Martín Méndez guarda un perfil bajo, pero es una parte fundamental de Opeth. El bajista uruguayo de 43 años ya lleva 23 de ellos como miembro de la banda sueca liderada por Mikael Åkerfeldt y ha estado presente en la mayoría de sus discos más importantes. Sin embargo, ahí no ha encontrado el espacio que necesita para expresarse musicalmente y desde el 2020 que tiene su propia agrupación a la que bautizó como White Stones.
Este proyecto, en el cual participan junto a él cuatro músicos españoles, ya lanzó su segundo disco, el cual emergió rápidamente después del primero gracias a la holgura de tiempo que la pandemia le ha dado a Méndez. Bajo el título de “Dancing Into Oblivion”, este álbum consolida al quinteto que está recibiendo muy buenas impresiones de su trabajo, gracias a que de alguna forma llena el vacío que dejó el cambio de estilo que ha experimentado Opeth.
Tuvimos la oportunidad de conversar con Martín y conocer su motivación detrás de esta nueva banda, la prioridad que le da respecto a Opeth, sus influencias latinoamericanas y varios otros temas a los que accedió generosamente. A continuación, nuestra charla con este importante exponente del metal latinoamericano.
¿Desde dónde nace tu deseo de armar una banda paralela a Opeth?
Todo empezó sin la intención de hacerlo. Cuando tengo tiempo libre, siempre me pongo a escribir música. La diferencia esta vez fue que en lugar de que esas ideas quedaran en un disco duro, pensé que sería divertido terminarlas, grabarlas y mezclarlas. Al tener unos cuantos temas listos, mi entusiasmo fue creciendo y así nació White Stones.
Recientemente lanzaron vuestro segundo disco “Dancing Into Oblivion”. ¿Qué inspiró este trabajo?
Este disco lo empecé a componer apenas unas semanas después de lanzar el primero. Vino el confinamiento, la pandemia y entendía que estaríamos un tiempo en casa. Me sentí inspirado en ese momento y comencé a escribir las nuevas canciones. Todo fluyó muy rápido, al cabo de cinco meses ya tenía el disco entero.
El 2020 habían lanzado el primer disco, “Kuarahy”. ¿Qué elementos diferencian a este segundo disco del primero, habiendo tan poco tiempo de distancia entre un trabajo y el otro?
Mi idea era hacer la música un poquito más técnica y compleja que el primer disco. El tiempo era otro, las emociones eran diferentes y creo que eso hizo a este último disco un poco más oscuro. Aprendí muchas cosas grabando “Kuarahy” y esas lecciones las apliqué en el nuevo álbum.
¿Qué retroalimentación has tenido respecto a esta nueva banda?
Creo que bastante buena. No tengo mucha referencia porque nunca hemos tocado en directo. Teníamos planeado hacerlo cuando salió el primer disco, estar en algunos festivales, pero llegando la pandemia todo se canceló. Ahora espero que podamos presentarnos y tendré más oportunidades de escuchar los comentarios de la gente. No llevo mucho las redes sociales, no me entero mucho de lo que dicen por ahí.
¿Extrañabas tocar death metal en estado más puro?
No realmente. Este tipo de death metal es algo que he escuchado por mucho tiempo. Probablemente es el tipo de música que más he escuchado en mi vida. Así que surgió muy natural hacer esta música. No extrañaba tocar death metal con Opeth porque, aunque ya no hacemos discos de ese estilo, estando de gira tocamos cada noche los clásicos de toda la vida. Así que ahí tengo mi dosis de todas formas.
¿Es White Stones una banda en sí misma, o es un proyecto solista tuyo?
Al principio, se encaminaba más como un proyecto propio paralelo. Pero ahora siento que toma forma de banda. Porque si bien soy quien escribe las canciones y está detrás de cada paso del grupo, el resto de los miembros han participado mucho más en el proceso de este segundo disco y eso ya nos da una característica como banda.
¿Tienen alguna meta como banda? ¿Algún sueño que quieran lograr?
Tocar en directo sería lindo. Este proyecto lo hago como algo personal. Opeth es mi primera banda, pero como músico tengo la necesidad de expresarme más allá de lo que hago con ellos. No quiero decir que es una terapia, pero lo paso muy bien con White Stones y sacando todo lo que tengo dentro. En Opeth, sólo soy el bajista. Pero no, no tengo una meta de conquistar el mundo.
