Iron Maiden en Movistar Arena: La Bestia alegremente enjaulada
14 de Octubre 2019.

Por Paulo Domic.
Fotografías por Francisco Aguilar A.

Desde aquel debut en 1996 en el Teatro Monumental, hoy Caupolicán, que Iron Maiden no tocaba en un recinto techado en Chile. El show de anoche en Movistar Arena, noveno en nuestro país, fue auspiciado por la locura que la banda produce entre los chilenos y que forzó a organizar una segunda fecha el día antes de la original en el Estadio Nacional. Una experiencia nueva tanto para el público como para la banda, que disfruta de las presentaciones indoor por la mayor intensidad de la retroalimentación que reciben de sus audiencias.

Una historia de amor mutuo que como buen romance, tuvo desencuentros en 1992 y 1998, cuando por mitos infundados y coyunturas políticas, la Doncella de Hierro no pudo presentarse en Chile. Algo que permanece como vergüenza para nosotros, pero una anécdota divertida para los ingleses. Desde 2001 en adelante, nuestra sociedad ha evolucionado lo suficiente para comprender que esta banda de rock no representa nada más de lo que es: un objeto de apasionado entretenimiento. Sus visitas han ido en una escalada progresiva de lugares y aforos que finalmente terminaron en el Estadio Nacional, y que este 2019 no fue suficiente, abriendo la puerta a esta inédita segunda fecha en una misma gira, la de su impresionante Legacy of the Beast Tour.

La apertura del show estuvo a cargo de The Raven Age, banda inglesa de metalcore melódico cuyo guitarrista es George Harris, hijo se Steve, bajista de Iron Maiden. La presencia de la familia Harris ya no es rara, recordando que en el 2016 ellos también abrieron los shows y en 2009 la telonera fue Lauren Harris, su hija. A diferencia de ella, los cuervos tienen un estilo musical mucho más coherente y sí contribuyen a que la velada sea en clave metalera.

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El vocalista Matt James tiene gran presencia escénica y muy buena voz, el público respondió siempre a sus arengas. A través de unos 50 minutos, repasaron lo mejor de sus dos discos, enfocándose especialmente en su lanzamiento de este año, Conspiracy. Correcta actuación de una banda joven que más allá del apoyo que reciben, sí que muestran un trabajo serio, de calidad, con buenas melodías e impecable ejecución.

Marcaba las 21:10 el reloj y la clásica introducción con “Doctor Doctor” de UFO encendió inmediatamente la euforia de los 15 mil asistentes. La amada Doncella sube a escena y el rugido en el Movistar fue ensordecedor.

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El primer tercio de la presentación de la banda se basó temáticamente en canciones sobre la guerra, apertura que estuvo a cargo de “Aces High”, canción que también abre el disco Powerslave de 1984. Impresión inmediata también apalancada con la aparición del Spirfire de la Segunda Guerra Mundial de tamaño real, colgando sobre la banda.

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Bruce Dickinson en su calidad de uno de los mejores frontman de la historia del rock, tenía este partido ganado antes de salir a la cancha. Un hombre respetado en forma integral, por su canto, inteligencia y emprendimientos. Así ya no tuviera voz, que no es el caso porque tiene muchísima, seguiría siendo igual de idolatrado por los fans de Iron Maiden. Su clásica actuación con la bandera del Reino Unido durante “The Trooper” finalizó la parte referida a la guerra del repertorio, canción también marcada por la primera visita de Eddie al escenario con su traje de militar de chaqueta roja, tal como se le conoce de la portada del famoso single.

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El segundo tercio del show se centró en canciones donde la religión fue la temática. En esta parte destacaron “The Sign of the Cross” y “Flight of Icarus”, esta última una canción que es un clásico que no es habitualmente parte de los repertorios de la banda y que fue una gran catarsis para los fanáticos.

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La tercera parte del show, incluidos los bises, está basada en el infierno. Extendiéndose más bien al terreno de la maldad en forma genérica. Abierta con una muy coreada “The Number of the Beast”, y cerrada con el clásico “Run to the Hills”, poniendo término a un show simplemente espectacular.

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Un concierto de Iron Maiden es hoy en día el ritual máximo de los amantes del Heavy Metal. No porque la banda solo se limite a tocar sus canciones, sino porque cada de una de ellas es un viaje distinto, ambientado en forma única con escenografías para cada tema, con Dickinson actuando con atuendos y accesorios exclusivos dependiendo de tópico. Una real experiencia que transita por todos sus clichés que nunca aburren cuando los ves frente a frente. Además, el sonido fue perfecto, mejor que el que hemos tenido en sus shows al aire libre.

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Finalmente, Movistar Arena tuvo aquí una prueba de fuego que despertaba curiosidad en cuanto a cómo sería capaz de albergar un show de este calibre, con accesorios gigantescos, fuego y un sinfín de detalles. Prueba superada sin problema alguno perceptible para quienes ahí estuvimos. Un show memorable y que sella nuevamente ese vínculo cercano e indisoluble que existe entre los británicos y Chile. La bestia estuvo muy a gusto en esta jaula del Parque O’Higgins.

Setlist The Raven Age:
Betrayal of the Mind
Promised Land
Surrogate
The Day the World Stood Still
The Face That Launched a Thousand Ships
Fleur de Lis
Grave of the Fireflies
Seventh Heaven
Angel in Disgrace

Setlist Iron Maiden:
War themed set
Aces High
Where Eagles Dare
2 Minutes to Midnight
The Clansman
The Trooper
Religion themed set
Revelations
For the Greater Good of God
The Wicker Man
Sign of the Cross
Flight of Icarus
Fear of the Dark
Hell themed set
The Number of the Beast
Iron Maiden

Encore:
The Evil That Men Do
Hallowed Be Thy Name
Run to the Hills

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