Jean-Michel Jarre en Movistar Arenas: La experiencia total
27 de marzo 2018.
Por Rodrigo Guzmán.
Fotografías por Francisco Aguilar A.
La música electrónica hoy es una mina de oro que todos buscan perforar. Desde el EDM más elemental cultivado por David Guetta, Martin Garrix o Calvin Harris, hasta el último disco de Queens of The Stone Age, que incorpora con libertad y sentido de la rítmica uno que otro beat por ahí. Se ha colado entre las rimas de más de algún rapero y ha llegado como cabeza de cartel a los más grandes festivales a nivel global, Lollapalooza incluido. Esta pandemia de frecuencias y ritmos ha hecho montar en cólera a los más fervientes y puristas seguidores del rock, generando así una ola de críticas hacia una música que consideran vacía, carente de espíritu y originalidad. Tal cual fueron las palabras de Charly García, para quien la música electrónica no es música, pues esta se compone de melodía, armonía y ritmo, mientras que la electrónica sólo se vale de este último. Pero si tuviéramos que obviar la potente influencia de Krafwerk, Tangerine Dream o Klaus Schulze, Brian Eno, King Tubby e Isao Tomita, y presentarle sólo un argumento a Charly para desarmar un juicio tan estrecho como el suyo, ese argumento se llamaría Jean-Michel Jarre.
El ilustre compositor francés visitó Santiago por primera vez, tras la cancelación de las fallidas presentaciones fijadas para los días 14 y 17 de noviembre del año pasado, ante un Movistar Arena virtualmente repleto. La ansiedad era mucha, y el cuantioso público no dudó en manifestarla con energía ascendente: primero fueron unos tímidos aplausos que luego dieron paso a una serie de silbidos, quienes dieron a entender que, tras una espera de más de cuatro meses, veinte minutos eran una vida entera.
Por ello, y tras un breve retraso que se sintió más bien dilatado, el hombre proveniente de Lyon apareció a esos de las 21:30 con una introducción que sin más hizo estallar las múltiples pantallas que trajo consigo. Luces, geometrías y tres músicos sobre un escenario colmado de artefactos, dieron inicio a la velada con la puesta en escena de una enérgica “Automatic part. 2”, que en sus créditos figura nada menos que el buen Vince Clark. Tras esto, vino una de varias intervenciones de Jarre, quien valiéndose tanto del español como del inglés, manifestó recuerdos, bromas y reflexiones ante un público que lo escuchó con total arrobo. Cada una de estas intervenciones se advirtieron como un feliz presagio de lo que a continuación se avecinaba, pues enseguida tras sus breves palabras, vino el primer encuentro con uno de sus tantos clásicos: “Oxygen II” se dejó oír diáfana ante los aplausos del público. Si bien todo instrumento sobre escena fue exclusivamente electrónico, la interpretación de dicho corte, extraído del álbum del mismo título publicado en 1976, expuso toda la naturaleza orgánica de un trabajo que volvió célebre a Jarre a nivel global. Porque a pesar de que se sintió ligeramente la influencia del sonido de Kraftwerk, lo del francés sonó siempre más a agua y a viento cuando interpretó los temas de Oxygen, que cualquier cosa hecha por los de Dusseldorf. Luego de esto, vino el sonido más moderno y rítmico de «Webspineer». Acto seguido, el lionés dio un paso adelante para expresar un breve discurso que demostró nuevamente su faceta más política y activista, manifestado a modo de prólogo a “Exit”, corte extraido de su LP Electronica Vol. 2: The Heart of Noise. Dicho track cuenta con la audaz colaboración del ex agente de la CIA Edward Snowden, quien saltó a la fama por filtrar datos y operaciones del gobierno de Estados Unidos orientadas a controlar la privacidad y la libertad de los usuarios de internet, denunciando así una verdadera maquinaria de vigilancia web. De este modo, Jarre cedió espacio y protagonismo en medio de su presentación, para proyectar el rostro de Snowden en las enormes pantallas mientras se dejaba oír parte de su discurso contra hegemónico.
