“Currents” de Mayumana en Teatro Oriente: Hiper-percusión y la energía del corazón
23 de mayo 2018.
Por Manuela Beltrán.
Fotografías por Felipe Morales.
En Currents, el grupo Mayumana compone un espectáculo inmensamente sofisticado que utiliza recursos de teatro, danza, música, clown, mimo y percusión, usando a su vez recursos físicos simples: cuatro mujeres y cuatro hombres interpretando la matemática de las artes. Cuerpos atléticos en movimiento, multiplicados en ritmo, elevados a las infinitas posibilidades del sonido generado a partir de tarros de basura y golpeteos de manos y pies. Ojos concentrados y penetrantes entre sombras, luces y humo.
Primer acto. El grupo funciona en sincronía melódica. Cinco basureros con la parte interna de la tapa brillante y encendida se abren y cierran. Un órgano gigante construido de tubos de pvc da la armonía. El teatro Oriente vibra entero con sonidos graves llenos de ritmo. La percusión hechiza y reciclada suena digna, profunda, grave y fuerte. De desecho a instrumento, todo tiene sonido. Segundo acto. Una persona, un frasco de vidrio y un recipiente de plástico lleno de agua. La boca del frasco que golpea la superficie del líquido hace un sonido grave, el golpe de la mano en la base del frasco suena hondo y la palmada en la parte lateral del frasco, aguda. Combinaciones de tres sonidos distintos, y la aceleración del tempo. Todo puede tener ritmo.
Los siguientes actos integran sumatorias de combinaciones sonoras y performáticas, cada una más sorprendente que la otra. Por lo general, parte un clown en solitario introduciendo una pequeña historia a la que se suman los demás integrantes, se construye desde ahí. Presenciamos momentos colectivos y solitarios y también juegos con el público, desde el chispeo de dedos, hasta beatbox. Las famosas coreografías de percusión con manos y con cubetas levantadas con los pies, no faltaron.
Los recursos teatrales mantuvieron un ambiente alegre y lúdico, como ocurre con el juego armado sólo con recursos sonoros y del cuerpo, pegándole a una bola imaginaria que pasaba de personaje en personaje, incluso logrando efectos de cámara lenta con la sincronizada rutina. Así también existían varias metáforas, por ejemplo hubo dos relojes importantes en la presentación: uno gigante proyectado al fondo del escenario que se acompañaba del sonido típico del mecanismo interno con el segundero sonando fuerte para dar el tempo a los cajones que componían aquel acto musical. El otro reloj, era uno de verdad, redondo y verde que cabía en la palma de la mano de uno de los actores. Este especial aparato proyectaba el sonido del lugar donde se colocaba. En el corazón, el latido; en el estómago, el movimiento de los intestinos; y en la cabeza, sonidos de profundidad y misterio mental. El chico elige el corazón y un simple ritmo de estetoscopio suena en el teatro. Luego llegan los demás personajes y uno por uno se llevan el reloj a sus corazones, en lugar de un simple batir suenan samba, hip hop, electrónica, disco, música clásica, rock, todo acompañado de su respectiva danza. Al final del acto el muchacho descubre que con un moviendo de piernas, de brazos, de cuerpo, su corazón hace un ritmo más elaborado que un simple palpitar y este se complementa perfectamente con las demás melodías de sus compañeros que comienzan a bailar a su alrededor.
El siguiente es un acto musical en solitario de una de las integrantes que compone una canción con sonidos en loop de distintos instrumentos. Cajón, bombo, bajo, piano y luego voz. Su letra es inspiradora: “no tengo miedo a caer, no tengo miedo a volar”. Luego prosigue con su poético número de danza. Sigue a este acto, un tableado colectivo con cajón y patadas voladoras. Encima de un tablón un hombre toca un cajón, es decir, doble sonido de maderas. Automáticamente los demás integrantes llegan de a dos o de a cuatro a saltar y a zapatear pasando de un lado a otro por el madero. Pisan fuerte y saltan en patada voladora hacia el público. La hiper percusión en danza y piruetas.
Le sigue un número teatral y en español para descansar el cuerpo: cuatro personas en el restaurant, sentados, repitiendo con mucho ritmo palabras como “Pisco, chicha, Coca cola”, “jamón, jamón, jamón”, “carne, lomo, charquicán” se configura como un acto cómico para empatizar con el público. Luego vuelven los melodiosos tarros y los basureros tocados con baquetas. Es impresionante ver, mientras tocan, los ojos de los ocho integrantes siempre fijos en el público que, con una mirada profunda, llenan el teatro con ese espacio de concentración donde el cuerpo entero pareciera tener el don de la visión. Entregados por completo al arte, muchísimo más que el órgano cerebral está funcionando en ese momento.
Ya llegando al final, el público participa siguiendo una secuencia de palmas, cada vez más rápido y complicado. Termina el show con una batucada brasileña, con sus instrumentos tradicionales, ritmos y bailes propios de la fusión latino-africana que es la samba y sus tambores.
Este espectáculo “Currents” está basado en la batalla creativa que llevaron Nikola Tesla y Thomas Alva Edison para la invención de formas modernas de electricidad. Un momento de la historia en el que la energía eléctrica todavía estaba en un punto intermedio entre magia y ciencia. Mayumana nos deja el mensaje de que la creatividad surge al poner en movimiento nuestras propias fuentes energéticas. Nuestros cuerpos y almas se mueven con energía, las sinapsis son, de hecho, impulsos eléctricos. Las corrientes de agua y electricidad, fluyen. Todo es movimiento y las ondas sonoras se interpretan en el cuerpo con la danza, con los ritmos y patrones dados por el corazón. Todos llevamos dentro una melodía, cada uno en su palpitar, y si sentimos que no la tenemos, hay que seguir ejercitando y descubrirla, mejor aún si es en grupo.
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