Por Carlos Barahona.
En el vasto panorama de la ciencia ficción distópica, la exploración de la pérdida de los sentidos se ha convertido en un tema recurrente que fascina y perturba por igual. Obras como «Ensayo sobre la ceguera» de José Saramago o el film «A Perfect Sense», protagonizado por Ewan McGregor y Eva Green, nos transportan a mundos donde la privación sensorial desencadena catastróficas transformaciones sociales y personales. En esta misma línea, «A Quiet Place: Day One» se adentra en un universo donde el silencio se convierte en la última barrera entre la vida y la muerte, explorando cómo la ausencia de sonido redefine la supervivencia humana en un entorno distópico y amenazante.
En el film, la tercera entrega de la serie «A Quiet Place», somos transportados al caos inicial de una invasión alienígena en la ciudad de Nueva York. Dirigida por Michael Sarnoski y escrita por Jeff Nichols junto con John Krasinski – más conocido como Jim Halpert en “The Office”, la película se centra en Sam – interpretada por Lupita Nyong’o (12 años de esclavitud, Black Panther), una mujer con cáncer terminal, quien junto a su gato de servicio, Frodo, intenta sobrevivir en un mundo donde hacer ruido puede ser mortal.
La narrativa comienza con un grupo de supervivientes que se enfrentan a criaturas ultrasonoras que cazan a cualquiera que emita un sonido. La tensión se incrementa cuando Sam se une a una evacuación caótica hacia South Street Seaport, buscando seguridad mientras las criaturas acechan en las sombras y el silencio se convierte en su única esperanza de supervivencia.
Lupita Nyong’o brilla en su papel protagónico como Sam, ofreciendo una interpretación emotiva y poderosa de una mujer enfrentando su propia mortalidad en medio de un apocalipsis silencioso. Joseph Quinn – más conocido por su papel de Eddie Munson en Stranger Things– como Eric, el compañero de Sam en esta alocada travesía, aporta una dinámica que equilibra esperanza y desesperación.
La dirección de Sarnoski captura magistralmente la atmósfera de terror y supervivencia, utilizando el silencio no solo como una herramienta narrativa, sino como una fuente de tensión constante. Las escenas de acción están hábilmente coreografiadas, creando momentos de verdadero suspenso mientras los personajes luchan por cada suspiro de vida.
La banda sonora, incluyendo momentos memorables con canciones como «Feeling Good» de Nina Simone, agregando capas emocionales profundas a la narrativa, destacando los momentos de humanidad y conexión en un mundo desgarrado por el caos.
En conclusión, «A Quiet Place: Day One» es una precuela que no solo expande el universo establecido por sus predecesoras, sino que también ofrece una experiencia cinematográfica intensamente emotiva y tensa. Es una exploración valiente de la resistencia humana ante lo desconocido, envuelta en un manto de silencio que retiene al espectador desde el primer susurro hasta el último aliento.