Una canción llamada Las Rimas se antoja una insolencia para la academia del idioma, pero las rimas son las del Martín Fierro, las de Miguel Hernández, Joaquín Sabina y Residente. Lejos de compararme con estos talentos insólitos, escribo estos versos con humildad y desparpajo. Las rimas no riman por rimar nomás.
No es el idioma de la casualidad: Un verso es una puerta que se abre, un pasillo para las ideas, la ampliación del campo de batalla. Soldados del verbo vertiginoso, escribimos para cantar.
Esta canción, fiel al mandato de los versos, descarga sus verdades en metafórica cascada de la lengua, nuestra única patria, sin fronteras, el idioma. Consume estas rimas con prudencia y no las dejes al alcance de los niños. Son píldoras, y sus efectos secundarios bajan línea, verso sí verso no.