Festival En Órbita 2017: De la Tierra a la Luna. Capítulo final
Planetario Santiago, 16 de diciembre 2017.
Por Rodrigo Guzmán.
Fotografías por Agustín León.
Tras las notables actuaciones de Damo Suzuki, Les Deuxluxes y las distintas agrupaciones chilenas, se dio inicio a la segunda parte de la jornada, cuya apertura estuvo a cargo del trío oriundo de Seattle, Night Beats. Comandado por Danny «Lee Blackwell» Rajan en las seis cuerdas y vocalizaciones, mientras que James Traeger hizo lo suyo en la batería, junto a Jakob Bowden en el bajo. Con tres discos editados a la fecha, los de Seattle aterrizaron en En Órbita para presentar su último trabajo de estudio, titulado Who Sold my Generation, publicado el año recién pasado. Tras una mezcla de psicodelia y garage rock, Night Beats convocó a una audiencia ya mas bien amplia, que seguía con curiosidad los movimientos del conjunto. En apenas treinta minutos, la presentación concluyó entre el solo ácido y un beat más bien bailable.
Luego, a eso de las 20:00 hrs, y siguiendo la línea de un indie rock garaje con tintes bailables, llegó el turno de Parquet Courts. El conjunto compuesto por Austin Brown, Sean Yeaton y los hermanos Savage, presentaron tracks extraídos principalmente del álbum Human Experience, publicado el 2016. De este modo, se sucedieron entre una ira contenida y cierta actitud sosa, que rememoró un tanto a Weezer, Pixies y Beck, temas como “Dust”, “Human Performance”, “One Man No City” y “Outside”. El público comenzaba a manifestarse y para el final de la presentación de los neoyorkinos todo era baile y gritos. Es notable que un conjunto formado apenas el 2010, ya haya editado más de cinco álbumes de estudio y que haya cultivado a la vez, un núcleo de seguidores fieles que conectan con una música bastante singular. A todo esto, hay que sumarle una notable actuación en directo que, sin necesidad de aspavientos o grandes muestras de técnica e intensidad musical, logró advertirse como una performance limpia y sin baches, cargada de tracks escuetos y efectivos, los cuales poseían de manera inmediata a cada uno de los asistentes apenas se desplegaban sus primeras notas.
Con la argentina Juana Molina todo fue inflexión en el Sputnik Stage. Tras una jornada marcada por el rock ácido, el kraut y la experimentación más border, fue Molina quien impuso la cuota de distinción y particularidad ligada a su propuesta de indie pop. Presentando su ultimo trabajo en estudio Halo (2017), la porteña interpretó temas como “Paraguaya”, bajo una conjugación singular entre beat y voz, además de “Cosoco”, “Eras”, “Cara de Espejo” y “Estalácticas”. No hace falta decir el culto que ha generado a través del mundo, entre cuyos seguidores se cuenta a David Byrne de Talking Heads y Phil Selway de Radiohead, pues con solo su particular música, tan latinoamericana y de vanguardia como se puede ser, embrujó a todos los asistentes del certamen. Desbordando simpatía y distensión, el show de Juana Molina es un evento que debe ser presenciado en calma y con atención, pues en él los detalles son todo. Si bien la particular musicalización de sus tracks tiene un rol fundamental dentro de su propuesta, es el trabajo y tratamiento vocal que se conjuga en él, lo que termina definiendo su sonido. Haciendo uso de una loopera, la trasandina jugaba y producía bucles sonoros con su propia voz, decantando así en un producto admirable, lleno de capas y superposiciones melódicas que provenían de la misma garganta de Molina. Si bien el uso del loop y el trabajo del bucle no es exclusivo ni novedoso, pues también lo utilizan artistas como Martina Topley Bird y Tash Sultana más recientemente, el modo en cómo lo inserta dentro de las estructuras musicales que ella trabaja, lo convierte en un recurso animado y sorprendente, marca registrada de la transandina.
