de una altura que alcanzaba los 2 metros y que reaccionaban con visuales, ambientando el palco y sumergiéndonos en un paisaje totalmente distinto a lo que habíamos visto hasta el momento, además de presentarnos una formación que prioriza los sonidos electrónicos a través de un setup innovador y fresco. El headbang no se hizo esperar, y perduró a lo largo de toda la presentación de VOLA, acompañando la rítmica con cánticos y saltos, dando en el gusto a los fanáticos de la distorsión y la estridencia, entregando al cuarteto una audiencia cálida y apañadora que no hubiese existido de no ser por el impecable desplante y ejecución del cantante y guitarrista Asger Mygind, quien al centro se destaca por tremenda interpretación vocal, utilizando recursos limpios de falsetes y vibrattos, así como también distorsiones y uno que otro growl, conquistando el escenario completamente por sí solo.
Presentando una de sus nuevas canciones “Paper Wolf”, proyectan esta mezcla insurrecta de riffs y sub-bajos con lo urbano, lo electrónico y lo moderno en un conjunto de matices que finalmente otorgan una experiencia completa de virtuosismo experimental, te hace sumergirte en el show de principio a fin, cautivando y captando la total atención de un Caupolicán que cómodamente habitado corea y cabecea todas y cada una de las canciones del set.
El show del cuarteto fue definitivamente uno de los puntos altos de la noche, siendo “Straight Lines” el golpe final donde terminamos de apreciar en detalle cada uno de los espacios instrumentales, dejando ver a un Martin Werner en éxtasis junto a sus teclados al costado izquierdo del escenario junto a Nicolai Mogensen en el otro extremo junto al bajo y secuencias midi. Adam Janzi desde su batería hizo bailar sus baquetas sobre el set de manera formidable a lo largo de todo el show, con tremenda pasión, precisión y alevosía, adueñándose carismaticamente de su instrumento como si los palillos danzaran en cada encuentro. Entre fuertes ovaciones cerraron su presentación, mencionando que a pesar de haber vuelto en menos de 2 años a nuestro país, sigue siendo un regalo tenernos como público.
Llega el momento de la verdad y ya siendo las 23 con 30 minutos suben finalmente los cabeza de cartel Riverside. Uno a uno comienzan a colorear el ambiente dándole la bienvenida a su manada a través de una intro de sintes que converge en “#Addicted”, single de Love, Fear and the Time Machine (2015). La banda, liderada por Michal Lapaj en los teclados y voces de apoyo, y Mariusz Duda como cantante principal, bajista y compositor, marca una diferencia sonora abrupta en cuanto a claridad y niveles, puesto que el bajo Nexus de Mariusz sonaba brillante y filudo desde el Ampeg 8×12” que hacía retumbar el escenario, dándole un protagonismo especial a su sonido en un tono mucho más funk y mucho menos grave.
Un poco de blast en los tarros de Piotr Kozieradzki y comienza el juego a dúo junto al guitarrista Maciej Meller, quien destaca en plenitud dentro de los solos con un estilo único, repleto de bonitos bends y haaarto vibratto que se nota sobre todo en “Landamine Blast”, del último disco ID.Entity (2023), lanzamiento que da nombre a la gira que cursan hasta esta misma noche en latinoamérica. Las luces juegan un rol fundamental, pues acompañan a tempo las secuencias varias en cada uno de los ritmos, dando un efecto cinemático dinámico y versátil al show.
Los matices en la voz de Mariusz terminan de darle el toque mágico al ambiente, sin subestimar el poder que tiene la participación de los coros de la gente, que en “Post-Truth” incluso jugaron a dos voces como intervención casi como si hubiésemos tenido un ensayo general antes del show, siguiendo todos las órdenes de Mariusz al compás de la contienda. Antes de “The Place Where I Belong”, también del último disco, hacen una breve pausa para pararse al centro del escenario y alzar en conjunto la bandera chilena, desatando una calurosa aclamación por parte del público, y es aquí donde Duda menciona que en reiteradas ocasiones han dicho que el público es para ellos el 5to miembro de la banda, nos contaban que tienden a forzarlo un poco en otros lugares del mundo, pero que acá lo reafirmaron de la misma forma que primera vez en nuestro país hace casi 10 años, Chile es el quinto miembro de Riverside.
