Arlette Jequier en Teatro Oriente bajo el ciclo Tocatas Mil: Un viaje a través del Jazz Fusión
8 de enero 2016.
Por Juan Pablo Droguett.
Fotografías por Gabriela Gauna.
El domingo recién pasado, y continuando con la serie de conciertos que forman parte de la parrilla del ciclo multicultural Santiago a mil, se presentó en el maravilloso Teatro Oriente, la voz más explosiva y versátil de nuestro país: Arlette Jequier y Grupo, quienes se comprometieron a entregarnos un viaje y lo lograron.
No es posible partir cualquier tipo de reseña sin reservar un párrafo especialmente dedicado a una de las voces más versátiles que he podido escuchar. En realidad, y para ser justos, más que una voz, la interpretación de Arlette Jequier sería comparable de mejor manera con el sonido de una trompeta o un clarinete. La amplitud de su registro es impactante, desde un pequeño susurro que pareciera venir acompañado de la brisa que precede a la lluvia hasta la expresión más pura de potencia, que se dispara por sobre lo que sea, cualquier sonido o posible distracción es opacado por un breve instante que se hace inmenso y sólo queda agradecer por los años de trabajo, que permiten un show de tal calidad.
Pese al virtuosismo de la ex Fulano y MediaBanda, el show que se presentó anoche no sería posible sin músicos igualmente extraordinarios. Arlette Jequier y Grupo presentan un sonido ya clásico de lo que conocemos como Jazz Fusión, ejecuciones implacables en cada instrumento, jugando siempre con ritmos complejos e intervalos exquisitamente extraños, que nos impiden descifrar con tanta facilidad hacia donde se dirigen. Es en ese momento, en el que te das cuenta que no tienes control sobre lo que pasará, y la mejor manera de disfrutar lo que estas presenciando es relajarse y simplemente observar como frente a ti se construye un pasillo hacia lo increíble.
Mientras una cálida luz roja encendía el rostro de los músicos, y en el fondo se proyectaban las formas del escenario creando la silueta de una ciudad en movimiento, se disparan los sonidos que nacen desde la experimentación instrumental de cada músico. Junto a un computador y un arsenal de pedales bajo sus pies, Camilo Acevedo, logra generar una nueva atmósfera para cada canción de la banda, ya sea con un estridente solo de guitarra o un pequeño acorde, que lentamente se desvanece hasta desaparecer. Arreglos que se enfrentan tendenciosamente a la sección rítmica y hacen presente esa dualidad entre el orden y la locura y, sin embargo, forman parte de un todo, un organismo que crece y se retroalimenta sobre el escenario en función de la enorme calidad musical de los interpretes que forman parte de Arlette Jequier y Grupo.
“Aire” y “Ruta 98”, formaron parte del repertorio que nos tuvieron un poco mas de noventa minutos vibrando frente a tan singular experiencia. Es de esperar, un público de pie aplaudiendo el final del show, sin embargo, no es tan clásico escuchar a un artista agradecer la participación de la audiencia. Anoche y mostrando que, además, de desbordar talento y virtuosismo el rostro más reconocible de la agrupación se manifestó agradecida del público y de sus compañeros; Adrian Gottlieb (teclado), Nicolás Ríos (Batería), Patricio Rojas (Bajo), Sebastián Carrasco (Trompeta) y, el ya mencionado, Camilo Acevedo en la guitarra, por ser parte de un viaje entre las fronteras más desafiantes de la música.
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