Por Pablo Guerrero.
Este año se celebran dos décadas del lanzamiento de Mutations, el sexto disco de Beck, un ícono de la denominada Generación X y, probablemente, uno de los exponentes del boom alternativo que se vivió en los años 90’s que ha envejecido de mejor manera ya que la calidad de sus lanzamientos no ha decaído, ha cosechado el elogio de la crítica y se ha ganado el respeto de sus pares y el amor del público.
Para el año 1998 Beck ya era toda una estrella, sus videos rotaban en MTV y había logrado acceder a las masas con Odelay (1996) un disco que evidenciaba el cúmulo de influencias que se conjugaban perfectamente en la cabeza del músico y que se hizo notar con grandes canciones como “Devil’s Haircut”, “The New Pollution” y “Asshole”. No obstante, el oriundo de California se desvió de la ruta ya trazada y para Mutations retomó la intimidad que había logrado en One Foot in the Grave (1993), pero con un sonido mucho más pulido que lo alejó del low-fi de sus trabajos predecesores.
La cuidada producción del disco se debe al trabajo de Niguel Godrich, que grabó las canciones en solo 14 días. Esta sería la primera colaboración entre Beck y el afamado ingeniero conocido como el “sexto Radiohead” por sus numerosos trabajos con la banda británica.
Aunque Mutations cosechó elogios por parte de la crítica, en el aspecto comercial fue un fracaso llegando a vender alrededor de 500.000 copias en Estados Unidos, una cifra mucho menor a los dos millones que obtuvo Odelay en dicho país. En el plano musical el sonido del álbum transita por terrenos introspectivos, sus canciones beben de la sicodelia brasilera de Os Mutantes (de ahí el nombre del disco), el blues y la música country, creando un pastiche íntimo con atmósferas lisérgicas y pasajes llenos de emotividad. Estas características se habían presentado anteriormente en la música de Beck pero fue en Mutations cuando se concretaron en un puñado de canciones sólidas. Este disco antecede al sonido experimental y sicodélico que tendría la obra maestra llamada Sea Change (2002), que también contó con la producción de Godrich.
Canciones como “Cold Brains”, “Lazy Flies” y “Bottle of Blues” apuestan por un sonido más tradicional, mientras que otras composiciones como “Nobody’s Fault But My Own”, “We Live Again” y “Diamond Bollocks” son un claro ejemplo de sicodelia moderna. Cabe destacar que este disco pavimentó el camino para bandas como Flaming Lips, que adoptaría un sonido similar al que logró el californiano en algunos de sus lanzamientos en la década siguiente.
El primer single de Mutations fue “Tropicalia”, una canción que evidencia el gusto de Beck por el bossa nova y el movimiento tropical nacido en Brasil durante los años sesentas que mezclaba música tradicional, como la samba, con LSD y una dosis del Amazonas.
Cuando se habla de la discografía de Beck difícilmente se menciona a Mutations como un álbum importante, quizás porque suavizó el torbellino que el artista había entregado anteriormente o tal vez porque sus sencillos no tuvieron video clips, lo que hizo que el álbum pasara más desapercibido por la generación MTV (recuerden que en los 90’s no realizar videos musicales era una clara protesta contra el establishment). A pesar de lo anterior este álbum destaca porque pavimentó el camino para que el músico realizara obras como el ya mencionado Sea Change o el valorado Morning Phace (2014). Asimismo, con este disco, Beck llevó su musicalidad a su máxima expresión y dejó claro que es un artista ecléctico, arriesgado, camaleónico y poseedor de una versatilidad que no suele verse con mucha frecuencia, menos en una época donde el panorama musical que predomina en radios, rankings y festivales comerciales es relativamente plano y todo suena jodidamente similar.