Chancho en Piedra en la Peña de Nano Parra: Energía pura en su mejor momento
27 de mayo 2017.
Por Johanna Dagnino.
Fotografías por Francisco Aguilar A.
Chancho en Piedra es una de esas bandas que no necesitan mayor introducción. Puede que los hayas escuchado solo una vez, que te sepas un par de temas o que seas todo un marrano, pero esta banda, con sus 23 años de trayectoria musical, se han ganado con justicia el lugar que ocupan en el Rock chileno. Eran las 23:30 horas, aún faltaba mucho para que la banda saliera a un escenario más pequeño del que uno acostumbra a verlos, pero que tiene todo el corazón.
Los encargados de darle el vamos a la jornada fueron La Sagrada, banda que con una energía contagiosa trajo el Skarnaval y prendió los motores para lo que sería una tremenda noche. Con máscaras, platillos y un sonido que mezcla el Ska, la cumbia y atraviesa por el caporal y la morenada, lograron contagiar toda esa vibra carnavalesca y hacerte sentir que eras tú el que saltaba con ellos.
A eso de las 2 de la mañana aparece en escena Chancho en Piedra con un setlist que oscila en perfecto equilibrio entre los temas de su último disco Funkybarítico, Hedónico, Fantástico, y sus clásicos. El escenario vibraba literalmente con cada salto, las tablas se doblaban como si quisieran ser parte de esa energía que contagia tan fácilmente esta reconocida banda chilena. Y no es para menos, en una noche bastante particular, en un recital con más cara de tocata íntima, los Chancho te demuestran por qué llevan más de dos décadas en el circuito. Su público vibra, saltan, hacen bailar a los tradicionales chanchos por el aire caracterizados de las más diversas formas: Gokú, un mapuche, Súper Mario y Maléfica, incluidos. El público hace que Lalo Ibeas saque el celular en más de una ocasión y los retrate, porque el ambiente es completamente diferente a lo que uno espera y si el público le pide a Lalo un chiste sin censura, Ibeas responde con un chiste.
Un show lleno de anécdotas, que marcaron esta primera pasada por la Peña de los Chancho, quienes, poco antes de terminar el show, hacen subir a “uno de los miembros de la familia marrana”, el fanático sube con su novia y con anillo en mano, pide matrimonio a su sorprendida prometida, mientras la gente presente aplaudía coreando “weón, weón, weón”. Hace sentido entonces hablar de una familia, porque de eso se trató anoche. Tras la pedida de mano se cortó la luz por uno segundos, pero el ambiente de alegría no se perdió jamás, retomaron para los últimos dos temas, con problemas de sonido, que fueron rápidamente superados. Al regresar para el encore, subieron acompañados por Monkeyman (quienes tomarían el testimonio para seguir esta posta noctura) y anunciaron que se tomarían un breve descanso hasta el 25 de agosto, fecha en que celebrarán en el Caupolicán los 20 años de La Dieta del Lagarto.
Termina el show con un setlist de veinte canciones, que incluyeron clásicos como «El Impostor» y «Eligiendo a una reina» (temas que son parte de una generación y que quieran o no todos pueden corear) hasta temas del último disco, que parecieran tener años de vida por cómo son coreados sin errores por los asistentes. Finaliza la tocata, y se entiende por qué la fanaticada de la banda es conocida como la “Familia marrana”, la agrupación se despide de cada mano que pueden tocar. Son, finalmente, los padrinos de una generación que ha crecido con ellos y que los acompaña en este, su mejor momento, ya sea en grandes festivales como Frontera, o en un show con sabor a casa como el de anoche en la Peña de Nano Parra.
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