Por Felipe Tapia.
Resulta curioso que cause tanta polémica el hecho de que a un festival como Lollapalooza vengan bandas como Metallica y Rancid. Existe cierto grupo de fans conservadores y reaccionarios, que ve las bandas como una especie de propiedad exclusiva de cierto grupo económico, género o tribu urbana. Cuánto daño ha hecho a nuestra sociedad expresiones como “Esa banda es pa minas”. La generación que antaño se quejaba de que Nirvana se volvió conocido, que Metallica se cortó el pelo y por ende no podía tocar metal, o que The Clash se vendió por firmar un contrato con un sello, vuelve a atacar.
Que Lollapalooza es un festival a un target con cierto poder adquisitivo es una verdad que sería muy difícil de negar. A menos que trabajes varios meses o tengas amigos poderosos, es difícil que Juan Pérez vaya a este evento. Pero de ahí a creer que ciertas bandas no deberían estar en Lollapalooza o incluso que cierto grupo de público tiene menos derecho a verlos que un fan más leal, antiguo o con otras características demográficas, es un descriterio y un retroceso social.
En este tercer párrafo ustedes se estarán preguntando ¿Cuándo va a hablar de Rancid este latero? La respuesta es ahora. La banda nació a principios de los 90, combinando algunos sonidos del punk clásico con el ska y algunas melodías californianas. Estamos en una época en la que el punk mutaba de la insubordinación setentera al skate, la pose y la liviandad de una generación más apática y alienada. Rancid es una banda de la transición entre The Clash y Blink 182, aunque guardando las proporciones (Muchos me van a querer matar por decir lo que acabo de decir). En otras palabras, lo que muchos consideran hoy una vaca sagrada del punk que el mainstream y la industria no deberían tocar ni con pinzas, antaño fue uno de los referentes definitivos de un género musical y un movimiento de protesta que estaba siendo domesticado. Claro, si se comparaba con coetáneos como Green Day o The Offspring, podrían pasar como los chicos malos, pero claramente no se podría considerar a Rancid como una amenaza al orden imperante.
Ahora ¿Eso convierte a Rancid en una mala banda? ¡Por supuesto que no! Su primer disco homónimo mezclaba el hardcore con el ska sin prejuicios, como solo unos músicos inexpertos y jóvenes podrían hacer jugando a experimentar, sin por ello querer reinventar la música. Uno podría decir que se echan de menos esta clase de ejercicios espontáneos, sin nada pretencioso o arrogante. El segundo álbum, “Let´s Go”, mostró más evolución y melodía, un discurso social un poco más elaborado y referencias populares como las que encontramos en “Radio”, pues se hace mención a dos temas de The Clash: “Radio Clash” y “The Magnificent Seven”. El tema “Sidekick” critica la brutalidad policial y la idea de que la mano dura es la solución a la delincuencia. El tema hace referencia a Tim Drake, el tercer Robin de Batman, su Sidekick, usando a los vigilantes enmascarados como un ejemplo (Y por supuesto aprovecha que el vocalista es tocayo, pues también se llama Tim). Otro tema que cautivó a la audiencia fue “Salvation”:
Las crestas punkies y el skate parecían coexistir sin problemas en esta banda, quienes sacaron un tercer álbum mucho más sólido y maduro en lo musical, aunque claro, muchos lo consideraron más popero. De nuevo el prejuicio del rockero militante e intransigente, para quien la evolución y la exploración de nuevos territorios son tabúes, y la sola mención al pop es un garabato sacrílego. El disco en cuestión era “…And Out Came The Woilves”, en el que tanto la crítica social como el amor podían ser temas para una canción. Uno de sus éxitos fue el single “Roots Radicals”.
En los años venideros Rancid sacó todo tipo de material, incluyendo un disco realizado en conjunto con la banda NOFX. Algunos álbumes eran más melódicos y otros más pesados, capturando y ahuyentando a grupos de fans del todo heterogéneos. Su octavo disco fue editado el 2014 y se titula «Honor Is All We Know», cuyo single es este ¿Consideran el cambio involutivo o evolutivo?:
Rancid es una banda emblemática para el punk noventero, pues cruza la vieja escuela con la nueva, y eso es innegable. La voz rasposa y agresiva de Tim Arstrong, la guitarra de Lars Frederiksen , y el bajo de Matt Freeman para bien o para mal arribarán en el próximo Lollapalooza en Chile. Al trío se le suma el nuevo baterista Branden Steineckert, que se unió el 2006 (Bueno, tanto como nuevo nuevo no es).