¿Hay guiños a tu cultura latinoamericana en la música de White Stones?
Hay cosas, sí. Influencias, muchas. Nada obvio, a lo mejor, pero muchas. Escucho mucha música latinoamericana: tango, folklore, milonga, bossa nova, latín jazz. Y todo eso se refleja de alguna forma en mi manera de tocar y componer. Pero no intento hacer fusiones locas, trato de mantener una línea, pero con esas influencias detrás.
¿Te sientes más cómodo haciendo música con gente que habla tu misma lengua materna?
Ayuda, claro que sí. Aunque con Opeth, el sueco ya no es una traba para mí porque son muchos años allá, me siento un poco sueco también. Pero si es cómodo hablar el español y además somos amigos entre nosotros y eso me resulta gratificante.
¿Hace cuánto estás viviendo en España?
Hace ya unos seis años. Es diferente a Suecia, aunque ya estaba acostumbrado, pero al llegar aquí, revives todo lo que uno vivió al crecer, ya que se parece mucho el clima, la gente y la cultura. Algo que sienta bien.
¿Te gustaría volver a vivir en Uruguay en algún momento?
Siempre uno piensa que al jubilar va a volver, pero no lo sé. Tengo mis hijos y mi familia acá. Ya llevo 26 años en Europa. Depende de las situaciones de la vida. No lo tengo como una meta. Pero si las circunstancias se dan, estaría encantado.
¿Cómo conseguiste armar un grupo en España?
Fue todo paso a paso. Porque al inicio todo esto era un proyecto propio. Incluso pensaba cantar yo. Así que mi idea era contratar un baterista y el resto lo haría todo yo. Pero a la hora de cantar y escuchar el resultado, no me sentí a gusto. En ese momento le pedí ayuda a mi vecino Eloi Boucherie, que es el dueño del estudio en que estaba grabando. Probamos con él y me encantó el resultado. Y desde ahí comenzamos a reclutar más gente.
¿Se extraña tocar en vivo?
Sí, bastante.
¿Y cómo ha sido este cambio de tocar tanto en vivo y de repente todo se detiene y no te subes más a un escenario?
Mal no me sentó, te voy a ser honesto. Porque con Opeth hacemos muchas giras y para mí, estar en casa es lo mejor. Esta vez recién veníamos comenzando la gira y nos habíamos detenido por un buen tiempo antes, así que la pausa ha sido larga. Si no hubiera hecho este disco de White Stones, probablemente me hubiera afectado más psíquicamente. Eso me ayudó mucho.
¿Con Opeth has venido en 4 ocasiones a Chile? ¿Tienes algún recuerdo especial de alguna de esas visitas?
Sí, de todas. Tocar en Chile es la cumbre de ir a Sudamérica. Es donde nos sentimos verdaderamente rockstars. Nos hacen sentir muy bien, asiste mucha gente y se nota que aprecian mucho lo que hacemos, así que guardo muy buenos recuerdos de nuestras visitas allá.
Viendo el vaso medio lleno, ¿qué cosas positivas ha tenido para ti este nuevo mundo pandémico?
No muchas. Ha sido un período bastante difícil para la mayoría. Tanto económica como psicológicamente. Pero si tengo que mirar algo positivo desde lo personal, haber tenido el tiempo de hacer un disco, expresarme de esta manera que lo hice. Espero que pase muy rápido todo esto.
¿Y con Opeth, qué se viene?
Tenemos pendiente prácticamente toda la gira de nuestro ultimo disco “In Cauda Venenum”, así que luego de terminada comenzaremos a pensar en un nuevo disco.
Hay dos discos de Opeth que tienen portadas muy inspiradas en discos de Deep Purple. ¿Cuán importante es esa banda para ustedes?
Es una influencia muy grande. A todos nos gusta. Todos los llevamos dentro. Yo tuve la gran suerte de tocar con Jon Lord antes de su muerte. Tanto yo como Martin Axenrot (baterista de Opeth), fuimos parte de su banda en un concierto en Noruega. Vivir eso, tocar con él, fue brutal.