Festival En Órbita 2017: De la tierra a la luna. Capítulo I
Planetario de Santiago, 16 de diciembre 2017.
Por Rodrigo Guzmán.
Fotografías por Agustín León
Tras una extensa jornada, el sábado 16 de diciembre se realizó la segunda versión del festival En Órbita, desarrollado en las inmediaciones del Planetario de Santiago. El certamen presentó un Line up sólido, repleto de agrupaciones tanto nacionales como internacionales provenientes de una escena alternativa marcada por el sonido de la psicodelia, el space rock, el shoegaze, la electrónica, el punk, el dream pop y el garage rock.
Con diferentes actividades que se sucedieron a lo largo de una semana completa, En Órbita desarrolló presentaciones gratuitas en distintas locaciones, sideshows, talleres y charlas de figuras tan ilustres como Martin Atkins (conocido por su trabajo con Nine Inch Nails y Ministry, entre otros) e Ian Svenonius. Esto fue sólo una muestra de un certamen que, desde un inicio, se advirtió como un proyecto ambicioso. Su producción fue realmente notable, tanto en los cuantitativo como en lo cualitativo, donde cada detalle fue trabajado y pulido, desde los mismos talleres y conferencias, hasta la luminaria y el sonido de las presentaciones en vivo. Además, contó con la propia curatoría y la edición de un libro que contenía referencias y entrevistas de los distintos artistas que encabezaban el festival, además de relatar la fantástica y bella experiencia de las sondas espaciales robóticas Voyager y su relación con este festival.
En dicho sentido, la ambición y las ganas de generar un festival coronado por un Line Up de lujo, se concretaron en un extenso cartel que concentró a más de dos decenas de bandas, distribuidas en tres escenarios a lo largo de las instalaciones del Planetario. Por lo mismo, cabe decir que nuestros esfuerzos tuvieron que centrarse, lamentablemente, en los dos escenarios principales, el Sputnik y el Skylab Stage; sin perjuicio de los proyectos desplegados en el Voyager Stage, donde conjuntos de la casa como Perrosky, Protistas y Adelaida hicieron lo suyo, junto a interesantes agrupaciones internacionales, como los australianos Ali Barter y The Kite String Tangle, cuya brillante electrónica down tempo bien recuerda a Chet Faker o Bonobo.
De esta manera, la cita tuvo su inicio a las 13:15 en el Sputnik Stage, donde el dúo australiano Dz Deathray inauguró la jornada. Formado el 2008, por Shane Parsons en voz y guitarra, junto a Simon Ridley en batería, los naturales de Brisbane han editado dos LP y publicado otra serie de sencillos, cuyos réditos han sido fecundos: a la fecha llevan ya dos Aria Awards y todo indica que los muchachos van por más. Tras un imparable sonido punk dance, con toques de noise y contundentes riffs, los australianos interpretaron los singles “Blood On my Leather”, cuyo video clip es simplemente notable, al igual que el de “Gina Works At Hearts”, que fue interpretado a modo de cierre ante una muy discreta audiencia, la cual, sin embargo, sacudió la cabeza con entusiasmo pese a la hora y el calor. Asimismo, se pasearon por “Total Meltdown” con solidez y desparpajo, mostrando de dicho modo toda la actitud del dúo oriundo de Brisbane. Por la solvencia de su propuesta sonora, colmada de desenfado y de riffs eléctricos, los australianos merecían una audiencia y una recepción más amplia, pues su material cuenta con méritos más que suficientes para hacer sacudir cualquier cabeza. Por lo mismo, esperamos volver a verlos por estas tierras en un tiempo más, ya ante una audiencia que le haga justicia a su sonido sucio y lleno de actitud.
