Por Manuela Beltrán.
Quien descubre por primera vez la música de Ethiopiques (como quien la escuchó hace 15 años en la banda sonora de Broken Flowers de Jim Jarmush) queda inmediatamente enganchado por las melodías que parecen sacadas de algún cuento misterioso proveniente de lejanas tierras africanas o arabescas. Etiopía queda precisamente ahí, entre el Nilo Azul y el Mar Rojo frente a la península arábiga. Y quien indaga un poco más, se encuentra con 30 volúmenes de exóticos sonidos setenteros, una decantada enciclopedia de jazz etíope del sello francés Buda Musique, que comenzaron a aparecer periódicamente desde 1998.
El documental Revolt of the soul, dirigida por el polaco Maciej Bochniak gira en torno al devenir de esta particular escena musical africana. Primero en su nacimiento, su gran declive y luego en su posterior rescate. Entre finales de los años 60 y hasta 1974, un virtuoso grupo de músicos aprovechó un momento especial de florecimiento artístico en su país, pero cuya mística fue rápidamente castrada por la imposición del Derg, un régimen militar comunista, represivo y conservador, dejando todo lo anterior en carácter de mito.
Por medio de coloridas animaciones, el film logra recrear episodios emocionantes de aquella época como la aparición de la primera tienda de vinilos de la capital Addis Ababa, así como el del estudio musical clandestino que le siguió y un espontáneo danzón callejero sin precedentes. Mediante el testimonio reciente del principal productor de la época Amha Eshete, desde la distancia del exilio, este nos permite comprender la importancia de este empuje musical, de la emergencia de una escena artística y bohemia que en poco tiempo definió a una generación, con ritmos de jazz, soul y psicodelia.
Paralelamente a las historias de algunos músicos, se destaca el trabajo del francés Francis Falceto, un obsesivo coleccionista de música que desde la década de los 80 se dedicó a develar el origen de aquella música misteriosa y a rescatar cada vinilo etíope que encontró. Su fetiche deriva en un proyecto de muy largo aliento, al ir en búsqueda de aquel misterio etíope y al encuentro de Eshete, quien reconoce: “Sin Francis no habría Ethiopiques”.
A lo largo del documental los entrevistados se hacen las preguntas por la música: ¿Por qué no suena música etíope? ¿Por qué no hay discos etíopes? ¿Quiénes son estos músicos? ¿Qué pasó con ellos? La película es una sintética y práctica reconstrucción de aquella odisea que no sólo resultaría en empujar el relanzamiento de aquella enorme colección de Ethiopiques, también en la producción de nuevo material. Particularmente el músico Girma Beyene, quien había triunfado en los setentas, y cuyo destino lo llevaría hasta trabajar en gasolineras, sería quien encarne aquel brío musical que después de tantos años aún cuaja perfecto en los escenarios y sigue enganchando nuevas audiencias. El disco Mistakes on purpose, sería el volumen 30 de Ethiopiques lanzado el 2017, mismo año del documental.