25 de mayo 2023.
Por Carlos Barahona.
Fotografías por Francisco Aguilar A.
Cuando Rust Cohle, el personaje de True Detective -encarnado magistralmente por Matthew MacConaughey– decía que “la conciencia humana es un trágico paso en falso en la evolución. Llegamos a ser demasiado conscientes de nosotros mismos. La naturaleza creó un aspecto separado de sí misma, por eso, somos criaturas que no deberíamos existir por ley natural. Trabajamos bajo la ilusión de tener un yo; una acumulación de sentidos, experiencias y sentimientos, programados con total garantía de que somos alguien, cuando en realidad no somos nadie”, idea que apela a un sentir egoísta de la humanidad, producto de un hedonismo, de un exceso de querer sobresalir por el resto a toda costa, cosa que en nuestros tiempos parece muy normalizada y natural, por cierto.
Es por eso que la ya antiquísima propuesta de los alemanes de Kraftwerk fue, es y seguirá siendo muy novedosa: más que apelar al sentimiento de la unicidad, de lo individual, lo suyo es una alegoría a los avances de lo colectivo. La mancomunión de personas que se movilizan en post de un propósito, en diversas esferas, y que logran tanto cosas maravillosas como cosas a las que hay que atender con cuidado y también con preocupación.
Es innegable el aporte histórico, socio cultural y musical de la agrupación alemana. A lo largo de su carrera, esa que se empezó a forjar en los años setenta en la teutona ciudad de Düsseldorf, fueron sentando las bases de la música electrónica moderna y han influido en una amplia gama de géneros y artistas, desde el techno hasta el hip-hop y el pop. Su visión futurista y su exploración de la relación entre el ser humano y la tecnología los convierten en una banda vanguardista y visionaria.
Y no solo eso, también han abierto camino en el uso de técnicas de producción musical innovadoras y ha promovido la idea de la música como una experiencia multisensorial. Su enfoque en la estética visual y su manejo de las actuaciones en vivo han influido en la forma en que otros artistas presentan sus espectáculos en la actualidad. Por eso cuando se confirmó el retorno del cuarteto conformado hoy por Ralf Hütter, Fritz Hilpert, Henning Schmitz y Falk Grieffenhagen, el público no dudó en hacerse parte de esta experiencia, la que se traduce en una gran elegía que conmemoraría grandes hitos surgidos de la asociación y el sentido de comunidad entre personas.
Cuando el sol ya empezó a caer la tarde del jueves que recién acaba de finalizar, miles de personas de todas las edades se agolparon al Movistar Arena, y con una precisión temporal digna del pueblo germánico, a las 21.00 horas se apagaron las luces y por extensos minutos se proyectaron en las pantallas instaladas la icónica imagen del grupo con sus equipos, pero en un formato pixelado, digno de los videos juegos de 8 bits.
Al ritmo de los sonidos atmosféricos de “Meine Damen und Herren”, el público fue impacientándose ya que no veía aparecer en la tarima a ninguno de los integrantes. Y cuando ya empezaban a emerger las tímidas primeras silbatinas, a las exactas 21.15 horas comenzó la fiesta al ritmo del mix que conjugaba los tracks “Numbers / Computer World / Computer World 2”.
Con un gran acompañamiento de lo visual, expresado en las imágenes que iban apareciendo canción tras canción, y sobretodo con las luces que envolvían los trajes de los músicos, el público se fue entregando a una atmósfera sonora, cargada de combinaciones de beats y juegos de ruidos, frases, palabras entre cortadas y mensajes potentes, pero lacónicos. “Spacelab” se destacó por usar imágenes que simulaban un satélite que se iba acercando a la tierra, y que luego iba georreferenciando a nuestro país, hasta que un platillo volador se posó en el Movistar Arena, generando los vítores de la audiencia.
Por su parte, “The Man – Machine” y “Autobahn” fueron los primeros clásicos que generaron una encendida respuesta del público. Mientras que en la primera, las referencias van en la relevancia que tienen las máquinas en nuestro cotidiano vivir, la segunda es una reverencia ante la maravilla de la mecánica automotriz y la experiencia que significa tener un viaje por una autopista a toda velocidad a bordo de un Volskwagen.
“The model”, “Neon Lights” y “Radioactivity” procuraron mantener el espíritu bailable en la velada – incluso era posible ver en todos los rincones a gente bailando al son de los repetitivos beats- hasta que apareció la tríada de canciones más famosas: “Tour de France”, una elegía a la gran competición ciclística de Europa; “Trans Europe Express”, la rendición ante la gran joyería ferroviaria del continente dominante y finalmente “The Robots”, la que hizo corear entrecortadamente el mundialmente famoso estribillo “We are the robots” y flirteando con la experiencia robótica y de la inteligencia artificial. Muy contigente para estos tiempos liderados por el bullado Chat GPT.
Finalmente, un breve encore con “Planet of Visions” y “Boing Boom Tschak / Music Non-Stop” para redondear lo que fue una velada que rozó la perfección y en la que se desplegó audiovisualmente la potencia que son estas leyendas del mundo de la electrónica.
Rust Cohle equivocó en algo sus reflexiones sobre la humanidad: la esperanza y la unión entre la gente logra la fuerza para lograr los cometidos más impensados de la humanidad en diferentes planos de nuestra cotidianidad: el deporte, la ciencia y la tecnología. Kraftwerk en alemán significa “Central de Energía” y eso es lo que son, un faro que alumbra de forma incombustible y que nos hace maravillarnos, con esperanza, las maravillas que logra la humanidad, aun en tiempos oscuros y cuestionados.
Setlist:
Numbers / Computer World / Computer World 2
It’s More Fun to Compute / Home Computer
Spacelab
Airwaves / Tango
The Man-Machine
Electric Café
Autobahn
Computer Love
The Model
Neon Lights
Geiger Counter / Radioactivity
Tour de France 1983 / Chrono / Tour de France Etape 2
Trans Europe Express / Metal On Metal / Abzug
The Robots / Robotronik
Planet of Visions
Boing Boom Tschak / Music Non-Stop
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