A las 13:50 nos trasladamos al Skylab Stage, pasando del cemento a un benévolo y pequeño pastizal a un costado del Planetario, listos para presenciar la presentación de los nacionales Miss Garrison. De esta manera, el conjunto compuesto por Francisca Straube, Rodrigo de la Rivera y Tomás Pablo Rivera, dio paso a un setlist efectivo, intenso y reciente, extraído mayoritariamente de su último trabajo de estudio Al Sol de Noche. De este modo, abrieron con “El Paso”, para luego interpretar “Montaña B”, y luego pasar por “Pez”, la entrañable “Love”, el single “Al Sol de Noche” y “Navegante”, hasta llegar al sincopado beat dub de “Sueños”, junto a sus múltiples reverberaciones y delays. Tras esto vino “Mamba”, “Terracota”, “Pocket Song” y “Land of Aloha”. Un setlist extenso, donde los Garrison demostraron una vez más su solvencia musical a la hora de generar mixturas sonoras entre la electrónica y el rock. El conjunto gana muchísimo en vivo, sobre todo en las guitarras de Rodrigo de La Rivera y el desplante de Fran Straube, para quien este año ha sido bastante fructífero en vivo y en estudio, tanto en los Garrison como en su notable proyecto solista Rubio. Con esto, Straube logra dotar a la letra en español de un feeling notable, tal como lo confirmó posteriormente la trasandina Juana Molina. Esto es un hecho no menor, pues en un medio cada día más dominado por las líricas en inglés, los Garrison demuestran que el castellano también puede tener una onda y un atractivo sonoro sobresaliente.
Ya a las 14:55, los texanos de Holy Wave hacían sonar el Sputnik Stage. Con una propuesta de rock psicodélico y space rock, tan suave como melódica, el conjunto compuesto por Kyle Hager, Dustin Zozaya, Julian Ruiz, Joey Cook y Ryan Fuson, puso a levitar a más de alguno. Abrieron su presentación con “Habibi”, track que adelantó material del próximo disco de los oriundos de El Paso, cuya insistente figura arpegiada y su propio riff, se dejaron oír en todas las cercanías del Planetario. Luego de esto, vino “Do You Feel It?”, extraído de su álbum Relax (2014), track marcado por un sonido un tanto shoegaze, cercano a un pop psicodélico muy en la línea de Tame Impala. Aquí, las líneas ambientales de teclado tomaron protagonismo, junto a voces disipadas y beats de tempo bajo. Luego de “Western Playland” y de la interpretación “She Put a Seed In My Ear”, ambos extraídos del álbum Freaks of Nurture (2016), se dio paso al sencillo “Wet & Wild” antecedido de algunas palabras de Kyle Hager. Haciendo hincapié en un clima agradable, el blondo intérprete afirmó estar complacido con su visita a Santiago de Chile y luego dedicó el siguiente track nada menos que a Violeta Parra, de quien dijo fue una artista maravillosa, tal como todos sabemos. Tras la puesta en escena de “Adult Fear” y “How Was I Supposed To Know”, se confirmó ese remanente psicodélico, cercano al shoegaze, que los acercaba al sonido de unos conocidos de la casa: los nacionales Holydrug Couple, quienes compartieron escenario con Hager y compañía, en el mítico y lisérgico Austin Psych Fest. El festival hoy conocido como Levitation es el lugar por donde pasan las bandas más notables de la psicodelia global, cuyos line up tienden a ser excepcionales. De este modo, los texanos dieron por finalizada su performance con la interpretación de “Son Of Sound” y “Buddhist Pete” a eso de las 15:50. Tras esto, Hager & Joey Cook se dejaron ver disfrutando de la música bajo el escenario, modestos, tranquilos, accesibles y distendidos.
Ya a las 16:00 horas, y bajo la sombra de los árboles y la calidez del pasto del Skylab Stage, vino la presentación de los nacionales The Ganjas. La agrupación comandada por Samuel Maquieira presentó un setlist cargado de tracks extraídos de su álbum Resistance, editado el año 2011. Una particularidad de dicho disco fue su producción, responsabilidad de Jack Endino, quien fue productor y colaborador de agrupaciones insignes del grunge, tales como Nirvana, Soundgarden y Mud Honey. Endino también ha trabajado con Yajaira, Icarus Gasoline y Adelaida, fomentando y confirmando así una relación estrecha con Chile y sus conjuntos de rock. Por lo mismo, fue el mismo Sam Maquieira quien lo presentó a la audiencia, invitándolo a tocar con ellos durante todo el show de los capitalinos. De este modo, se sucedieron “Smoke Chain”, “Frozen Borderline”, la clásica e hipnótica “Riot Dub”, para luego dar paso a “Swin Back”, la incombustible y playera “Lets Go To The Beach” y finalmente, para clausurar su paso por el festival, interpretaron “Chillán”. Un setlist escueto y anclado en la etapa más hard rock de los capitalinos, quienes acostumbran a extender cada uno de sus temas a punta de largos pasajes de guitarra, distorsión y delay, hecho que ayer en Planetario no se dio en general. De todas maneras, y tal como alguna vez lo consignamos aquí, las presentaciones de una banda ya clásica dentro del repertorio lisérgico chileno, siempre tienden a ser contundentes, toda vez que etéreas.
