Desde el 29 de julio y hasta el 9 de septiembre se presenta en el Teatro de la Universidad Finis Terrae (Av. Pocuro 1935, Providencia) la obra “Dioses suicidas”, escrita por Antonio Zisis. Protagonizada por Álvaro Espinoza, Celine Reymond, Víctor Montero y Paloma Moreno, narra el devenir de dos parejas que exploran sus límites morales en una noche marcada por el alcohol y el erotismo.
En 1871 el escritor ruso Fiódor Dostoyevski publicó una de sus obras más controvertidas: “Los endemoniados”. En ella, Aléksieyi Kiríllov -protagonista del relato- plantea una tesis tan desconcertante como lógica: la libertad absoluta implica suicidio. “Dios es el dolor del miedo a la muerte. Quien venza el dolor y el miedo, ese será Dios (…) El hombre sólo inventó a Dios para vivir sin suicidarse”. Ciento cincuenta años después, el actor y dramaturgo Antonio Zisis (“Vorágine”, “La muerte de la imaginación”) rescata esta idea como eje central de su cuarta pieza como autor. Bajo el título de “Dioses suicidas”, y con la dirección de Cristián Plana (“La señorita Julia”, “Castigo” y “Paso del norte”), el montaje se estrena el 29 de julio en el Teatro de la Universidad Finis Terrae (Av. Pocuro 1935, Providencia).
Álvaro Espinoza, Celine Reymond, Víctor Montero y Paloma Moreno interpretan a cuatro amigos que se reúnen en la casa de una de las parejas tras asistir a una fiesta de disfraces. A medida que las horas avanzan, el alcohol se apodera de sus voluntades y, poco a poco, dejan atrás cualquier inhibición. Explorando sus límites morales y develando sus perversiones más oscuras, fantasean con la idea del suicidio como única vía para transformarse en dioses.
El juego se vuelve cada vez más real y una típica velada entre amigos se transforma en una escena cargada de peligro. Proponiendo un mundo nihilista y existencialista, en el que los personajes se avecinan hacia una catástrofe guiados por sus propias obsesiones, la obra se vuelve un amenazante viaje sin retorno donde cualquier cosa puede suceder.
“¿Quién no querría convertirse en Dios? Le pregunta un personaje a otro. Y esa es, precisamente, una de las ideas más atractivas del texto. Sobre todo porque le da una vuelta de tuerca al suicidio, ya no como escape a la vida sino que como una forma –contradictoria, por cierto- de libertad y trascendencia”, señala el dramaturgo.
Escrito en clave de comedia negra, el texto también está marcado por el erotismo. Los cuatro personajes se seducen constantemente e, incluso, proponen experimentar con el swinging o cambio de pareja. “Se trata de relaciones tremendamente destructivas, que transgreden toda moral. Lo perverso, más allá del acto mismo, es cómo se vuelve algo cotidiano, una especie de acuerdo silencioso que permite e, incluso, acepta cualquier abuso como algo natural. Los límites a los que llegan estas dos parejas a lo largo de la noche transitan entre lo grotesco y lo sublime”, agrega Zisis.
“El texto me cautivó, principalmente, porque gira en torno a una acción (el suicidio) que guarda un secreto íntimo que siempre adquiere una dimensión social y política: se acaba con la vida personal y -a la vez- con el ‘ser en el mundo’. El suicida dispara contra sí mismo, así como podría haber disparado contra los demás. En la obra los personajes hablan sobre el suicidio sin tabú, a ratos se lo defiende racionalmente y a ratos se lo ataca de un modo sarcástico. Se trata de un juego donde el horror y la risa se mezclan peligrosamente. Todos hablan como si estuvieran postergando un acto que, sin embargo, aparecerá inevitablemente en escena”, finaliza el director Cristián Plana.
La obra se presentará entre el 29 de julio y el 9 de septiembre en funciones los días jueves, viernes y sábado a las 21.00 horas. La venta de entradas es través de DALETICKET y en boletería del teatro. Horario de funcionamiento: Martes a jueves de 11:00 a 18:00 hrs. Viernes de 11:00 a 21:00 hrs. Sábado de 15:00 a 21:00 hrs. El valor de estas es de $6.000 general y $3.500 estudiantes y tercera edad.