Luego de un par de tracks más recientes, el lionés retrocedió un tanto en el tiempo, para interpretar “Equinoxe VII”, verdadera travesía por el cosmos que, sin embargo, fue acompañada a modo de reverso por una metálica versión de “Conquistador”, acorazada por Jarre bajo el pesado riff de una guitarra eléctrica. Tras esto, vino nuevamente la calma con «Oxigene VIII», cuya interpretación se dejó acompañar por un hermoso juego visual: los anteojos de Jarre tenían adosada una micro cámara que transmitía en las pantallas todo lo que él veía. Todo esto sugirió que, para el lionés, la amplia utilización de las tecnologías no esta orientada a generar una mera espectacularidad, sino más bien a compartir literalmente su “visión” del mundo y de la música con su audiencia.
Luego de esto, vino la interpretación de «Zero Gravity», «Zoolookologie» y uno de los momentos más esperados y emotivos de la noche: «Oxygene IV». El incombustible clásico de la electrónica francesa y mundial se hizo sentir de manera profunda y rotunda, acompañado de los miles de teléfonos celulares encendidos al aire por petición del mismo Jarre, integrando a su sinfonía a toda la audiencia que a esa hora repletaba el Movistar Arena.
Luego de tal punto cúlmine, se sucedieron con certeza, energía y espectacularidad cortes clásicos y modernos propios de la discografía del lionés, tales como “Architect”, “Equinoxe I”, “Glory” y “Time Machine”, para luego llegar a “Oxygene XIX”, “Circus” y rematar con “Oxygene XVII”, sin perder en ningún momento un ápice de intensidad. Las constantes invitaciones de Jarre a ponerse de pie, a batir palmas y a manifestar la energía que tan bien circula por sus composiciones, fueron una tónica y una dinámica constante dentro de su presentación. La audiencia respondió con intensidad variable a estos nuevos estímulos, en un concierto repleto de ellos, pues entre los maravillosos juegos de lasers y luces que sugerían a ratos un cálido ocaso digital, una profunda y apacible gruta marina o el cosmos ya como tal, fue un tanto difícil reaccionar a todo lo que el artista galo quiso entregar.
Tras otro breve discurso, Jarre introdujo el siguiente track, titulado “Brick England”, cuya composición lo hermanó ahora a los ilustres Pet Shop Boys. En dicho momento, todo fue fiesta y entrega. Ya las reservas de energía comenzaban a escasear y finalmente, a modo de encore, el músico lionés interpretó “Chronology IV” y “Rendez-Vous IV”, con exactamente la misma intensidad de los primeros cortes de su presentación.
Tras esto, quedó de manifiesto que la propuesta del francés buscó ser en todo momento mucho más que luz y sonido, pues todo estuvo dispuesto para que su presentación deviniera en experiencia sensorial total, íntegra en su conjunto. De este modo, en Movistar Arena convivieron durante una hora y media unos beats frenéticos, unas luces futuristas, un ambient que invocó al ecosistema y una personalidad y desplante artístico cercano y lleno de profesionalismo y carisma por parte del francés. En resumen, lo de anoche fue una cátedra total.
De este modo, no habrá necesidad de interrogar al oráculo para saber que el de Jean-Michel Jarre será definitivamente una de las mejores presentaciones del 2018.
Setlist:
Opening
Automatic, Pt. 2
Oxygene II
Web Spinner
Exit
Équinoxe VII
Conquistador
Oxygene VIII
Zero Gravity
Zoolooklogie
Oxygene IV
The Architect
Equinoxe IV
Glory
The Time Machine
Oxygene XIX
Circus
Oxygene XVII
Brick England
Herbalizer
Stardust
Encore:
Chronologie IV
Rendez-Vous IV
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