Luego, de vuelta en Sputnik Stage y cercano a las 17:00 horas, hizo su aparición Damo Suzuki. Hay que decirlo: Damo Suzuki fue, por lejos, la presentación más Avant garde del certamen y, con probabilidad, lo más intenso y singular que hemos presenciado. Nutriéndose de músicos locales, el intérprete japonés que formó parte del legendario conjunto Can, cuyo sonido e influencia fue transversal a casi todas las agrupaciones que se presentaron en Órbita, dio rienda suelta a una sesión de improvisación pegadísima. Ésta estuvo colmada de beats que bien evocaban por un lado la rítmica precisa del motorik, como algunas influencias del house más experimental, con sonidos de percusiones, congas y tumbadoras, que en su conjunto invitaban a un baile extraño que hacía caer en trance a quien escuchaba lo que el japonés estaba proponiendo. Junto al chileno Carlos Reinoso, ex miembro de Mostro, la audiencia escuchaba atónita las improvisaciones vocales de Suzuki, vocalizaciones que supusieron una utilización audaz y extática del scat jazzístico y del toasting propio del dub. El mismo Reinoso utilizó como instrumento un globo que inflaba y desinflaba al frente de un micrófono tratado, dando como resultado un sonido ominoso, en extremo singular y, por supuesto, muy bien logrado, por más que pareciera un recurso extremado. La conjugación del sonido que Suzuki propuso fue una muestra excepcional de experimentación y audacia musical/sonora, articulada en torno al Arte Sonoro y a la música electroacústica, pasando por la psicodelia, el industrial y el Krautrock. Su estética sonora, arriesgada y legendaria, comparte el mismo ADN auditivo con Ash Ra Tempel, Einsturzende Neubaten o Ulver, donde los límites de la música son desplazados una y otra vez por compositores excepcionales e insólitos. Damo Suzuki fue más que una banda o una presentación como tal, pues debajo del manto sónico con el cual cubrió a la audiencia de Órbita, se sucedió una propuesta advertida como una verdadera experiencia sonora. Lo de Suzuki fue notable e inaudito, sin lugar a duda.
Tras el extraño éxtasis, cortesía del japonés, vino la actuación de Les Deuxluxes, a eso de las 18:00, en el Skylab Stage. El dúo oriundo de MontreaL, Quebec, vino a cerrar su gira sudamericana, que los llevó a presentarse por Brasil y Argentina. Alejados ya de la experimentación y ceñidos ahora a la estructura elemental del rockabilly, Anna Frances Meyer y Etienne Barry, interpretaron un rock & roll tan crudo como sugerente. Con una frontwoman que se robó absolutamente todas las miradas, lo hecho por los canadienses simplemente sacudió del letargo experimental a la audiencia que venía del show de Damo Suzuki. Tras una salvaje muestra de presencia y desplante escénico, ataviada con una voz impresionante y una guitarra tenor de cuatro cuerdas, Anna Frances Meyer dio inicio a una performance intensa y alocada, salvaje y sexy, donde los riffs más punzantes se conjugaron con la melosa y opulenta voz de la quebequense de manera íntegra y eficaz. En este sentido, se sucedieron temas como “Springtime Devil”, “Diable du printemps”, “Lost” y “Bomb of Time”, interpretados con soltura y precisión a la vez. Quizás para quien no se encontraba emparentado con el sonido del rockabilly, los tracks de Les Deuxluxes sonaron todos más bien similares, articulados en torno al mismo beat, los mismos tempos y a algunos pasajes que compartían patrones melódicos muy semejantes entre sí. Sin embargo, la actuación de Anna Frances fue tan explosiva, que presenciar su show mantuvo el interés del público en todo momento.
De este modo, la primera mitad de la jornada comenzaba a menguar, tras las actuaciones potentes, sorprendentes y encumbradas de los conjuntos que tocaron a la luz del sol en el Planetario. Hasta dicho momento, todo se sucedía en orden, mientras la ansiedad se acumulaba y el público comenzaba a multiplicarse para presenciar lo que aún esperaba. Por un lado aún aguardaba el regreso de Lee Ranaldo y Juana Molina, quienes vinieron a mostrar sus respectivos últimos lanzamientos; mientras que, por otro, se preparaba el debut de Parquet Courts y Cigarette After Sex, conjunto que encabezó el Line up de Órbita y que, tal como veremos, no dejo a nadie indiferente.
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