Arctic Monkeys en Lollapalooza Chile 2019: la nueva madurez
VTR Stage, 31 de marzo 2019.
Por Jaime Farfán.
Fotografías por Lotus Producciones.
Tonos violetas y un progresivo anochecer teñían el cielo del Parque O’Higgins mientras transcurrían las últimas horas del tercer día de Lollapalooza Chile. El plazo estaba anunciado para quemar los últimos cartuchos de la novena edición del festival de música más importante del país, la cual, ofreciendo una diversa parrilla, atrajo nuevamente a fanáticos y turistas en lo que fue un fin de semana de grandiosos aciertos. Pero aún cerca del final faltaba el plato fuerte y los encargados de cerrar la jornada, los adorados ingleses de Arctic Monkeys. Tras casi seis años después de su última visita a Chile, vinieron a presentar su gira Tranquility Base Hotel & Casino, disco con el que rompen el silencio discográfico más largo en su trayectoria. Como cabeza de cartel indiscutido, las expectativas estaban por los cielos.
Ya cerca de la hora prevista, St. Vincent terminaba su electrizante presentación en el Acer Stage, para luego ceder el puesto a Macklemore. Buena parte del público se concentraba en el emocionante show del también británico Sam Smith, haciendo resonar el coro de “Stay With Me” por todas partes. Algunos tratan de rescatar los últimos platos de comida y otros ya emprenden el camino a casa. Una porción considerable se encuentra dentro del Movistar Arena, el cual, repleto por los fanáticos de la electrónica esperando a Tiësto, se vio obligado a cerrar sus puertas desde temprano. Sin embargo, el grueso de los miles de asistentes se ubicó expectante frente al VTR Stage, donde los grandes mesías del rock inglés se aprontaban a alunizar.
Sin mayor introducción y con puntualidad ejemplar, Turner y compañía lanzan los primeros acordes de «Do I Wanna Know?», sin que sea necesario nada más para desatar la histeria en la explanada del Parque. Bombos robustos y agresivos riffs de la mano de un frontman que emerge como rockstar empoderado, encienden los ánimos y atraen al público hacia el escenario, y a los miles de celulares en alto tratando de capturar la experiencia. Sin embargo, cuando la fiesta realmente se desata es en «Brianstorm», el viejo clásico de Favourite Worst Nightmare, el cual una década después resuena de una forma energética, masiva, veloz, que pone a todos a bailar. Continuando con la coreable «Snap Out of It», otro corte de AM, y «Don’t Sit Down ‘Cause I’ve Moved Your Chair”, Arctic Monkeys introducen con un conjunto de temas que los muestra en su faceta más simple y directa, ganándose rápidamente a los fanáticos.
Ausente estuvo la estructura lumínica hexagonal, presente en las primeras fases del tour. En esta ocasión la ambientación fue minimalista, compuesta por un cortinaje y un muro de focos que reforzaron la musculatura del sonido. En ambos costados grandes pantallas ampliaban la visibilidad de manera importante, mientras que la imagen de la banda se visualizaba a través de un filtro blanco y negro. Hay inspiración en los 70’s y se palpa en el aspecto vintage, sobre todo cuando en las últimas canciones un gran letrero luminoso, deletreando Monkeys, emerge al centro del escenario.
Para un sonido prístino, poderoso, que conquistó la atmósfera varias manzanas a la redonda, el cuarteto se presentó con su conformación actual de gira, compuesta por cuatro músicos adicionales encargados de los instrumentos de apoyo. Los ingleses ya no entregan solo simple y plano rock de guitarras, por lo cual suplen los nuevos requerimientos para escenarios masivos, con un alineamiento que rápidamente fue capaz de repletar el ambiente con un estruendoso muro, a medida intercambian posiciones según el tema.
