Por Jaime Farfán.

En abril, se anunció que Sigur Rós tocaría en Brasil, después de 16 años sin volver a Sudamérica. La noticia se recibió con expectativas en la comunidad de fanáticos, y los rumores no se hicieron esperar por parte de los medios musicales. Y no es para menos, ya que la banda islandesa, uno de los grandes nombres del post-rock, ha reunido una considerable cantidad de adeptos dentro del país, los cuales rápidamente agotaron las entradas del show que fue confirmado posteriormente. La fecha es el 24 de noviembre, 21 hrs, en el Movistar Arena. El tour considera fechas también en Argentina y Colombia, finalizando en Islandia en un festival de cuatro días, del 27 al 30 de diciembre, Norður og niður.

Con más de 20 años de trayectoria, cambios recientes en la alineación, siete discos y la promesa de uno nuevo en camino, la presentación en Chile, que será la primera dentro del continente, promete ser uno de los despliegues musicales más interesantes del año. Tenemos a una banda con experiencia sobre el escenario, que ha recorrido y encabezado diversos festivales a lo largo del mundo, con su sonido insigne, combinación de los aspectos tibios y fríos, representante de su tierra de origen.

Y es que, a través de sus placas, ha recorrido una larga variedad de estilos, sin nunca perder las características que los definen, dada principalmente por la figura de su emblemático vocalista, Jón Þór Birgisson, Jónsi. Mediante su manera de cantar, suave y volátil, la mayoría de las veces en falsetto, y su guitarra eléctrica distorsionada con un arco de cuerda, construye buena parte de su música. El resto es colaboración del talentoso bajista Georg Hólm y del baterista Orri Páll Dýrason, los tres miembros que, actualmente, constituyen el conjunto. Es un trabajo en familia, de años, el que los ha llevado a solidificarse como una de las bandas más relevantes e influyentes de la escena del rock experimental.

La experimentación ha integrado los principios de la banda desde sus inicios, lo que se puede apreciar en la fallida primera grabación, Von (1997). No es hasta la segunda producción, Ágætis byrjun (1999), que la fórmula funciona, sumándose para esto el pianista y compositor Kjartan Sveinsson, junto a quien se formaría la alineación clásica. Este disco trajo el reconocimiento internacional, fue aclamado por los críticos y llevó su música a formar parte de diversas películas y series. Todo un logro considerando que las letras estaban en islandés o en volenska (una lengua inventada para cantar por Jónsi), pero a través de la guitarra distorsionada, los desafiantes vocales y la orquestación formaron un sonido “nunca antes escuchado”.

El desarrollo de la banda continuó a través de sus siguientes placas, el enigmático ( ) del 2002, con un sonido áspero y atmosférico, el comparativamente alegre Takk (2005), donde se desprende el single más conocido del grupo, “Hoppípolla”. Por esta época se graba Heima, un documental que retrata la gira de Sigur Rós por su país natal, Islandia, durante el año 2006. En este film se plasman algunas de las imágenes de los músicos tocando juntos, en contraste con los hermosos paisajes islandeses, contribuyendo a construir el mito de sus shows como toda una experiencia.

En su siguiente esfuerzo, Með suð í eyrum við spilum endalaust (2008), Sigur Rós se aleja del sonido minimalista de sus discos anteriores y se acerca a una estructura pop convencional, incluyendo algunas de sus canciones más alegres. Después de varios proyectos solistas, lanzaron Valtari (2012), donde desarrollaron una veta electrónica y ambiental. Este sería el último trabajo en incluir al pianista Kjartan Sveinsson. Esta partida marca una nueva etapa dentro del grupo, con un aspecto provocador y crudo, lo que se aprecia en el próximo disco de la banda, Kveikur, del 2013.

Es dentro de este contexto que el grupo viene a Chile, en marco del tour 2016-2017, que los trae con sonidos de su último álbum oficial y parte del nuevo trabajo. A diferencia del resto de la historia de Sigur Rós, donde frecuentemente se rodeaban de colaboradores, como se puede apreciar en sus documentales y grabaciones en vivo, esta vez vienen solos, reducidos a un formato nuclear de los tres músicos. Al respecto, en entrevistas George Hólm explica: “quisimos agitar las cosas un poco, hacerlas difíciles, y ver qué pasaba. Entonces lo discutimos, cómo podíamos ponernos en una situación donde tuviéramos que hacer algo de una manera completamente distinta, como nunca antes. Así se nos ocurrió que podría ser sólo los tres”.

A lo largo de la gira, el show ha sido descrito como un espectáculo digno de arenas y festivales, cargado en un teatro para unos cuantos miles de personas. La banda se hace acompañar de sistemas de iluminación y grandes proyecciones, que no ahorran en destellos, manchas y coloridas luces. La música se describe agresiva y melancólica, con una presentación que va construyendo lentamente la atmósfera en la primera mitad y luego libera sus mayores hits, salpicado con algunos nuevos intentos. Esto se apoya por el registro de los setlist de sus últimas presentaciones, en los que se observa que se tiende a incluir varias de las canciones más duras.

Después de una larga espera tenemos a Sigur Rós en Chile, pero no es la banda inocente de sus primeros años ni tampoco la banda idílica del Heima, sacada de los parajes de Islandia a tocar en la Patagonia o en el paisaje de su preferencia. No traen Hoppípolla ni ninguna de sus canciones optimistas, ni recuerdos de los tibios y escasos meses de verano islandeses. Todo lo contrario, traen música forjada en los inviernos más duros, entre las avalanchas y el aislamiento. Así que deje el cojín en casa, y prepárese para la tormenta que se desencadenará la noche del 24 de noviembre en el Movistar Arena.

null