Anathema acústico en Teatro Nescafé de las Artes: la preciosa elaboración del sonido
29 de enero 2019.
Por Rodrigo Guzmán.
Fotografías por Francisco Aguilar A.
Los conciertos en general tienden a ser fechas que los asistentes guardan muy bien en su memoria, pues la mezcla de emociones y sensaciones que en ellos se suceden suelen alcanzar altas cotas de excitación. Sin embargo, sólo unos cuantos conjuntos logran generar ciertas impresiones e intercambios tan íntimos como sensibles entre ellos y el público. Tal es el caso de Radiohead, Sigur Rós o Pink Floyd (Waters/Gilmour), quienes logran establecer vínculos emocionales profundos a través del sonido con los asistentes a sus conciertos. Y dentro de este ilustre cúmulo de conjuntos, es posible también situar lo que los hermanos Cavanagh proponen dentro de sus presentaciones en vivo.
Tal como lo consignamos hace poco, Daniel y Vincent Cavanagh, junto a Duncan Patterson en el bajo, presentaron Acoustic Resonance, una sesión desenchufada y muy íntima que puso sus acentos en el disruptivo álbum Alternative 4, cuyo sonido vino a marcar un antes y un después dentro de la producción discográfica del conjunto oriundo de Liverpool.
De este modo, el 29 de enero los británicos celebraron por partida doble en el Teatro Nescafé de las Artes un álbum que este año cumple dos décadas. Sin embargo, los Cavanagh no se limitaron a reproducir dicho trabajo en su totalidad, pues se pasearon por una parte importante de su amplia discografía, siempre bajo un hilo conductor: el carácter acústico de un sonido limpio, desprovisto de mayores percusiones y encumbrado hacia los elementos más melódicos, nostálgicos y bellos que el sonido puede alcanzar.
La primera presentación de Anathema vio su inicio a las 19:00 hrs, hecho que vino a ratificar ese viejo dicho que reza sobre la puntualidad inglesa. El primero en salir a escena fue el compositor principal del conjunto, Daniel Cavanagh, quien ataviado con una simple guitarra electroacústica subió a ofrecer los primero acordes de la tarde con una versión amaderada y calma de “Springfield”, que instrumentó a partir del uso de una loopera, generando él sólo lo que de otro modo generaría al menos tres músicos más. Tras esto, vino la puesta en escena de “Untouchable” parte I y II. Ya junto a su hermano menor Vincent Cavanagh, quien desde el calce perfecto con su tono de voz llegó a estremecer al público asistente, que tras los primeros acordes de estos cortes, demostró su fanatismo y compenetración inmediata con el sonido que el conjunto proponía. Luego de esto, se sucedieron “Thin Air», «Flying» y “One Last Goodbay”, “Fragile Dreams” y “Shroud of False”, interpretadas todas bajo la misma lógica nostálgica, pero intensa, cargada a la melodía dulce y oscura a la vez que entoldó durante una hora y media el recinto de Manuel Montt 032. A pesar del profundo respeto con que el público escuchó lo proporcionado por los británicos, es imposible no advertir uno de los detalles más molestos de la jornada. Desde el inicio de la presentación de Anathema, se escuchó una vibración, una reverberación, similar a un zumbido, molesto en extremo, que no permitía compenetrarse en profundidad con cada una de las bellas versiones que los Cavanagh proponían de sus cortes. Algo sucedió con la amplificación o con la ecualización durante todos los temas que ya hemos consignado, generando así una evidente y justificada molestia entre los asistentes, quienes incluso le indicaron desde el palco a Daniel Cavanagh que había un fastidioso inconveniente con un amplificador. Indicación que el líder del conjunto descartó. Con todo, fue Vincent Cavanagh quien en escena perdió la paciencia que al publico le faltó, pues en plena interpretación de “Lost Control” dirigió un grito de hartazgo ante un micrófono que generó ciertos problemas. Esto llevó al menor de los Cavanagh a cambiarse al micrófono de su hermano mayor, mientras un técnico deshacía el entuerto. Luego de esto, afortunadamente, los inconvenientes con el sonido cesaron y se pudo oír con calma y emoción lo que Anathema buscaba transmitir: sosiego, emocionalidad, nostalgia e intensidad. De dicho modo, se sucedieron a la perfección «Destiny», «Inner Silence», «Eternity» parte I, II y III, «Angelica» y «Hope», interpretada originalmente por Roy Harper.
Si bien la presentación de Anathema estuvo cargada de oscuridad y melancolía, hubo por cierto más de algún espacio para la broma y el sentido del humor, pues ya hacia el final de la presentación de los ingleses, Daniel Cavanagh, sentado y dispuesto sobre su teclado, comenzó a interpretar la memorable armonía de piano de “Bohemian Rhapsody”, para luego, en un gesto tan espontáneo como divertido, comenzar a emular al buen Mercury cuando en el Live Aid de 1985 coordinó vocalmente con el público una improvisación notable que, tal como lo hizo Cavanagh, finalizó con un enérgico “Oh right”. Luego de este cordial momento, vino la interpretación de “Eleanor Rigby”, en una versión audaz que prescindió del elemento más distintivo de dicho corte: los arreglos de cuerda. Sin embargo, los Cavanagh demostraron una vez más su capacidad para armar y desarmar temas, álbumes y géneros a partir de lo que ellos mismos buscan proyectar con personalidad y profundidad. La afamada canción de uno de los grupos más exitosos y predominantes de la música popular occidental, fue interpretada con éxito por Anathema, quien tras esto puso sobre el escenario otra versión de otro conjunto que a estas alturas cuenta con el estatus de ícono cultural: «Comfortably Numb» fue el corte elegido por los Cavanagh para finalizar una presentación preciosa, cargada de nostalgia, de humanidad y de una constante y cálida interacción entre los músicos y el público.
Por allí se escucharon algunas bromas sobre la cantidad de veces que Anathema ha visitado el país. No importa. A los fanáticos no les importa. Y a quien disfruta de la música como una experiencia estética orientada a remecer los sentidos y las emociones, tampoco. Porque si algo saben hacer los Cavanagh es sacudir los sentimientos a través del sonido articulado, bajo una cortina de elaboración sonora que piensa la música como una creación humana superior. Como un arte precioso que genera un vínculo y una comunicación secreta entre el músico y todo quien lo desee escuchar.
Setlist:
Springfield
Untouchable Part 1
Untouchable, Part 2
Thin Air
Flying
One Last Goodbye
Fragile Dreams
Shroud of False
Lost Control
Inner Silence
Eternity Part I
Eternity Part II
Eternity Part III
Angelica
Hope
Eleanor Rigby
Comfortably Numb
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