Por Jaime Farfán.
Pocos días faltan para la próxima edición de Lollapalooza Chile, que celebra su décimo aniversario con un recargado setlist, satisfaciendo las expectativas de su variado público. Dentro de la oferta de festivales, a veces resulta difícil traer nombres relevantes, sin embargo, en la interesante parrilla de esta versión 2020, existen grandes aciertos. Sin lugar a dudas, Travis Scott, es uno de ellos. El destacado rapero norteamericano debuta en nuestro país en el mejor momento de su carrera, tras el lanzamiento de JackBoys, el álbum colaborativo de su propia placa, conquistando el primer número uno del Billboard este año. Imperdible indiscutido, la prolífica e imparable mente de Jacques Berman Webster II está lista para hipnotizarte el marzo que viene.
De comienzos humildes, de pequeño vivió con su abuela, en los peligrosos barrios de Houston, Texas. La cercanía con el caos del crimen y las consecuencias de la pobreza, se sienten en los filosos versos que han caracterizado su carrera. Posteriormente, se muda a Missouri con sus padres, una familia de músicos de jazz que le otorgaron su primer contacto con la música. Pasión que le contagió con fuerza y le llevó a abandonar la universidad, contrariando los deseos familiares. Tal nivel de hambre por el éxito le ayudó a construir un imperio partiendo sin un centavo en los bolsillos, y lo ha llevado, a los 27 años, a presentarse en los escenarios más destacados del mundo y elevado su nombre a los grandes del hip hop.
El espíritu inquieto de Webster primero probó suerte en MySpace, junto a su amigo Chris Holloway, en lo que fue el energético The Graduates EP del 2008. En Who I Am, Travis demostró sus potenciales talentos como rapero y productor, mientras daba botes a lo largo de Estados Unidos. Sin la protección económica de su familia, durmiendo en sillones de compañeros, Scott gestaba su primer mixtape, bautizado Owl Pharaoh. El proyecto, anunciado originalmente para el 2011, tuvo dificultades con los derechos y no alcanzó su forma final hasta dos años después. Sin embargo, lo que se vio fue suficiente y atrajo las miradas necesarias, ganando la atención de Kanye West y T.I., quienes le ayudaron a partir. Temas como “Quintana” y el single debut “Upper Echelon”, con la contribución de 2 Chainz, suenan expansivas, llenas de ricos detalles y arreglos poderosos.
Un año después, vuelve a las pistas con lo que es considerado su primer álbum, Days Before Rodeo. El esfuerzo autoproducido, y lanzado gratuitamente, resulta ser otra vitrina para el ecléctico estilo de Scott, en la deliciosamente explosiva “Don’t Play”, junto a Big Sean y The 1975, en una experiencia que excede ambiciones. El salto definitivo a las grandes ligas vino a continuación, con su contrato en Grand Hustle Records, con los cuales el 2015 lanzó Rodeo, la placa donde Webster trabaja con importantes nombres como Quavo, Future, The Weeknd, Kanye West y Young Thug. El rapero vacía sus ansiedades y abraza los profundos sonidos del trap en los singles “3500” y la exitosa “Antidote”.
Sin perder ni un segundo, mientras conquistaba listas, arenas y críticos, el rapero prosigue desarrollando su oscuro sonido en el cautivante Birds in the trap sing McKnight del 2016. En esta grabación Travis suena pulido y lujoso, con líneas de bajo vibrantes, beats cuidadosamente seleccionados que hacen perfecta química con los vertiginosos hooks y los versos hedonistas de Scott. Ya sea celebrando alcanzar el esquivo éxito, junto a The Weeknd en “Wonderful”, el apoyo de los partners en “Outside” o la curiosa singularidad del amor, sumado a la rasposa voz de Kendrick Lamar, en “Goosebumps”.
Después de una anticipada colaboración con Quavo, del trío de Atlanta Migos, que dio fruto a “Huncho Jack, Jack Huncho”, Travis Scott estaba listo para demostrar su madurez artística, y el desarrollo de sus habilidades de producción. El resultado es el aclamado Astroworld, del 2018, álbum inspirado en un Six Flags abandonado de sus tierras de origen en Houston. Igual que en el parque de diversiones cada tema se levanta como una atracción única y singular, un despliegue de la divergente genialidad de Webster, y de paso, un regreso a casa. Una verdadera montaña rusa resulta la compleja “Sicko Mode”, mientras que el trap y la psicodelia colisionan en una perfecta “Stargazing”.
Dando lo mejor de su juego, ambicioso y hambriento por nuevos horizontes, Travis Scott no calma su sed musical ni da descanso a su afilada lengua. Sin duda, está recargado para demostrar porque es uno de los nombres más interesantes en la escena del hip-hop actual, en la próxima cita en el Parque O’Higgins. Sin dejar de transformarse y rodeado siempre de hábiles colaboradores, siendo los últimos Rosalía y Lil Baby, en la hipnótica “Highest in the Room”, el rapero es un cabeza de cartel imperdible, y una apuesta segura que debería estar entre tus seleccionados del próximo Lollapalooza Chile 2020.