Por Nicolás Morán.

Señoras y señores, Incubus pisa suelo nacional este 26 de septiembre en el Movistar Arena, y no podríamos estar más contentos, pues Brandon Boyd y compañía nos traen toda la fuerza de su último álbum 8 que viene a ser lo que muchos fans esperaban desde el 2015 con el EP Trust Fall, y para los más nostálgicos, esperando desde el If Not Now, When?, en pleno 2011.

Haciendo memoria, hace 10 años que debutaron en nuestro país, y llenaron, en esa ocasión, 2 veces el Movistar Arena. Luego volvieron para hacer vibrar la primera edición del festival Maquinaria, allá por el 2010, y hoy por hoy, nos sentamos frente a nuestros computadores y ponemos el playlist a todo volumen, para hacer de esta espera, algo más llevadero.

El show promete desde el inicio. No solo hacemos referencia a la calidad y popularidad de la banda, que está más que consagrada, sino que se nota que luego de más de 20 años tocando y del lanzamiento de su primer disco, solo pueden venir cosas buenas para esta fecha. Nos damos cuenta que precisamente por eso, es que esta presentación se viene sin pretensiones y con muchas sorpresas.

Los californianos se vienen con todo para hacer explotar nuestros sentidos nuevamente, con esa mezcla tan rica e indefinida de sonidos que pueden variar desde el rock alternativo hasta el post-grunge, pasando por sus inicios más funk, pero que a su vez, les da el toque que los convierte en la banda que son el día de hoy. De hecho, el uso de instrumentos poco convencionales y sus composiciones arriesgadas son uno de los puntos fuertes que se vienen repitiendo en prácticamente todos los álbumes. Para poder comprobarlo, es que inevitablemente debemos señalar un tema con instrumentos exóticos, así que elegimos poner de ejemplo, “Aqueous Transmission”.

Conversando con fanáticos, llegamos a la conclusión que, aunque nos duela, este concierto será casi todo del último disco, pero esperamos que también venga con algunos toques del Make Yourself, del Morning View o del S.C.I.E.N.C.E. Sé que suena ilusorio, pero soñar no cuesta tanto.

Así que vamos preparando las gargantas para corear las canciones que nos resuenan en el alma, para de esa forma, ir mostrando que sin importar cuánto pase, los recibiremos ansiosos y encantados, tal como lo hicimos hace una década.

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