A Chini.png le gusta tomar un rol activo y ocuparse de todos los detalles de sus obras. En su nuevo videoclip, -dirigido por ella misma-, la cantautora chilena se infiltró en una vieja película de culto japonesa, modificando su historia original. La producción audiovisual promueve la canción “Triángulo de las bermudas”, parte de su ep debut, “Ctrl Z”, que ya está disponible en plataformas digitales.
Para su nuevo video, Chini.png se convirtió en una de las protagonistas del filme “Onibaba, el mito del sexo” (1964), dirigido por Kaneto Shindō. En él, dos mujeres roban armaduras de los cadáveres de forajidos; una de ellas intenta que la otra no se enamore del mejor amigo de su hijo, ya muerto en batalla, disfrazándose como un demonio que la asusta por las noches. La cantante decidió meterse literalmente dentro de la historia como la joven que es interrumpida y atormentada cada vez que visita a su amor.
Acerca de la temática de la canción “Triángulo de las bermudas”, Chini.png comenta: “tanto en la letra como en el video reflexiono sobre la “reputación” en torno a la promiscuidad, concepto anticuado que muchas veces segrega a las mujeres y otras disidencias sexuales, intentando quitarles su valor intrínseco como personas, -no así a los hombres-, basándose en el slutshaming, lo cual me hizo sentir como un paria en mi adolescencia. La canción tiene un tono de celebración satírico en torno al empoderamiento del propio deseo”.
En primera instancia, el registro iba a ser un pequeño lyric video hasta que la idea entusiasmó al realizador audiovisual Joaquín Fernández, quien convenció a Chini de desarrollarla mejor a nivel técnico. Él, quien trabajó antes con la artista en videos como «El Otro» de Chini and the Technicians y «Sí Po» de Diego Lorenzini, fue quien permitió que Chini se infiltrara en el filme a través de cromas realizando dirección de fotografía, iluminación y postproducción.
Después de liderar el proyecto Chini and the Technicians por cinco años, el mes pasado Chini.png estrenó “Ctrl+Z”, su primer ep como solista. Por esas cuatro canciones que contaron con la producción de Martín Pérez-Roa se pueden recorrer pasajes de folk, bossa nova y rock, e inesperados cruces entre la calidez de las cuerdas con fragmentos más disonantes, eléctricos y experimentales.