Personalmente considero a Rancid una banda livianita y que recuerdo con cariño de mi época de adolescente ingenuo, y no soy muy fan de sus últimos trabajos, lo reconozco. Sin embargo, no puedo sino discrepar con aquellos que se atribuyen una potestad ideológica sobre la banda que escuchan, marginando a otro tipo de personas a las que consideran indignas de ser seguidoras. No olvidemos que Lollapalooza ha albergado a todo tipo de bandas de diversos estilos, y si bien sus precios son usureros, eso no implica que por años exista todo tipo de recitales que cobren de más por su entrada. Eso no merma la calidad de un grupo o restringe su comunidad de fanáticos a un grupo con un aspecto más acorde a la norma.
Lollapalooza ha tenido entre sus filas a Devendra Banhart, Kings of Leon, Fatboy Slim, James, Nine Inch Nails, así que imaginar un público homogéneo es una mentira. El concepto de música alternativa quedó en el pasado. Antes tenía sentido. Esta era una “alternativa” a lo que tocaban en la radio y la tv, pero las nuevas tecnologías han posibilitado que ejerzamos un rol activo y no pasivo sobre nuestros gustos musicales. Buscamos, averiguamos, investigamos para conocer bandas que sabemos no conoceremos desplomándonos en un sofá a tragar lo que nos dan. Ya no es necesario seguir tendencias o pertenecer, podemos escuchar rock y pop electrónico sin pedir disculpas.
El rock es un estilo conservador, y su propuesta es restringida. Lo que muchos perciben como rebelde es en realidad una pauta de comportamiento que norma vestimentas, peinados, comportamientos de consumo, entre otras cosas. Queridos, dedíquense a ser felices. Si le gusta un grupo, y quieren ir a verlo, flor. Si se encuentran con gente que no comparte su visión de la banda, que es de otro género, otro estrato social, se viste distinto a usted o que es distinto en cualquier otra cosa, alégrese, es la gracia de compartir el planeta con el resto de la raza humana. Deje de preocuparse por quién más va a ver a su banda favorita y si usted lo merece más o no. ¿Rancid viene al Lollapalooza? Maravilloso. En mis años mozos, que una banda como esta, que no se toca en la radio, asistiese a un festival masivo, era un lujo impensable. Vivimos en la era dorada de la industria musical. Aprovechémosla.
…»la guitarra de Matt Freeman, y el bajo de Lars Frederiksen.» Es al revés!!!.
Fuera de eso quería comentar de que las críticas por parte del publico Punk (y no es solo con Rancid, sino tambien con Bad Religion en 2016), y con el público de Metálica y otras bandas mas «oscuras» tb, no apuntan a una critica contra el público que asiste a Lolla, no es contra el público, ni contra los gustos de esa gente. Es contra la banda misma, a la que uno sigue. Que en parte se vende al sistema, que deja de lado a su público para ir a un evento donde muchos de quienes morirían por verlos no pudieron ir. Porque los que pudieron ir tuvieron que comprar las entradas en cuotas… y qué se yo.
Finalmente el público de Lolla tiene el suficiente dinero para ir a ver la banda que quieran, cuando quieran… y ahi ningún punkie los va a echar. La comunidad Punk es bien cohesionada. Si el sábado hubiese habido un público real punk hubiese sido magnífico. Falto la emoción de ver por primera vez en más de 20 años a una de tus bandas favoritas, falto el fervor único que se ve en cada recital. Faltó el verdadero Mosh, los niños que jugaban a ser punks no lograron cumplir el objetivo, Faltó el púbico que conociera sus letras, que gritara «I Wanna Riot!»…
En tokatas punk todos son bienvenidos… ahí solo se va el que se asusta cuando ve tanta emoción.
Fue como una pataleta de cabro chico : ay yo también puedo ver a Rancid !! Y lo otro, matt toca en bajo.
-«La voz rasposa y agresiva de Tim Arstrong, la guitarra de Matt Freeman, y el bajo de Lars Frederiksen»
Loco como se nota que escribes esta columna desde el desconocimiento, fijo nunca has escuchado rancid en serio. Ni un brillo.