Michal en los teclados y sintetizadores mezcla lo clásico con lo moderno, lo tradicional con lo contemporáneo, aprovechando al máximo el setup de un Piano Kronos independiente de fácil 7 escalas, con otro teclado de 3 pisos y un sintetizador que le da todo el corte 8 bits al asunto, concluyendo en un backup de 5 piezas en total. Mención especial al avestruz rojo que posaba sonriente sobre el teclado mientras tocaba. ID.Entity está tan bien hecho que la mezcla entre secciones pasa desapercibida, hasta el poli-ritmo es un elemento inmerso pero escondido en el alma de un disco finamente construido, no por nada fue recientemente reconocido el año 2023 por Nación Progresiva como banda del año, recibiendo un galardón por parte del medio y posicionándose como uno de los más interesantes y atractivos del género en la última década.
Ellos se auto-definen como rock progresivo con tintes metálicos, pero Riverside es mucho más que eso, es el resultado de 20 años de experimentación y exploración musical, es la muestra de un camino arduamente recorrido, es la voz de la experiencia hablando por cuenta propia, es esa búsqueda constante de innovación, mostrándonos que con la mayor de las perseverancias en algún momento llega el minuto de brillar con luz propia y renacer desde la oscuridad para dar vida a una historia llena de colores y matices. Pasamos de un ambiente enrojecido y sombrío a la fiesta del siglo en tan solo segundos. “Friend Or Foe?”, single principal de ID.Entity nos muestra lo mucho que se nota que lo pasan increíble tocando los temas nuevos, les encanta la música con tintes ochenteros en sus nuevas canciones, bailándolas cual disco de la época irradiando una energía contagiosa.
A modo de encore y tras una pausa, juguetearon un tanto con el público para retomar en la sección final, concluyendo en incontables agradecimientos por haberles entregado el mejor cierre de tour latinoamericano, mucho mejor de lo esperado. Para cerrar, interpretaron una versión extendida de “Conceiving You” donde la participación del público a través de gritos susurrados y posteriormente un estruendo ampliamente dilatado fueron la guinda de la torta en esta noche de magistralidad progresiva.
CL.Prog nos sorprendió gratamente una vez más con una explosión de sonoridades, métricas, polirritmia y pasajes progresivos en todas sus vertientes, dejándonos en un estado de enajenación inmersivo, llevándonos a un trance místico, una muestra musicalmente muy completa y compleja, regalándonos instancias de misticismo, de conexión y de brutalidad, en un espacio que pocas veces podemos disfrutar en este lado del planeta, trayéndonos por segunda vez una experiencia inolvidable para todos los amantes del género. Una audiencia satisfecha y complacida, pudo disfrutar todas las corrientes que nos entrega un estilo tan particular como lo es el rock y metal progresivo, un género que bien sabemos no es digerible por todo el mundo. Agradecemos por esta gran instancia a Spider Prod y Santiago Fusión por hacer realidad esta segunda edición y desde ya esperamos ansiosos la tercera.
Setlist Octopus Dúo:
Momentum Kriget
Fall
Off Limits
Slussen
8CT8
Setlist Orphaned Land:
The Cave
All Is One
The Kiss Of Babylon
Ocean Land
Like Orpheus
Sapari
In Thy
Norra
Oma
Setlist Gong:
My Guitar Is a Spaceship
Kapital
Tiny Galaxies
My Sawtooth Wake
Lunar Invocation
Om Riff
Choose Your Goddess
Setlist Mono:
Riptide
Ashes
Imperfect
Innocence
Halcyon
Com
Setlist Vola:
Alien Shivers
Stone Leader Falling Down
Stray The Skies
Ruby Pool
Paper Wolf
Starburn
These Black Claws
24 Light-Years
Head Mounted Sideways
Smartfriend
Inside Your Fur
Straight Lines
Setlist Riverside:
Addicted
02 Panic Room
Landmine Blast
Big Tech Brother
Lost
Left Out
Post-Truth
The Place Where I Belong
Wgoist Hedonist
Friend or Foe?
Self-Aware
Driven To Destruction
Conceiving You
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