Después de 17 años de una carrera meteórica, poco queda de la banda de rock adolescente revelación de sus primeros discos. Alguna vez caóticos y desordenados, atrás quedaron las chaquetas de cuero y los engominados peinados de la época del aclamado AM. En la búsqueda de nuevos terrenos musicales, motivado por un bloqueo creativo severo, Alex Turner, el escritor principal, escogió la luna como fuente de inspiración. Así nació Tranquility Base Hotel & Casino, lanzado el año pasado, y el cual podría ser el primer acercamiento de los Arctic Monkeys a un álbum conceptual. Una placa desafiante y honesta, que se origina desde una serie de cintas que Turner grabó en su hogar (en su propia «Superficie Lunar», el nombre del estudio improvisado) y que abre una nueva fase de madurez en la agrupación, un cambio de estilo que ha dividido en parte a críticos y oyentes. «One Point Perspective» fue el primero de los temas que surgió ayer, una sensual y melancólica balada, que mezclando pianos refinados y suaves guitarreos logró conquistar el corazón del público.
Donde esta nueva madurez más resalta, es en la persona de Alex Turner, quien ahora interpreta viejos hits como “I Bet You Look Good on the Dancefloor” enfundado en un impecable traje blanco. Eso no le impide imponerse como una estrella, siendo el centro de atención en un escenario con ocho músicos y un sólido muro de sonido. Esto se debe en gran parte a una capacidad vocal cautivante, ejecutada con pasión, moviéndose de una profunda voz rasposa al falsete con facilidad. No obstante, aunque al vocalizar sus penetrantes letras su figura resulta encantadora, a menudo se siente ensimismado. A pesar de que el público estimulado se entrega espontáneamente, las invitaciones a corear, a las palmas, están ausentes. Cuando se dirige a los asistentes, en unas cuantas ocasiones, la conexión nunca acaba por concretarse, y las palabras en español se sienten, un tanto, un compromiso. Turner entregó una ejecución intachable, pero el cantante está aislado en su propio refugio lunar.
Otra figura imponente de la noche es la del baterista Matt Helders, quien con una técnica maciza y bien trabajada contribuyó con buena parte de la nueva transformación del grupo. En “Dancing Shoes” el ritmo fue dinámico y trepidante, con bombos contundentes que brindaron un subidón de adrenalina a un setlist que, en momentos, tendió a desfallecer en favor de baladas lentas o largos jams intrincados. De ayuda fue la equitativa repartición de temas que lo compusieron, dejando un poco de lado la vibra espacial del último disco, prefiriendo joyas del resto de su catálogo, como la psicodélica “Crying Lightning” o “Pretty Visitors”. Es justo mencionar que la lista de canciones no varió mayormente respecto a sus presentaciones a lo largo de Sudamérica, siendo idéntica a la argentina.
Finalizando una presentación cercana a las dos horas, para la última tanda de temas el cuarteto se reserva un set de canciones explosivas, logrando arrancar los últimos pasos de los cansados pies de los asistentes. En “Start Treatment”, Alex entregó atisbos de sus motivaciones actuales, confesando que todo empezó cuando quiso ser un Stroke. Lejos están los tiempos donde el fenómeno de los Monkeys subió como espuma en MySpace, un trampolín a la fama del que ya poco queda. Desde ahí el reconocimiento llegó muy rápido, y ¿cómo se maneja ser una de las bandas más importantes a nivel mundial de un momento a otro? El impecable cierre vino con el poderoso combo de “Arabella” y “Are U Mine?”, del disco con el que los Arctic Monkeys finalizaron su consagración. Tras el tremendo éxito de AM y una carrera maratónica, Turner le da la espalda al mundo y se refugia en la base de la tranquilidad. Por acá, todo seguirá bien mientras siga bajando a visitar.
Setlist:
Do I Wanna Know?
Brianstorm
Snap Out of It
Don’t Sit Down ‘Cause I’ve Moved Your Chair
One Point Perspective
I Bet You Look Good on the Dancefloor
Library Pictures
Knee Socks
The Ultracheese
Teddy Picker
Dancing Shoes
Why’d You Only Call Me When You’re High?
Cornerstone
505
Tranquility Base Hotel + Casino
Crying Lightning
Pretty Visitors
Four Out of Five
Encore:
Star Treatment
Arabella
R U Mine?