Desde el 6 y hasta el 29 de enero se presenta en un domo planetario ubicado en el frontis del Museo de Arte Contemporáneo (MAC), sede Quinta Normal (Matucana 464), la obra Krikalev, escrita por los dramaturgos nacionales Mauricio Barría y Rolando Jara.
Basado en hechos reales, el montaje narra parte de la vida y obra de Serguéi Krikalev quien, hasta 2015, ostentaba el récord de permanencia en el espacio: 803 días, 9 horas y 39 minutos.
En 1991, flotando a 400 km del planeta, Krikalev asiste a la desaparición de su país, pasando a la historia no sólo como el último cosmonauta soviético, sino que como el último ciudadano de la URSS.
¿Qué significa la condición humana ante la inmensidad del Universo? ¿Qué es tener un país? ¿Cómo se ordenan los pensamientos cuando el tiempo ya no es referencia? ¿Cómo y qué recordamos? Éstas son algunas de las preguntas que operan como motor tras la puesta en escena de Krikalev, un montaje sin precedentes en Chile, que se presenta al interior de un domo planetario de 14 metros de diámetro, entre el 6 y el 29 de enero de 2017.
El título alude al nombre del ingeniero mecánico ruso Serguéi Konstantínovich Krikalev (1958). El actual administrador del Centro de Entrenamiento de Cosmonautas Yuri Gagarin ostentaba, hasta 2015, un récord que parecía imbatible: 803 días, 9 horas y 39 minutos viviendo en el espacio. El 19 de mayo de 1991, Krikalev fue lanzado a su segunda misión espacial, a bordo de la Soyuz TM-12. Lo acompañaron el comandante Anatoly Artsebarsky y la astronauta británica Helen Sharman. Sharman regresó a la Tierra una semana después, mientras que Krikaliev y Artsebarsky permanecieron en órbita. En julio de ese mismo año ambos debían alistar el regreso a casa, sin embargo, Krikalev accedió a quedarse como ingeniero de vuelo para la tripulación siguiente.
El 2 de octubre es lanzada la Soyuz TM-13, comandada por Aleksandr Volkov quien, de inmediato, se unió a Krikalev en la estación espacial MIR (que en ruso se traduce como mundo), la primera en estar habitada de forma permanente. Lejos de la contingencia política europea, Krikalev y Volkov no podían intuir lo que estaban a punto de presenciar. En plena navidad, el 25 de diciembre de 1991, la Unión Soviética se disolvió. Flotando a 400 km del planeta, ambos asisten a la desaparición de su país, pasando a la historia no sólo como los últimos cosmonautas soviéticos, sino que como los últimos ciudadanos de la URSS. ¿Cómo regresar a casa en este nuevo escenario? ¿Cómo seguir con la carrera espacial si ha desaparecido un competidor clave? ¿Alguien en la Tierra recordará que hay dos cosmonautas flotando a 400 km del planeta?
Aunque el tema parezca ajeno a la realidad chilena, uno de los objetivos del montaje, a juicio del director Cristián Keim es, precisamente, plantear una reflexión de carácter universal: “La anécdota de Krikalev opera como punto de partida para reflexionar en torno a temas universales que se entrelazan con la historia del Chile reciente, como el fin de las utopías colectivas y el surgimiento del interés individual como única posibilidad de desarrollo social; además de ocuparse sobre la pérdida de los lazos familiares en la era de las comunicaciones”.
“De hecho, nuestro Krikalev, interpretado por José Soza, evocará en su desvarío espacial algunos episodios importantes de su vida, que serán proyectados en 360 grados, junto a imágenes del universo, al interior del domo. Este material, constituido por retazos de películas, teleseries y otras filmaciones actuales protagonizadas por Soza, constituyen una especie de falso documental que resume la historia de finales del siglo XX y el cambio de paradigma ideológico”, agrega.
Uno de los principales atractivos del proyecto es su particular escenografía: el equipo optó por salir de las salas tradicionales para ofrecer al espectador una experiencia diferente. “Se trata de un montaje único, pues por primera vez en Chile se monta una obra en un domo, con proyección de imágenes en 360 grados. En este sentido, el apoyo visual es determinante para generar la atmósfera que queremos”, subraya Keim.
Además de Soza, participan en el elenco Gonzalo Durán (en el rol de Aleksandr Volkov), Nicole Vial (esposa de Krikalev) y Zarina Nuñez, como Margaret Lackinto, una radioaficionada de origen australiano que se obsesiona con la idea de establecer contacto interespacial y que, casualmente, conecta con ambos cosmonautas.
“El concepto de cosmonauta (soviético-socialista) es muy relevante, pues nos habla de lo que quedó atrás en la historia. El hecho de que actualmente hablemos de astronauta (término estadounidense-capitalista) para referirnos a los exploradores espaciales, nos da luces del modelo de comprensión de mundo que triunfó y desde qué perspectiva abordamos nuestras relaciones”, finaliza Keim.
KRIKALEV
Museo de Arte Contemporáneo, sede Quinta Normal. Av. Matucana 464, Santiago. Metro Estación Quinta Normal, Línea 5.
Entre el 6 y el 29 de enero. De jueves a domingo, 20.30 horas.
Entradas: $6.000 general y $3.000 estudiantes y tercera edad. A la venta en boletería del museo, SÓLO los días de función, a partir de las 19.00 horas.
INFO Y RESERVAS: [email protected]