A eso de las 22:00 hrs, el ilustre guitarrista Lee Ranaldo se dejó ver sobre el Skylab Stage. Luego de su paso por Sonic Youth, Ranaldo ha trabajado en diferentes álbumes solistas, sin embargo, fue su último trabajo de estudio el que lo hizo aterrizar en En Órbita. Bautizado como Electric Tream, el disco fue interpretado casi en su totalidad. De dicho modo, “Moroccan Mountains” fue el track elegido para dar inicio a su presentación, seguido de “Uncle Skeleton”, “Circular” y “Electric Trim”, track compuesto en conjunto con el novelista estadounidense Jonathan Lethem. Tras ello, vino “New Thing”, un track que critica la ansiedad generada por el internet y la popularidad en las redes sociales. Luego de esto, a modo de cierre, sonó “Thrown Over The Wall”, antecedido por unas breves palabras de Ranaldo, quien enterado de la contingencia nacional, puso su acento en las elecciones que trajeron un nuevo Presidente a Chile. Tras mostrar su desaprobación por estas instancias, Ranaldo impugnó a los asistentes, ironizando con la tendencia política a la cual pertenecían. De este modo, la actuación de Lee Ranaldo fue bastante audaz y arrojada, pues se sabe cuán difícil es mantener un show de una hora armado sólo con una guitarra. Pero hubo una diferencia, pues el neoyorquino, fiel a su estilo, tocó la guitarra acústica como pocas veces se ha visto. Utilizando un arco, tal cual como Jimmy Page o Jón Þór Birgisson, Ranaldo frotó las cuerdas de su guitarra, las rasgó con furia, golpeó el cuerpo, le adosó efectos de pedal, la hizo auditivamente estallar, dotando así de una sonoridad muy Sonic Youth en su concepto, a un show que se advirtió desde un principio como íntimo y reflexivo.
Ya a las 23:00 hrs, y bajo los múltiples haces de luz blanca, se presentó en el Sputnik Stage, Greg González y compañía. De dicho modo, Cigarettes After Sex daba inicio a su debut en Chile. La banda oriunda de El Paso, y formada en 2008 por el mismo González, interpretó tracks de su breve, pero rotunda discografía, encabezada por su Ep I y su único y reciente Lp homónimo, lanzado hace solo un par de meses atrás. De esta manera, se sucedieron “Affection”, “Keep On Loving You”, “Nothing’s Gonna Hurt You Baby”, “Sunsetz“, “Young And Dumb”, “I’m A Firefighter“ y “Dreaming of You”. A esa hora, y a pesar de la larga y extenuante jornada, CAS se echaba al bolsillo a toda la audiencia, la más numerosa del festival por lejos. Entre la melancolía, la dulzura, tempos bajísimos y texturas algodonosas, coronadas por una voz andrógina y en extremo particular, lo de González y compañía solo causó regocijo entre los asistentes. Los justos herederos de la sonoridad única de Mazzy Star fueron rotundos con un set etéreo, volátil en extremo y más bien reiterativo, pues para el oyente no versado en los texanos, todos los temas sonaron más bien similares, toda vez que anémicos. Pero lo de Cigarettes After Sex es así, y de dicho modo se replicó en su visita a Santiago, donde una dulce y melancólica elegancia invadió el festival En Órbita.
Ya hacia las 00:00 hrs. y tras una extensa jornada de mas de diez horas de música, el ultimo grupo de la noche se despedía de una audiencia que los recibió sin oponer ningún tipo de resistencia. El Festival En Órbita 2017 llegaba a su fin, tras una excelente sucesión en su cartel, que no presentó mayores sobresaltos y que dejó a sus asistentes con ansias de esperar su próxima realización en un futuro cercano. De dicha manera, el En Órbita, en base a fechas como las de ayer, logra posicionarse como el festival de las artes y la música alternativa en Chile, concretando así una propuesta arriesgada y más bien alejada de la masividad, pero que sin embargó logró colmar el Planetario y dejó a su público a la espera de lo que pronto se viene que, sin duda, será tan sobrecogedor como la excelente fecha de la que aún no logramos recuperarnos.
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